jueves, 21 de febrero de 2013

RESPUESTA A SORIA

Como el alcalde no entiende bien de lo que habla cuando se refiere al tema educacional, lo que se desprende de sus recientes expresiones en Diario 21 (18-02-2013), es preciso aclararle las cosas. Dicha sea la verdad, no sólo a él, sino también a los iquiqueños que, ilusionados, aún creen a pie juntillas todo lo que al caudillo se le viene a la cabeza. Lo primero que hay que dejar en claro es que el problema mayor que acusa la comuna de Iquique en materia de Educación es el bajo rendimiento escolar general, cuya mayor incidencia radica en la imposibilidad para la mayoría de los jóvenes que egresan de la enseñanza media municipalizada (que atiende a toda la población vulnerable de la comuna) de acceder a la educación superior. Como el rendimiento escolar en las escuelas municipalizadas de Iquique ha sido por casi tres décadas el peor del país, habida cuenta de la categoría macro-urbana de nuestra ciudad, llama la atención que el alcalde crea que una solución al problema educacional de Iquique esté en la aplicación del antiguo método “Matte,” creado exclusivamente para la enseñanza de la lecto-escritura, y, por ende, sólo aplicable en el primer año de la educación primaria. Hoy, el método, directa o indirectamente, y mejorado en 130 años, se sigue empleando en todas las escuelas de Chile, lo que no lo hace precisamente la gran novedad que Soria supone. Chile, por lo demás, es un país alfabetizado (en este sector, uno de los primeros en América latina) y es un hecho que todo niño que termina el primer semestre de la escuela primaria en Chile e Iquique sabe leer y escribir, lo que el alcalde parece desconocer, puesto que este objetivo lo sitúa entre los primeros de lo que él llama su “megaproyecto educacional.” El alcalde reclama que “los malos políticos” desmantelaron y destrozaron” su “proyecto de enseñanza en los veinticinco establecimientos educacionales de Iquique.” ¿Qué proyecto? El rendimiento escolar llegó a su nivel más bajo en toda la historia registrada en la comuna, precisamente durante sus dos administraciones pasadas. Con respecto a Dubost, el rendimiento escolar tampoco mejoró sustancialmente durante sus períodos alcaldicios; apenas subió levemente, pero nunca al nivel que merece Iquique. Hay más todavía: A Soria se le ha ocurrido recurrir a APTUS, institución de asesoría educacional pagada, y centrada sólo en escuelas vulnerables; traer a Iquique a expertos alemanes y cubanos, e, incluso, enviar profesores a Alemania y Cuba para perfeccionarse (como si la plata sobrara en la comuna), para reproducir aquí sus “modelos” educacionales. También pretende ofrecer “carreras técnicas” en la educación secundaria (repito, “carreras”), esquema existente en Alemania, Cuba y muchos otros países. Esto último no puede ser más ridículo, puesto que en este país centralista, existe un curriculum nacional que lo impide. ¿Modelo alemán, cubano? Alemania es un país super-desarrollado e igualitario, lo que no es Chile; y Cuba es un país socialista 100%, cuyos reconocidos éxitos educacionales se deben exclusivamente a esa condición. Sepa el alcalde que propuestas y experiencias orgánico-escolares y metodológicas hay en todo el mundo, y lo único que hay que hacer es que expertos chilenos –que conocen Chile mejor que gringos, esquimales o cubanos- las apliquen considerando nuestras propias realidades. En esta línea, tanto a Soria como a Dubost, un grupo de académicos de la UNAP, tan o más iquiqueños que ellos mismos, les ofrecieron hace un tiempo considerar un plan de mejoramiento del rendimiento escolar, gratis, luego de realizar minuciosos estudios sobre la situación del problema en la comuna. La desatención y desprecio a esa oferta de estos dos personajes fue absoluta. Eso explica, por lo menos en buena parte, por qué Soria y Dubost no se atrevieron nunca a enfrentar a sus oponentes en ningún foro ni debate en la última campaña electoral municipal. PROF. HAROLDO QUINTEROS.

miércoles, 20 de febrero de 2013

¡NERUDA FUE ASESINADO!

