martes, 27 de marzo de 2012

LA LECCIÓN DE AYSÉN.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21 29 / 03 / 2012.

LA LECCIÓN DE AYSÉN.

PRIMERA PARTE.
Los desvelos del pueblo aysenino por conseguir organizarse desde la base social en todas sus expresiones: juntas de vecinos, jornaleros, labradores, pequeños comerciantes, jubilados, dueñas de casa, profesores, estudiantes, herreros, pastores, pescadores; más las extenuantes marchas y sus preparativos, y los humillantes palos, balines y gases lacrimógenos de que fue víctima por las fuerzas represoras del Estado, ha traído varias lecciones a todos los chilenos, que en su más absoluta mayoría, viven como los ayseninos, haciendo patria disciplinadamente día a día, simplemente, con su trabajo. La primera lección que nos dejan nuestros compatriotas del extremo sur es que sin movilizarse, con todos los sacrificios que eso implica, nunca se conseguirá nada. En otras palabras, ahora sabemos que luego de elegir presidentes, parlamentarios, alcaldes, concejales, CORES, dirigentes de la CUT, rectores de universidades, etc., igualmente hay que organizarse y movilizarse para dar solución a los problemas que aquejan a las mayorías nacionales. Dicho aun con más claridad, después de las elecciones y la lluvia de promesas que en ellas se hacen, hay que seguir luchando por cuenta propia, pues aquellas no se cumplen. Las elecciones, en estricto rigor, son una comedia. O bien, los candidatos prometen lo que no pueden cumplir, o si pueden hacerlo, faltan a sus promesas. La CUT, muy distinta a lo que fue en los tiempos de sus grandes líderes como Clotario Blest o Luis Figueroa, ya no es el acerado guardián de los derechos de los trabajadores. En verdad, también se ha acomodado al sistema capitalista neo - liberal vigente. Hoy, por ejemplo, regida por los sacrosantos principios de “se puede conseguir sólo lo posible” y “hay que mantener la estabilidad política del país,” la CUT acaba de llegar al acuerdo más pobre de su historia con el ahíto empresariado nacional, organizado en la Confederación por la Producción y el Comercio (CPC). En verdad, lo básico de la injusticia sigue incólume, y ningún partido político (de los “binominales,” por supuesto), ni la CUT tampoco, se propone seriamente cambiarlo a como dé lugar. Además de la insólita condición de subsidiaridad virtualmente total del Estado chileno (casi todo lo maneja el capital privado), está, además, nuestra legislación en materia tributaria. En los países con que todos los presidentes de la Concertación y Piñera suelen compararnos, las tasas de impuestos al gran empresariado fluctúan entre el 40 y 50%; en Chile apenas llega al 19 y un poquitín más, lo que les permite realizar enormes inversiones fuera del país; es decir, pueden hacer eso gracias al esfuerzo de los trabajadores chilenos . Para simular su reciente derrota, los dirigentes de la CUT han adornado el triste acuerdo a que llegaron con la CPC (o sea, los dueños del país), con cursillos de capacitación, campañas publicitarias sobre “seguridad en el trabajo”, minúsculos cambios al seguro de desempleo, subsidio al primer empleo, cambios formales a la negociación colectiva, un par de comisiones bipartitas para seguir “conversando,” y la engañosa reforma al multirut, que hasta doña Evelyn Matthei la ha calificado de “menor,” mientras que los jueces del trabajo ya han comenzado a declarar la existencia de una sola empresa en estos casos. De hecho, ahora hay más trabas que nunca para la sindicalización de los trabajadores. Las cosas, entonces, siguen igual. La verdad es que no hay ningún cambio estructural en el orden laboral, que sigue sosteniéndose sobre la base del Plan Laboral de Pinochet (o mejor dicho, del ex - ministro de la dictadura José Piñera, el otrora protector hermano mayor de Sebastián). Por cierto, nada importante ha cambiado en las materias que más importan, como la negociación colectiva por sobre la empresa y el reconocimiento efectivo del derecho de huelga y la eliminación del remplazo de los trabajadores en huelga. Y pensar que en 1989, la Concertación, en su primer programa de Gobierno, prometía solemnemente ”… introducir cambios profundos en la institucionalidad laboral, de modo que ésta cautele los derechos fundamentales de los trabajadores.” Por supuesto, no fue así. Recientemente la OCDE ha denunciado a Chile como su país miembro con los niveles más bajos de sindicalización y de negociación colectiva, y con trabajadores sin poder alguno en sus relaciones laborales. En resumen, la Ley empodera a los dueños del capital, y priva de poder a los trabajadores; y sin un poder social compartido, no hay equilibrio ni estabilidad de ninguna especie. ¿Qué diablos hacer, entonces, si no movilizarse desde la base social a la manera de los ayseninos? (CONTINUARÁ).