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 22 DE FEBRER0 DE 2013. En septiembre de 1973, los medios de comunicación del país, enteramente controlados por la dictadura militar, achacaron la muerte de Pablo Neruda (ocurrida el día 23 de ese mes) a una “caquexia cancerosa” de la que el vate supuestamente padecía antes de su muerte. Tenía que volver la libertad a Chile –inexistente entonces- para que se iniciara, por fin, el proceso, ya en curso, por revelar la verdad sobre la muerte del hasta hoy el chileno más conocido en el mundo, el insigne poeta que obtuviera el Premio Nóbel de Literatura en 1971. Pronto se llevará a cabo la exhumación de su cadáver. Tal diligencia fue ordenada por el juez Mario Carroza, luego del examen que hiciera de la querella presentada en julio de 2011 por el Partido Comunista (en el cual el poeta militaba). El texto de la querella exhibe una abrumadora cantidad de pruebas materiales que, de partida, revelan rotundamente que Neruda no murió de caquexia cancerosa. Pero hay más que eso: El examen tanatológico del cadáver podrá revelar que el poeta murió asesinado por envenenamiento, cual es exactamente la tesis planteada en la querella. Pero, ¡cuidado! Una vez más la verdad podría ser burlada, como ha venido sucediendo con el caso del difunto ex – presidente Eduardo Frei. Los consabidos conciliábulos e intereses políticos de siempre, más la acción de los oscuros poderes fácticos que gobiernan Chile desde las sombras, podrían una vez más impedir que se conozca toda la verdad en torno a este magnicidio, demorar indefinidamente la investigación correspondiente, e, incluso, lograr que se aduzca (sospechosamente, desde luego, como el caso de Frei) la imposibilidad de detectar tóxicos letales en un cadáver de cuatro décadas de data. Sin embargo, nadie en su sano juicio podría creer a pie juntillas la información oficial de la dictadura sobre la “muerte natural” de Neruda, puesto que Chile estaba al entero arbitrio de un Estado de índole terrorista y encabezado por un militar de conciencia profundamente autocrática e inmoral: el dictador Pinochet. Los hechos: El 19 de septiembre de 1973, Neruda fue trasladado desde su casa en Isla Negra a la Clínica Santa María, ubicada en Santiago. El traslado no se hacía por algún agravamiento de su salud, como lo informó entonces la prensa oficiosa de la dictadura. En efecto, el motivo del viaje a la capital era otro. El presidente de Méjico de entonces, Luis Echeverría, había dispuesto un avión exclusivo para Neruda con el fin de llevarlo a Ciudad de Méjico; obviamente, para salvarlo de las garras de la dictadura. Además, según su enfermera Patricia Albornoz, su chófer, y el embajador de Méjico en Chile, Gonzalo Martínez, el vate se veía “muy bien” y de “buen ánimo,” tanto que no hizo falta camilla ni apoyo de aparataje médico para su traslado a Santiago. El avión ya estaba en Pudahuel, y el poeta, acompañado por el propio embajador mejicano con todos sus fueros, y en el automóvil de la embajada, partiría a abordarlo desde la clínica. La dictadura, advertida del plan, decidió impedir que el poeta saliera del país, y para ello había sólo un expediente, asesinarlo. Constituye un hecho probatorio en la querella la existencia de una inyección administrada al poeta horas antes de su muerte, cuestión personalmente reconocida por quien la ordenó, el doctor Sergio Draper, uno de los primeros sospechosos en el caso. Esa inyección, según Patricia Albornoz, que nunca se apartó de su lado, fue la causa directa del paro cardiaco que causó la muerte de Neruda. Como estamos hablando de un crimen perpetrado por una dictadura fascista, no es de extrañar que en el certificado médico de defunción de Neruda, fechado el 24 de septiembre de 1973, no se mencionaran la inyección ni el paro cardíaco que lo mató; como tampoco que haya desaparecido su historial clínico. Neruda, en verdad, no pudo haber muerto por una “caquexia cancerosa” (un estado de extrema debilidad que antecede a la muerte por cáncer metastásico), como así reza el certificado de defunción. Es un hecho de la causa que en los 13 exámenes médicos disponibles de Neruda (por décadas, guardados celosamente por su familia, y que figuran en el expediente judicial de más de 600 páginas), no hay nada que demuestre que Neruda tenía un cáncer terminal; ni siquiera que tuviera cáncer. Refuerza esta tesis otro hecho de la causa. Se trata de una radiografía de la pelvis derecha del poeta, realizada el 6 de diciembre de 1972 en el Laboratorio “Raúl Bulnes” de Santiago, que no evidencia ninguna anomalía asociable a una persona con cáncer terminal, como lo reconocen los médicos del Departamento de Criminalística de la Policía de Investigaciones (PDI), José Luis Pérez y Patricio Díaz Ortiz, en su informe N°75, del 16 de agosto de 2011. El médico legista Luis Ravanal explica: “Aquí claramente no se describen lesiones destructoras de hueso múltiple. La única alteración que hay es en el borde anterior, pero esa descripción no es característica de una metástasis.” Ravanal, además, informó que un examen hematológico realizado a Neruda el 1 de junio de 1973, también en el Laboratorio “Raúl Bulnes”, revela que no hay evidencia “de un cáncer que supuestamente tiene metástasis.” Luego del estudio de este examen, los médicos de la PDI, señalaron que “en cuanto a la presencia de metástasis, es decir las fosfatasas ácidas y su fracción prostática, éstas están normales.” Ravanal coincide así con el análisis de estos médicos: “Las fosfatasas tienden a estar alteradas en forma severa en casos del cáncer de la seriedad que se le pretende atribuir a Neruda, y por lo tanto no dan cuenta de la existencia de una caquexia,” lo que, como ya sabemos, ratifican las declaraciones de Albornoz, Araya y el embajador mejicano. La prueba que exhibió la dictadura al anunciar al mundo que Neruda había muerto de cáncer terminal es el informe del radiólogo Guillermo Merino, quien aplicó a Neruda terapia de cobalto, entre marzo y abril de 1973. En efecto, Merino había diagnosticado en Neruda “un cáncer prostático con metástasis ósea,” pero el 18 de abril de 1973, el mismo Merino derivó al poeta al urólogo Roberto Vargas Salazar con un diagnóstico distinto. La nota clínica de Merino dice a la letra: “Estimado colega: al dorso, resumen del tratamiento efectuado a don Pablo Neruda para tratamiento por adenoma de próstata y artrosis pelviana derecha.” Tal diagnóstico, explica Ravanal, no es prueba de cáncer, sino “un aumento de tamaño de la próstata que está asociado a dificultades para orinar y a procesos infecciosos urinarios por la retención de orina que se produce.” Vale decir, Merino había aplicado tratamiento de radioterapia a Neruda sin la certeza que el poeta tenía cáncer. “¡Sancta simplicitas!” decían los latinos: el trágico fin de Neruda había quedado sellado el 16 de septiembre de 1973, cuando expresó a un periodista extranjero: “En México, voy a pedir a los intelectuales y a los gobiernos del mundo entero que nos ayuden a derrocar la tiranía y reconstruir la democracia en Chile.”

miércoles, 6 de febrero de 2013

LAS REVOLUCIONES TAMBIÉN SON DE DERECHA.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21, 8 / 02 / 2013. El golpe militar de 1973 fue revolucionario. Lo realizaron, en lo material, las FFAA chilenas (supuestamente de todos los chilenos), pero la cuestión doctrinaria que hubo tras esa acción, tuvo su origen en la ideología política y económica que sustenta sólo un sector de la sociedad chilena, la derecha. Como bien dijo una vez el almirante Martínez Busch, “nosotros sólo hicimos el trabajo sucio.” Así de simple, un binomio perfecto, con un brazo ideológico y otro militar, como sucede en toda revolución. La del 1973 impuso en el país las cuatro condiciones básicas del fenómeno revolucionario: 1. Un orden nuevo en la organización de la economía del país, factor que determina la vida social general: el neo-liberalismo, cuya expresión en Chile es la más radical existente en el mundo. El sistema neo-liberal, además, trajo un componente psicológico de masas y cultural que se hizo carne en gran parte de la población: el consumismo y la procura a cualquier precio del éxito material individual por sobre toda otra consideración de vida. Esto facilita el funcionamiento del sistema y frena la capacidad de unidad de sus víctimas, las grandes mayorías asalariadas del país. 2. Un nuevo orden jurídico, que, además, fuera incambiable. Si la derecha revolucionaria neo-liberal de 1973 ganaba o perdía el plebiscito de 1989, daba, básicamente, lo mismo, porque la coalición triunfante, la Concertación de Partidos por la Democracia, había aceptado someterse indefinidamente a las nuevas reglas impuestas por su supuesto adversario. En verdad, es insólito que ningún político de la Concertación medianamente importante no se atreva a deslegitimar desde A a Z el sistema constitucional chileno, totalmente espurio e ilegítimo desde todo punto de vista. En efecto, es innegable que fue impuesto de manera fraudulenta y, en último término, por la fuerza bruta, sin atenerse a los procedimientos más elementales conocidos en el mundo democrático en materia de producir leyes. 3. Un indispensable componente cultural, al que sirven de maravillas un nuevo sistema educacional escolar de Estado, por una parte; y, por otra, los medios de comunicación de masas, controlados sin contrapeso por los más poderosos intereses económicos del país. Se suman al carrito alienatorio cultural la farándula y sus bufones. Todos estos agentes lanzan a diario sus mensajes: estamos en Jauja, hay que comprar y comprar, no importa qué, porque se puede, adscribiendo a las tarjetas de crédito que han hecho del ciudadano común un esclavo del sistema. 4. La preservación en favor del sistema del aparato militar, el único existente en el país, desde sus orígenes, y el único administrador de las armas que le entrega el Estado, que, teóricamente, representa a todos los ciudadanos. Así las cosas, fue totalmente ilegítimo proclamar un estado de guerra en 1973. Hasta hoy, nunca las FFAA han sido claras en reconocer esa grave falta, como tampoco han reconocido el sesgo y compromiso político con un solo bando político civil, la derecha, que gobernó al amparo de sus bayonetas desde 1973 hasta 1990, luego de destruida nuestra antigua democracia. Pues bien, la Concertación, la supuesta enemiga de la anti-democrática constitución política a que el país fue sometido, participa en esta revolución de la derecha como en un juego de brisca. Es una pieza del naipe, que si faltara, no habría el jueguito que llamamos “democracia”, sino una vulgar dictadura. Los dirigentes concertacionistas ponen caras muy serias y muy enojonas cuando hablan contra sus “enemigos,” por una reformita por aquí o por allá, pero con ello, aun si consiguen algo, no hacen más que legitimar el intrínsecamente ilegítimo sistema constitucional chileno, y, obviamente, la continuidad de todo el sistema. ¿Por qué no se habla claramente y sin tapujos sobre la nula validez democrática y moral de la constitución vigente en Chile? Por lo menos, ese sería el comienzo de un remezón en la conciencia de la población, que, en general, cree que en Chile hay democracia y libertad plenas. El hiper-enriquecimiento de unas cuantas familias que se hicieron dueñas del país, de las transnacionales mineras que pagan los royalties más bajos del mundo al estado por la extracción de nuestras riquezas, el fraude de las AFP que esquilman a los trabajadores, que al jubilar no reciben las pensiones que debieran, sino una miseria, etc., etc., son todas cuestiones adscritas a la constitución política de 1980, que ya es una camisa de fuerza que ahoga al país cada día más y más. ¿Hasta cuándo la seguiremos soportando?