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PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 05 / 04 / 2012.

LA LECCIÓN DE AYSÉN.
SEGUNDA PARTE.
Definitivamente, ahora se sabe que los partidos políticos teóricamente más contestatarios al sistema capitalista neo-liberal vigente no son los organizadores de los movimientos sociales, como se supone que debieran serlo. En 2006, esta situación ya había quedado empíricamente demostrada con el movimiento “pingüino”. Aquella vez, los estudiantes se desmovilizaron creyendo la promesa del gobierno de entonces que sus demandas serían resueltas a través de la sustitución de la antigua LOCE de Pinochet por una ley educacional nueva y de un carácter distinto. No fue así, y, obviamente, ya tenemos ad portas pingüinazos que prometen ser mayores que el de 2006. Ahora, Aysén ha demostrado que las movilizaciones ciudadanas, llevadas hasta el fin, son la única vía que puede garantizar algún éxito en el logro de las reivindicaciones sociales. Es decir, la etapa de los movimientos sociales se ha iniciado. Por supuesto, esto tiene sus riesgos. Desde luego, el gobierno actual pudo recurrir perfectamente a la represión total, hasta el fin. El Presidente Piñera, hay que reconocerlo, no fue tan torpe como para caer en ese error a que muchos de los “duros” de la coalición de gobierno lo instigaban, invocando el principio de la intervención militar en política y al santo de su devoción, el dictador Pinochet. El expediente de la represión total no sólo conllevaba el peligro de impedir la continuidad de la derecha en el gobierno; sino la irrupción de una situación de confrontación insostenible en el país. No obstante, es improbable que el sistema siga cediendo interminablemente y sin chistar ante las movilizaciones populares, que, repito, seguirán ineluctablemente, y con más fuerza que nunca, tras el ejemplo que ha dado Aysén a todo el país. Es decir, o se producen cambios estructurales, o se llega a una crisis de carácter definitivamente mayor. No estamos en Jauja, como creen algunos. Los problemas sociales en Chile son muchos y de todos los tipos. Los sueldos siguen bajos, también siguen la inseguridad en el empleo, los abusos de las AFP y las Isapres, la aguda crisis de vivienda y sanitaria que sufren millones de compatriotas, la gravísima crisis educacional, los endeudamientos tramposos por causa de la actual legislación en materia de transacciones comerciales, etc., etc. Los chilenos, repito, ya saben que la clase política – aunque él la elige y sostiene- no es más que simbólica, y, como tal, no resolverá sus problemas. Por lo tanto, lo más probable es que desencadene una ola de movilizaciones que puede alcanzar ribetes nacionales, en todos los ámbitos. Tras el episodio de Aysén está el ordenamiento económico y las desigualdades sociales que caracterizan a nuestro país. Por falta de espacio, tomemos sólo uno de los temas que sirvieron de detonante al movimiento de Aysén, y que a la vez toca a todo Chile: la ejecución del proyecto HidroAysén y la construcción sucesiva de centrales termoeléctricas en nuestras costas y riberas fluviales. Por cierto, además de representar un catastrófico daño a nuestra flora y fauna, estas centrales no tienen por objetivo suplir de energía a la comunidad, ni a nuestros campos ni industrias, sino sólo acrecentar las descomunales ganancias de las empresas transnacionales mineras, y, como si eso fuera poco, vender energía a otros países, como si aquí nos sobrara. Los ayseninos y la mayoría de los chilenos saben perfectamente que el país no necesita HidroAysén ni más plantas termoeléctricas, porque tiene aguas, vientos y mar de sobra para producir energía limpia. También todos sabemos que HidroAysén, además, ni siquiera pertenece al Estado chileno. Es la fusión de las empresas Endesa-España y Colbún. Endesa España pertenece en un 92% a la transnacional energética italiana ENEL, y Colbún, al clan Matte. ¿Qué puede importar a Bernardo Matte, el mayor instigador del proyecto HidroAysén, el bienestar de los ayseninos y de todo el pueblo chileno? El obispo de Aysén, monseñor Luis Infanti, observó certeramente: “ Bernardo Matte puede ser muy piadoso en sus devociones, pero es inmoral en los negocios.” Infanti, sin quizás advertirlo, llegó hasta el fondo de la verdad, que siempre es moral: el pueblo de Chile está hoy enfrentado a la inmoralidad de un sistema que, como un insaciable monstruo, nada escatima por enriquecer más y más a los ya archi-enriquecidos dueños del país, aun a costa del bienestar de toda la población. Aysén ha abierto las puertas a una nueva fase en el desarrollo político del país, la fase de los movimientos de base y populares, que hoy se yerguen como la última alternativa que le queda al pueblo para satisfacer sus demandas y, por fin, acceder al derecho a una vida digna.

martes, 13 de marzo de 2012

AYSÉN: LOS INTERESES DE MUCHOS, LOS DE UNOS POCOS Y EL USO DE LA FUERZA

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 15 / 03 / 2012.