JUSTICIA PARA VICTOR JARA.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 05/01/2013. En enero de 1974, la prensa oficial de la dictadura, El Mercurio, publicaba una breve nota que sorprendió a todo el mundo. En ella, a sólo tres meses del golpe de estado, el “decano” daba cuenta de los pormenores que rodearon el asesinato del artista y cantautor Víctor Jara. Lo curioso es que la dictadura y el propio dictador, no impidieron que los detalles del crimen se dieran a conocer, y reclamaran por ello sólo quienes podían hacerlo, algunos representantes de la gobernante derecha política. La razón era muy simple. Víctor Jara había sido asesinado delante de cientos de detenidos políticos en el Estadio Chile, entre ellos, periodistas extranjeros, de todos los países, especialmente europeos y estadounidenses, que cubrían los acontecimientos de la época. Sus embajadas obligaron al dictador a liberarlos, lo que Pinochet debió hacer, so pena de serias represalias económicas y diplomáticas. El Mercurio, entonces, sólo se sumaba disciplinadamente a la estrategia oficial de la dictadura de lavar de la mejor manera posible la repugnante faz que estaba mostrando al mundo, siguiendo la misma línea iniciada meses antes por Sergio Diez, el canciller de la dictadura, el hoy arrepentido Patricio Aylwin, y Frei Montalva, por entonces el mayor soporte civil de Pinochet. Desde luego, El Mercurio, ni ningún otro medio de comunicación de tiempos de la dictadura, hablaron más del tema. Fuera del país, empero, el asesinato de Jara, horrorizó a todo el mundo. Ciudadanos y periodistas extranjeros que, junto a cientos de detenidos políticos, estaban detenidos aquel 16 de septiembre de 1973 en el Estadio Chile, apenas llegaron a sus países, contaron al unísono y con todo detalle el macabro espectáculo al que se los obligó presenciar. La noticia, que en esa telegráfica nota contaba El Mercurio, por cierto, ya se conocía en todo el mundo. Era ésta: Víctor Jara, luego de ser torturado, fue expuesto ante los detenidos. El primer implicado, el teniente Barrientos, espetó a Jara, delante de todos “¡Canta ahora, puh, huevón!”, y le extendió una guitarra. Jara, que apenas podía moverse con sus costillas y su abdomen destrozados por culatazos y patadas de bota, hizo el supremo esfuerzo de incorporarse desde el suelo, tomar la guitarra, y gritar a viva voz. “Compañeros, el teniente quiere que le cantemos. Cantémosle entonces,” y, rasgueando a duras penas la guitarra, empezó a entonar el estribillo del himno de la Unidad Popular “Venceremos, venceremos…” Barrientos, evidentemente derrotado ante aquel inesperado acto de arrojo del artista, desenfundó un yatagán y lo descargó con furia sobre la mano derecha de Jara, que estalló en sangre. Luego, él, con otros esbirros, despedazaron el cuerpo del artista, con más de 40 tiros de ametralladora. Vale decir, la noticia que hoy circula en la prensa sobre los hechos, es incompleta. En efecto, Jara fue abatido antes, y no después que los detenidos fueran sacados del estadio, lo que explica por qué hubo tantos testigos del hecho, chilenos y extranjeros, lo que ha permitido la perfecta identificación de los asesinos. Jara, desde el instante de su muerte, se ha transformado en el supremo ícono y símbolo universal del artista que lleva su arte hasta las últimas consecuencias. En verdad, hoy no hay país en que su nombre y sus mejores canciones no sean conocidas, y, desde luego, son muchos los compositores, cantautores y poetas de todo el mundo que han exaltado su figura, refiriéndose, obviamente, a su martirio. Uno de ellos, el compositor y cantante estadounidense Arlo Guthrie, en su canción “Estadio Chile,” relata con especial exactitud el infamante acto de crueldad y sadismo que fue el asesinato de Víctor Jara, hasta el último detalle. Hasta hoy, no obstante, todavía las circunstancias que rodearon aquella atrocidad son casi desconocidas. Decía el filósofo inglés Samuel Johnson que “el patriotismo es el último refugio de los canallas.” Así es. La caterva de asesinos uniformados que torturaron, violaron mujeres y asesinaron hasta niños, enfrentados a la Justicia, repiten a coro que lo que hicieron, lo hicieron por la “patria.” Esa estupidez fue por mucho tiempo insuflada en la prensa, la televisión y las radios, por otros canallas, los civiles cómplices, que sabían muy bien lo que estaba ocurriendo, y lo ocultaban, azuzando más y más, y día a día, a la fiera. Hoy, a 39 años de la muerte de Víctor Jara, se ha iniciado el proceso de hacerle justicia. Tarde, por cierto, porque siempre se supo quienes fueron los ejecutores de ese vil y cobarde acto. Tarde, también, porque la justicia pudo ser promovida mucho antes, precisamente por los gobiernos anteriores a éste, los de la Concertación, a los que, supuestamente, les correspondía hacerlo por definición.