AYSÉN: LOS INTERESES DE MUCHOS, LOS DE UNOS POCOS Y EL USO DE LA FUERZA.

PRIMERA PARTE

Cuando el pueblo protesta por mejorar sus condiciones de vida y de trabajo, los gobiernos, normalmente, alegan que la situación no es tan grave, que se ha hecho y se está haciendo mucho, etc. Cuando la protesta deviene en movilizaciones masivas e inter-regionales, se aduce que hay manos negras que manipulan a los reclamones, a quienes esas manos utilizan para la consecución de siniestros propósitos (todavía se culpa a los comunistas –especie de demonios- hasta de los temblores). Lo grave de este escenario de alzamiento ciudadano, es que la elusión de enfrentarlo seriamente y con real ánimo de dar solución a los problemas, termina siempre, primero, con el apaciguamiento de los descontentos a través de nuevas promesas y engaños, como exactamente ocurrió con el movimiento “pingüino” de 2006; y, luego, con el uso de la fuerza bruta, es decir, policial y militar, tal como recientemente ha sucedido en la Araucanía. Vamos por parte. ¿Por qué los ayseninos se han levantado de manera tan masiva y organizada, especialmente contra los dos últimos gobiernos? Pues, porque ya no dan más y se cansaron de tanto discursos y promesas. Las declaraciones recientes de los ministros involucrados en el problema de Aysén y los del propio Presidente de la República, pretenden, indirectamente, demostrar que los ayseninos se están quejando de “llenos.” Pues, no es así. Claman específicamente por la satisfacción de once demandas; entre otras, precios justos para los combustibles (léase gas, petróleo, bencina y leña, para los más pobres). Esa es la primera gran petición, puesto que Aysén es una región gélida; una de las más frías del planeta habitado. También piden precios justos para la luz y el agua; la apertura de sedes universitarias donde puedan formarse profesionalmente sus hijos; participación ciudadana en las decisiones sobre la instalación de centrales hidroeléctricas; servicios médicos de calidad, con instalaciones y ambulancias suficientes en las localidades apartadas; y subvenciones y costos adecuados para trasladarse dentro de la región, sin salir de ella. El economista Luis Durán, en un artículo reciente publicado en el diario virtual El Mostrador, pone muy bien las cosas en su lugar en referencia a los benditos “datos macroeconómicos” que tanto invocan los gobiernos cuando la gente grita por sus derechos. Estos felices datos, dan cuenta, por ejemplo, de una muy baja tasa de desempleo, apenas un 3,5%. A ello se suma un espectacular crecimiento económico, 19,2% en 12 meses. Sin embargo, ninguna persona de inteligencia normal ignora que las estadísticas macroeconómicas en los países socialmente desiguales, como es Chile, sólo sirven para demostrar mejor las injusticias, desigualdades e inequidades existentes. Aysén es la prueba más clara de ello, pues, de partida, acusa un costo de vida mucho mayor que el promedio nacional, lo que siempre golpea más cruelmente a los pobres; es decir, a la mayoría de la población. El trabajo en Aysén es mal pagado y precario. Durán agrega que Aysén observa la distribución desigual del ingreso más alta del país (en un país, que, repito, ya es abiertamente desigual). Durante los últimos 20 años, la región ha tenido un dramático deterioro en tal distribución. En efecto, el índice 10/10, que mide la diferencia entre los ingresos del 10% de los hogares más ricos (el decil más rico de la población), y los del 10% de los más pobres (el decil más pobre), arroja resultados realmente insólitos. Según la Fundación SOL, a partir del micro-dato de la encuesta CASEN, en 2009, este índice fue de 65 veces, mientras que en 1990 era de 31,5 veces; vale decir, la desigualdad en el ingreso ha aumentado en un 106%, lo que bastaría para probar que las alegres cifras sobre empleo que han aventado los dos últimos gobiernos, no sirven para probar que los reclamos de los ayseninos son desmedidos. Como se ve, que la gente tenga trabajo no lo dice todo. Para probarlo, bastaría recordar la ignominia de los tristemente famosos PEM y POJH (Plan de Empleo Mínimo y Plan Ocupacional para Jefes de Hogar) de la dictadura, que dignatarios de la ONU calificaron técnicamente como “trabajos de esclavos” (CONTINUARÁ).