EL CIERRE DE LA UNIVERSIDAD DEL MAR.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21, 28 / 12 / 2012. La noticia del cierre de la Universidad del Mar (U. del Mar), ha conmovido al país. La medida adoptada por el Consejo Nacional de Educación (CNE) ha sido, por cierto, radical, y hasta audaz. Como ya se está diciendo en todo Chile, se trata de dar una demostración de fuerza y “seriedad” ante el escándalo – ya internacional – en que se transformado la educación superior chilena. Lo que se olvida es que la total adscripción del sistema de educación superior al régimen subsidiario económico, importado desde Chicago durante la dictadura, ha probado definitivamente haber fracasado. De hecho, aunque está haciendo agua por todos los costados, en lugar de atacarlo desde sus raíces, hoy se ha optado por liquidar una universidad privada, que no ha cometido peores faltas que muchas de sus congéneres. Peor aun, se trata de una universidad que se había propuesto corregir rumbos, a pesar del acoso del Ministerio de Educación y “El Mercurio.” En verdad, la U.del Mar estaba condenada desde hacía tiempo, en calidad de chivo expiatorio, elegido para probar lo serio que es el CNE, y el propio gobierno. El Consejo de Iglesias Evangélicas de Chile (CIE) había ofrecido comprarla, siempre, desde luego, que no se cerrara. La comunidad evangélica quería hacer de ella la “Universidad Evangélica de Chile,” tan confesional como lo es la Universidad Católica. En manos del CIE, por supuesto, era posible tener la esperanza que la U. del Mar corrigiera rumbos definitivamente. Sin embargo, el CNE no dio a la institución ninguna chance. La verdad es que su cancelación, si se observa lo que ocurre en el resto de las universidades, debería en estos momentos decretarse para muchas más, cuyas faltas –entre ellas el lucro- han sido probadas mil veces, y públicamente. Como sabemos, la ley sobre el lucro, consagrada en la constitución del 80, era una mentira. Eso se supo siempre, y, sin embargo, todos los gobiernos, sin excepción, desde la dictadura hasta hoy, hicieron la vista gorda ante el evidente enriquecimiento de los dueños de universidades privadas. Tampoco los gobiernos movieron un dedo ante los abusos de poder en universidades estatales, cuyas mayores expresiones han sido, además de un atroz autocratismo interno, la existencia de sobresueldos injustificados de los directivos y los despidos masivos como forma de ahorro institucional. Durante mucho tiempo, invocando el seudo-principio de la “autonomía universitaria,” los gobiernos permitieron que en sus universidades, las estatales, únicas garantes de laicismo y pluralidad ideológica, no se contrataran a los mejores intelectuales disponibles en la sociedad, sino a los amigos y compadres de cofradías o grupos cerrados a los que pertenecían sus rectores. En cuanto al muy cacareado sistema de acreditación de las universidades, baste decir que no sólo fue un fiasco, sino un escandaloso fraude, por la Ley del Embudo que en muchos casos lo caracterizó, la poca seriedad y falta de transparencia en cuanto los períodos asignados de acreditación, y, claro, las coimas que lo ensuciaron definitivamente. Por cierto, acreditar una institución o una carrera universitaria con el período “mínimo” era decirle a esa institución, “Mire, usted está mal, pero le vamos a dar un plazo…” Y así, muchas universidades, tanto privadas como estatales, han estado recibiendo una especie de acreditación de “gracia,” que, sorprendentemente, se repite de manera indefinida. En fin, “alia jacta est” (la suerte está echada) decía César, como insinuando, “ya veremos cómo resolveremos los problemas que vengan.” Ahora, lo mismo dice el CNE, y por extensión, esta administración. Veremos cómo se resolverá el caso de los estudiantes cuyas carreras no existen en las universidades locales. ¿Les pagará el Estado su traslado y manutención en otras ciudades? En Chile no hay curricula universitarios nacionales. Por lo tanto, puede darse el caso que los estudiantes despedidos de la fenecida U. del Mar no sean admitidos necesariamente en otras universidades. ¿Se atreverá el gobierno a afectar la autonomía académica de éstas y ordenarles recibir a los nuevos alumnos? ¿Y qué me dicen de los jóvenes que están en proceso de titularse? Si se cierra la U. del Mar, y no han sido aprobadas sus tesis, ¿los admitirán otras universidades? ¿Y si los admiten, les darán nuevos plazos para las correcciones que correspondan? Más aun: como la U. del Mar estaba acreditada, muchos jóvenes tenían créditos bancarios para estudiar, los que tendrán que pagar, aunque no encuentren otras universidades donde estudiar. ¿O se los pagará el Estado? La papa caliente, desde luego, la tendrá que manejar el próximo gobierno, que bien podría no ser del signo político de éste, que decretó el fin de la U. del Mar.

LA MÁS NECESARIA DE LAS QUERELLAS.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 15 / 02 / 2013. Poca difusión ha tenido en Chile la querella que organizaciones nacionales de derechos humanos, que agrupan a los familiares de detenidos desaparecidos y de ejecutados políticos, presentaron hace unos dos meses contra los responsables de los delitos que involucra el golpe de estado de 1973. En verdad, es insólito que los más importantes dirigentes de la Concertación, los supuestos detractores de ese antidemocrático y sangriento hito en nuestra historia, no se hayan sumado con todas sus fuerzas a este libelo, o, por lo menos, no avienten sus alcances. La querella, ampliamente difundida por la prensa internacional, especialmente en Estados Unidos y Europa es casi desconocida en Chile por el común ciudadano. La figura criminal que impetra, bajo estrictos parámetros establecidos en el Código Penal chileno, es el alzamiento armado contra un gobierno constitucional, lo que significó el fin de la continuidad de las funciones clásicas del Estado chileno y sus órganos, como el Parlamento. La querella tiene por fin identificar a quienes participaron en el golpe, desde su instigación hasta su perpetración; y, quiénes, desde dentro y fuera del país, le dieron su apoyo material y político. Nada hay más legítimo que esta querella. Los atroces crímenes cometidos por la dictadura desde el mismo día del golpe hasta su fin, bien conocidos dentro y fuera del país, la justifican plenamente. Veamos: En Chile, se dio la figura de “terrorismo de estado,” y por un tiempo muy prolongado. Las organizaciones internacionales de hoy tipifican el terrorismo de estado como la peor expresión política que puede asumir el poder. No puede ser de otro modo, puesto que la Humanidad ha avanzado muy significativamente en las últimas décadas en cuanto la defensa de los derechos humanos. En sus puntos fundamentales, la querella recusa de manera totalmente fundada “la aplicación de leyes en tiempos de guerra” decretada por la dictadura inmediatamente de producido el golpe. Para justificar el “estado de guerra,” la dictadura y sus ideólogos contaron al país el ridículo cuento del “Plan Z,” pero ahora todo el mundo sabe que ello fue un fraude, y gracias, en primer lugar, a la desclasificación sistemática que hizo la CIA norteamericana de los documentos que probaban su participación en el golpe y en la invención del “Plan Z”. De tales desclasificaciones, nació el muy conocido Informe Church del Senado norteamericano, que lleva el nombre del senador por el estado de Idaho que presidió la comisión investigadora sobre la participación estadounidense en el golpe. El informe fue dado a conocer al mundo el 18 de diciembre de 1975, y, por ende, ya entonces, se supo en todos los continentes, menos en Chile, quienes planearon y perpetraron el golpe y sus crímenes, y quienes los siguieron instigando, justificando y encubriendo. El informe revela documentos, testimonios y declaraciones de personajes tanto estadounidenses como chilenos, entre militares, civiles, empresarios, políticos y periodistas, que revelaron, simplemente, su verdadera naturaleza. La razón de declarar el estado de guerra luego del golpe no podía ser más simple. La dictadura tenía programado matar legalmente a los dirigentes de la izquierda chilena; sin embargo, aun al aplicar las leyes de estado de guerra, el gobierno dictatorial cometió el grave delito de no respetar la Convención de Ginebra, a la que Chile había adscrito y ratificado varias veces desde su proclamación, unos veinte años antes. Por ejemplo, para dicha Convención, una guerra es tal si se reconocen claramente dos ejércitos que se enfrentan con armas similares; los prisioneros de guerra no pueden ser maltratados ni asesinados (piénsese sólo en la suerte que corrió Víctor Jara), etc., etc. La querella, basándose fundamentalmente en la mencionada Convención, hace alusión a su artículo 3º, que se repite en las 4 versiones que ha tenido hasta hoy. Este artículo establece la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad, que son precisamente los delitos cometidos por los agentes de la dictadura durante todo el lapso en que ésta se enseñoreó en el país. Aun más, la Convención también se refiere no sólo a los autores de tales delitos, sino a quienes los instigan, justifican y/o encubren. Las penas que un juez correcto, libre y neutral podría aplicar a los culpables de esos delitos van desde los 5 a los 20 años de cárcel efectiva. ¡Cómo deben estar poniendo sus barbas en remojo una serie de personajitos que hoy manejan los hilos de la política chilena!