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PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 22 / 03 / 2012.

AYSEN: LOS INTERESES DE MUCHOS, LOS DE UNOS POCOS, Y LA PROPUESTA REPRESORA.

SEGUNDA PARTE

Existe una referencia de rigor en la calificación del empleo, el ”Indice de Empleo Protegido,” que mide la buena calidad o la precariedad de un determinado empleo. Este instrumento de medición ha introducido el concepto “empleo protegido,” que supone la existencia de condiciones seguras y humanas de trabajo, contrato indefinido, cotizaciones de salud, de previsión y seguro de cesantía. Señala el economista Luis Durán que según el Índice de Empleo Protegido, la precariedad laboral de Aysén es la segunda más alta de Chile, con sólo el 39% de los trabajadores asalariados laborando en una situación de “protección.” En Aysén, además, los sueldos y salarios son un 8% menor que el promedio nacional, y para más exactitud, por efecto del subsidio a la contratación de mano de obra en zonas extremas (Ley 19.853), que beneficia al empleador con el 17% de la renta imponible, los sueldos y salarios en Aysén, sin mediar los subsidios, son un 23% inferiores al promedio nacional. El 65%; del trabajo en Aysén se realiza sin contrato, sin sindicalización y sin imposiciones por salud o pensión. En fin, la situación de nuestros compatriotas del extremo sur es realmente dramática, lo que justifica con creces la heroica movilización popular que está protagonizando. Entonces, se nos aparece en escena, a la manera del convidado de piedra de Don Juan, la figura del ex – biministro de la dictadura Hermógenes Pérez de Arce. De un tiempo a esta parte, Pérez de Arce está llamando abiertamente y sin ambages a la represión militar de la movilización de los ayseninos, y de todas la que sobrevengan en adelante, las que, como sabemos todos los chilenos, inevitablemente arreciarán este año. Este aristocrático millonario y ultraderechista por antonomasia, se parapeta tras su barricada ideológica clave: el desprecio por el pueblo y la doctrina del disciplinamiento de las masas por medio de la fuerza, la obediencia de oveja ante la fuerza bruta y la prosternación ante el poder. En un reciente artículo que hizo publicar urbi et orbi en Chile, en referencia al conflicto de Aysén, escribió a la letra: “Los pueblos son como los niños: aprenden. Cuando se dan cuenta de que sobre ellos no hay autoridad y pueden salirse con la suya, se malcrían … Sólo se les inculcó que con un berrinche podrían tener lo que quisieran. El pueblo chileno ha sido malcriado y hoy éste es un país malcriado.(…)¿Qué va a pedir el país? (N.a., léase él y los suyos). Justamente lo que no ha habido ya por 22 años (N.a., léase la sangrienta dictadura de la cual fue precursor, ideólogo y funcionario): una mano firme y verdadera autoridad.”
En otras palabras, según Pérez de Arce, lo único que cabe ahora es disciplinar a estos mocosos malcriados, los ayseninos, como también a todos los otros malcriados, los estudiantes y trabajadores que saldrán a las calles a protestar por sus derechos. Por supuesto, tal disciplinamiento, para que funcione, tendrá que ser a la manera de su ídolo Pinochet. ¿Qué garantía en su favor se adjudica Pérez de Arce para llamar tan explícitamente a la represión militar contra el pueblo? Obviamente, su seguridad personal que las FFAA y Carabineros no pertenecen al pueblo, sino al sector político en el que él milita. Después de la lección disciplinaria, lo demás es simple, como siempre lo ha sido. Luego de los balazos, se inventará un nuevo “Plan Z” (la fantasía tramada en 1973 para justificar el golpe de estado), con los ingredientes de rigor: el comunismo, una inminente invasión extranjera, y cualquiera otra burrada por el estilo. Lo importante es restaurar el “sagrado” orden, dejar las cosas en el sitio en que están, y punto. Con lo que no cuentan Pérez de Arce y sus congéneres, es que, como lo ha demostrado siempre la historia, la fuerza finalmente se vuelve contra ellos, pues el pueblo termina por hacerse de ella. Esperemos que los conflictos se resuelvan en paz, por el bien del país. La no resolución de los problemas que aquejan a los ayseninos, como todos los demás que están afectando de manera creciente a la mayoría de los chilenos, no sólo representa la vergonzante continuidad de las inequidades sociales que ya nos caracterizan como país ante los ojos de la comunidad internacional, sino algo peor: el peligro de una crisis social de impredecibles consecuencias. .