REPRESENTATIVIDAD POPULAR Y SISTEMAS ELECCIONARIOS.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21, 14 – 12- 2012. (PRIMERA PARTE) .En torno al tema de la representatividad y las elecciones populares, lo primero que hay que entender es que no es lo mismo “representatividad popular” que “sistema electoral” o “fórmulas electorales.” La verdad es que con un sistema electoral tramposo, se puede perfectamente hacer creer que existe representatividad popular (es decir, democracia), cuando, en verdad, lo que se está haciendo es anular el carácter representativo que deben tener las elecciones. Lo peor es que la ciudadanía, al votar, avala legalmente las elecciones, del tipo que sean, como aquellas en que los resultados están planeados de antemano. Esto es lo que ocurre en el caso del sistema binominal chileno, que elige a los representantes del Poder Legislativo, i.e., los senadores y diputados. Ténganse muy en cuenta que a pesar de las muchas atribuciones que la Constitución Política de Chile otorga al Poder Ejecutivo (el Presidente de la República), el Poder Legislativo es tan o más importante que aquél, porque es allí donde se hacen todas las leyes que rigen el país. El sistema binominal de elecciones es universal. Son pocos los países que tienen parlamentos uninominales (un solo representante por distrito), como en Francia, donde, incluso, en caso que un diputado no obtenga mayoría absoluta (50% más uno de los votos) en un determinado distrito, se convoca a una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados. Binominalismo, como su nombre lo indica, significa la elección de dos representantes por distrito, y este el sistema que rige las elecciones parlamentarias chilenas. Nada sería anormal ni recusable, si no fuera porque el binominalismo chileno no es proporcional; es decir, la representatividad popular de los elegidos no se basa en los votos que obtengan los candidatos, sino la lista binominal en la que estaban inscritos. Esto hace al binominalismo chileno un fenómeno excepcional en el mundo. ¿Por qué los autores de la Constitución Política idearon distorsionar la fórmula binominal, que es proporcional en todo el mundo democrático de hoy? Muy simple: el binominalismo chileno no se ideó para elegir a los representantes que el pueblo quiere, sino, fundamentalmente, para evitar que se derogue el orden constitucional impuesto por un sector político del país -la derecha-durante una dictadura militar. Así las cosas, lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo es que con el sistema binominal que rige en Chile la administración del orden consagrado en la Constitución la comparten en calidad de duopolio las dos mayores coaliciones políticas existentes. Sobran los ejemplos de cómo la voluntad ciudadana ha sido burlada en Chile, en cada una de las regiones del país. Quizás el caso más elocuente fue el primero de todos, en orden cronológico. En las primeras elecciones de senadores de post-dictadura, en 1989, Ricardo Lagos ganó por lejos a su oponente mayor, Jaime Guzmán (precisamente el autor del binominalismo que nos rige). Sin embargo, Lagos no fue elegido, sino Guzmán, porque la lista de la Concertación no dobló en votos a la de la derecha. La situación llegó a los lindes de lo tragicómico cuando, luego del asesinato de Guzmán, terminó siendo senador su compañero de lista Miguel Otero, quien obtuvo aun menos votos que Guzmán, apenas el 15, 31%; exactamente la mitad de la votación de Lagos. Por supuesto, por éste y muchos ejemplos más, al sistema binominal de elecciones chileno no se lo puede catalogar como democrático. Para cambiar leyes importantes, es preciso dos tercios de los votos de los parlamentarios en dos terceras partes de las circunscripciones del país (¡dos terceras partes en todo el país!), lo que, por supuesto, es imposible. Lo más curioso de todo, es que Jaime Guzmán no es, como se cree, el “genial” autor del sistema. No, Guzmán lo copió al pie de la letra a Wojciech Jaruzelski, el gobernante comunista polaco de principios de la década de 1980. Se recordará que por entonces, el pueblo de Polonia tenía paralizado el país exigiendo democracia y libertad, que allí entonces no existían. Jaruselski impuso el sistema binominal no proporcional (como el nuestro de hoy) para las primeras elecciones legislativas de la Polonia de post-guerra, con el fin que su Partido, llamado Partido Obrero Unificado de Polonia, siguiera gobernando. Exactamente fue lo que ocurrió en Chile. Jaime Guzmán, que, paradojalmente se declaraba el más convencido de los anti-comunistas, copió el sistema de una dictadura… comunista (CONTINUARÁ). ………………………………………………………………………….. (SEGUNDA PARTE) Al igual que en Polonia, y como muy bien lo sabe todo el mundo, en la dictadura de Pinochet gobernó un solo sector político, la derecha. Más claro aun, quien gobernó fue sólo un puñado de individuos, sus dirigentes mayores. Gobernaron con el poder absoluto en sus manos, sin oposición y bajo un clima nacional de persecución, represión y amedrentamiento. La radicalizada impronta política de la dictadura, condijo perfectamente con el predominio del sector derechista menos respetuoso de la democracia, que, luego del fin de la tiranía, se organizó mayoritariamente en la UDI. Comparemos: En Polonia -uno de los varios estados satélites de la ex - Unión Soviética- ante la arremetida popular por terminar con la dictadura imperante, sus dirigentes, con Wojciech Jaruzelski a la cabeza, inventaron el binominalismo no proporcional, para seguir gobernando. En Chile, la derecha lo copió para eso mismo, para seguir gobernando, sobre la base de una constitución política que ella se creó para su beneficio (la que aún nos rige, y que consagra el sistema neo-liberal imperante en todas las esferas de la vida social). Por supuesto, como Polonia es hoy un país verdaderamente democrático, el sistema binominal no proporcional de elecciones fue a dar al tacho de la basura, como una “vergüenza histórica,” como lo llaman los polacos. Como es lógico, allí los comunistas son sólo un partido político más. Aquí, en cambio, la derecha, en estricto rigor, sigue gobernando, porque las reglas del juego - la Constitución de 1980 - las fijó ella, y son incambiables. Desde luego, este sistema sólo puede regir donde la democracia y la libertad no existen. Rige sólo, además de Chile, en Azerbayán y Georgia, dos estados que son parte de la actual Federación Rusa, y que persisten en una violenta lucha por independizarse. En Chile, el sistema binominal está consagrado en dos leyes, la N° 18.556 sobre inscripciones electorales y servicio electoral de 1986, y la N° 18.700, sobre votaciones populares y escrutinios, de 1988. Ambas son leyes orgánicas constitucionales, y, por lo tanto, su derogación significa que quienes quieran derogarlas o modificarlas seriamente deben doblar a sus sostenedores (la derecha) en mucho más de la mitad del país. Además, los plebiscitos vinculantes populares para cambios de la constitución (el método normal a seguir en cualesquiera países democráticos del mundo para ese efecto) no existen; por lo tanto, no pueden ser convocados por nadie, ni siquiera por el Presidente de la República. Por favor, díganme, ¿qué democracia es ésta? Cuando hubo alguna esperanza de eliminar el sistema binominal, fue cuando Pinochet fue atrapado por la justicia internacional. El gobierno de Chile, entonces de la Concertación, era la única instancia que podía salvar al sátrapa. La ultraderecha política haría todo por salvar al ex – dictador, porque en ello iba salvar su propia imagen nacional e internacional, que, en un juicio a Pinochet fuera del país, revelaría al mundo su complicidad en las atrocidades que se cometieron en ese oscuro período de nuestra historia. Era la gran oportunidad de la Concertación para negociar el fin del sistema binominal. No ocurrió nada. En el mejor de los casos, una vez salvado Pinochet, se iniciaron tímidas conversaciones para sólo moderar o corregir parcialmente el sistema. Hoy, nadie en las dos coaliciones mayores está proponiendo eliminar el sistema binominal –como fue en Polonia - sino sólo reformarlo. Hasta ahora, las fórmulas propuestas redundan en aumentar la cantidad de parlamentarios, dando la posibilidad a los partidos y coaliciones menores de acceder al Parlamento. La Concertación está proponiendo agregar 30 escaños suplementarios en el senado, elegidos proporcionalmente de las listas que superen un umbral de un 5%. Algunos dirigentes de la derecha han declarado que aceptarían añadir más candidatos a las listas (no dos como ahora) y/o añadir una lista nacional, en donde los nuevos cupos se asignen bajo un método proporcional a los partidos que obtengan como mínimo un 5% de los votos. Huelga decir que todos esos arreglines se suceden día a día a pesar del amplio rechazo ciudadano al sistema. Una encuesta de la CEP, realizada entre noviembre y diciembre del año pasado, arrojó un resultado impresionante: sólo el 17% de los encuestados opinaron que el sistema binominal debe mantenerse… pero allí sigue, e indefinidamente.