martes, 6 de marzo de 2012

8 DE MARZO, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. OPINIÓN DÍA 11 DE MARZO DE 2010
8 DE MARZO. DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER.
Hoy, 8 de marzo, es el Día Internacional de la Mujer. Este día, hace 104 años, en Estados Unidos, las obreras de una fábrica textil neoyorquina protagonizaron una jornada de protesta, que tuvo un horrendo fin. Era una fábrica de vestuario, y ellas eran costureras, lavanderas y aplanchadoras. Habían planteado reiteradas veces sus demandas a sus patrones, sin ningún éxito. Sus sueldos eran mucho más bajos que los de los hombres estadounidenses; trabajaban más de 8 horas diarias sin compensación adicional alguna, aunque la jornada de las 8 horas ya era una conquista laboral conseguida por los trabajadores estadounidenses y europeos unas décadas antes. Tampoco se practicaba en esta fábrica la debida mantención de las máquinas, lo que era causa de continuos accidentes. Había también otra demanda, que no puede dejar de conmovernos. Prácticamente todas esas obreras eran madres, y ellas pedían la habilitación de una sala cuna y un jardín infantil para sus hijos. Ante las negativas patronales, desesperadas, salieron a las calles denunciando su situación. Días después declararon la huelga. De pronto, los patrones dijeron que estaban dispuestos a negociar, y se las invitó a una reunión con sus representantes en el interior del taller mayor de la fábrica. Sospechosamente, los delegados venían acompañados de un numeroso piquete policial armado. Las mujeres fueron las primeras en entrar. Lo hicieron en fila y se ubicaron en asientos dispuestos en el interior. Todo era un engaño. Al ingresar al recinto la última trabajadora, las puertas se cerraron abruptamente, y a los minutos sobrevino un feroz incendio. 129 trabajadoras murieron quemadas vivas o asfixiadas, al no poder escapar. Muy sugestivamente, ningún policía ni delegado patronal quedó encerrado en la fábrica. Sobrevino un juicio de rigor, y las declaraciones de los sospechosos de haber causado el incendio, desde un comienzo, fueron contradictorias. Como el cine y la televisión no existían, los hechos no se registraron visualmente mientras sucedían, y era difícil probar la verdad; sin embargo, de aquel breve juicio se filtró una declaración de un policía que lo decía todo. Mientras la prensa y los políticos decían que todo había sido un “lamentable“accidente, este testigo directo, declaró que varios policías habían sido obligados a encerrar a las mujeres cumpliendo órdenes superiores, y que otros tantos iniciaron el fuego. El crimen, finalmente, quedó impune. El conflicto era social y político, puesto que al igual que la masacre de Chicago del 1 de mayo de 1856, que dio origen al Día Internacional de los Trabajadores, se trató de un episodio de confrontación entre capital y trabajo; y en estos casos, los que poseen la fuerza de las armas, las usan. Así ha sucedido tantas veces en la historia. Apenas los humildes levantan la voz, se los acalla brutalmente, con lumazos, balines o metralla, y si hay muertos, todo queda en la impunidad. ¡Como no lo vamos a saber los chilenos, con las matanzas obreras de nuestra Escuela Santa María, en las oficinas salitreras La Coruña, San Gregorio, Alto San Antonio, y más al sur, en Lonquimay y en Ranqui! El horror que causó en el mundo esta masacre de mujeres fue tal que los patrones debieron ceder a muchas de las demandas de las mujeres, y el propio gobierno central, algunos años después, decretó el sufragio universal. Por extensión, hay que recordar que demasiado tiempo después, sólo en 1949, las mujeres chilenas conquistaron ese derecho, a través de la lucha de nuestra muy iquiqueña Elena Caffarena, Amanda Labarca, María de la Cruz y otras próceres chilenas de los derechos de la mujer. Empero, la brega por sus derechos, los de nuestras madres, esposas, amigas, hijas y hermanas, no ha terminado. La discriminación sexual y el machismo han perdido bastante terreno, como asimismo las posturas retrógradas ultra - conservadoras que se negaban a aceptar el divorcio, el control responsable de la maternidad, y hasta una ley de filiación. Sin embargo, han aumentado las violaciones y los femicidios, todavía hay muchas fábricas y lugares de trabajo sin salas-cunas; como promedio nacional, las mujeres trabajadoras chilenas ganan un 33% menos que los hombres; etc., etc.. En fin, falta mucho por hacer. Se trata de una lucha en la que, también, todo hombre justo y digno debe participar. La brecha ya fue abierta. La abrieron, para todo el mundo, esas mártires estadounidenses del 8 de marzo de 1908.