ELECCIONES Y VOTO VOLUNTARIO

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 2/ 11/ 2012. Vuelvo a mi columna semanal en Diario 21. Mis escrúpulos me aconsejaron dejarla durante el tiempo de la campaña electoral municipal, en la cual participé como candidato. En fin, reinicio mis artículos con éste, que he titulado “Elecciones y Voto Voluntario.” …………………………………………… La anulación de la obligación cívica de votar sólo ha servido, y, aparentemente, seguirá sirviendo, para afianzar más los gobiernos de sólo los dos grupos políticos mayores, la derecha y la Concertación en Chile; y en Iquique, la derecha y el sorismo. Vale decir, el voto voluntario es, al fin de cuentas, la versión municipal del sistema binominal parlamentario vigente. La ausencia ciudadana a las urnas en las recientes elecciones municipales de casi los dos tercios del electorado inscrito, fue el acontecimiento que con más fuerza marcó estas elecciones. Reveló de manera rotunda el mayoritario desencanto ciudadano por la “res publica,” que, por lo demás, ya había tenido alguna expresión en las votaciones parlamentarias y presidenciales pasadas. Por supuesto, ello deslegitima en gran medida la validez representativa de cualesquiera comicios electorales, y, por extensión, del triunfo electoral de los propios elegidos. En verdad, el voto voluntario, que fue un acuerdo entre la derecha y la Concertación (como en infinitud de materias, con arreglo al canon de la consabida “política de los acuerdos”), pone el camino muy cuesta arriba , a las agrupaciones minoritarias terciarias, en cuanto capacidad de crecimiento e influencia política en la población. Son agrupaciones y partidos que, por cierto, también tienen propuestas y programas, que, simplemente, no pueden dar a conocer debidamente, sobre todo por falta de medios financieros. Además, son programas que, además de ser distintos de los que tienen los dos bloques mayores, cuestionan el sistema político vigente, que esos bloques, muy contentos, sostienen. Así las cosas, siempre votarán mucho más los “leales” y los "duros;" es decir, los electores tradicionales de las dos coaliciones mayores, que, muy sugestivamente, son una ínfima minoría comparados con el resto de los electores inscritos que no votan, los chilenos, que, mayoritariamente y de todas las edades, al ver las cosas como fatalmente incambiables, hoy son presa de la indiferencia por la política, y se sustraen totalmente de ella. El efecto de esta situación no puede ser más alarmante para el sistema democrático chileno, ya bastante imperfecto. A este oscuro panorama cívico hay que agregar el hecho que en Chile no existe la obligatoriedad para los candidatos a alcaldes, ni legal ni por tradición (como sucede en todo país democrático del mundo), de presentarse en debates públicos, no sólo de cara a sus contendores, sino a la sociedad entera. Como la única forma de estar objetivamente informado en política es conocer los planteamientos de todos, y muy especialmente de los contrarios a las ideas propias, la inexistencia del debate público obligatorio, sólo significa que en Iquique, quienes sufragaron por los candidatos más votados, más lo hicieron por “duros,” por “tincada,” “para que no ganara el otro contrincante mayor,” o porque se dejaron llevar por las apabullantes, faranduleras y multimillonarias exhibiciones de propaganda, que hicieron un verdadero circo de lo que debió ser un serio ejercicio cívico. No puede ser más lamentable que los dos candidatos más votados, Soria y Dubost, nunca quisieron exponerse a la discusión pública de sus programas y propuestas, y aun así, consiguieron más votos. Ante los ojos de cualquiera persona que nos mire desde fuera, este hecho, es, por lo menos, insólito. Pero al final de cuentas, el gran vencedor de las elecciones municipales pasadas, fue el ausentismo, que alcanzó en Iquique, como en todo el resto del país, casi los dos tercios del electorado. Por ende, el alcalde electo, Jorge Soria, sabe bien que no fue elegido como lo fue hasta 1973, cuando el 80% o más del electorado inscrito votaba, y quienes eran menores de 21 años (la edad para tener derecho a votar en esa época), luchaban fervorosamente por tener ese derecho. Hoy, Soria y sus seguidores deberían considerar el hecho que el nuevo alcalde fue elegido con alrededor de sólo el 15% de los electores; además, completamente desinformados sobre lo que pensaban y proponían los otros candidatos. En verdad, un rasgo de humildad y prudencia del alcalde electo (que, francamente, no espero) sería que oyera las opiniones y consejos de los que fueron sus adversarios en esta bien poco representativa elección municipal, y que se haga asesorar siempre por los expertos y especialistas más calificados disponibles en la región, en todas las materias posibles. Tales expertos aquí existen, como por ejemplo, en materia de Educación y medioambiente, de las que, dicho directamente, el nuevo alcalde no entiende nada –como ya se está viendo- ni tiene por qué entender necesariamente.

¡EL AGUA SE AGOTA!

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 16 -11-12. El sostenido agotamiento del agua potable para Iquique es evidente. En verdad, ya es indiscutible. También es evidente que ante ello, las autoridades de gobierno y comunal han estado actuando como si esto no estuviera ocurriendo ante nuestras propias narices. Por cierto, el problema del agua, que ya es muy serio para los agricultores del interior de Tarapacá, debe ser el mayor que tendremos en Iquique; por lo menos, en una proyección de mediano plazo. Veamos: El agua que consumimos los iquiqueños se obtiene de napas y de un par de pozos que hay en la ciudad. Es agua de origen fósil, y de unos 6000 a 8000 años de antigüedad, lo que significa que es de buena calidad. A la vez, sin embargo, no es renovable. Vale decir, el agua que se ocupa, no vuelve a recuperarse. Bien, entonces, hay que hay que tomar medidas, y ahora, porque el agua está cobrando un acelerado ritmo de extinción. Veamos algunas. Primero, llama poderosamente la atención que las empresas mineras sigan trayendo a la costa enormes cantidades de concentrado de cobre por mineroducto, utilizando miles de toneladas de agua que es potable. Es preciso que termine esa práctica, y, además, lo antes posible. También llama mucho la atención a extranjeros que visitan nuestra región, el hecho que el agua potable, en una zona tan desértica como la nuestra, se esté utilizando para el regadío de pastos, e incluso, para los servicios de aguas de evacuación. A comienzos del siglo pasado, en Iquique se dio una experiencia muy interesante. Las necesidades de agua durante mucho tiempo, desde la época peruana hasta bien pasada la nacional, se solucionaban con barcos aljibes que traían el agua desde otras regiones. Aquello resultaba de mucho menor costo que recabar la instalación de redes de cañerías en la ciudad. Esta situación era, por supuesto, un verdadero drama para la población. Cuando se empezaron a hacer las primeras instalaciones sanitarias, hubo dos sistemas de tuberías, uno de agua potable, para el consumo humano; y otro de agua de mar, para las aguas servidas. ¿Qué impide en nuestros días una solución semejante, ante la seguridad que en el futuro no tendremos más agua? Gracias a la tecnología moderna, la solución en nuestros días es indudablemente menos difícil que aquel remoto pasado nuestro, porque ni siquiera estamos obligados a la instalación de tuberías para agua de mar, pues está la posibilidad concreta de desalarla, como se hace en cientos de regiones del mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, en ciudades como Tucson, en el desierto de Arizona (que es unas 40 veces más seco que nuestro desierto de Atacama), se usa agua desalinizada para las instalaciones industriales y regadío de parques y áreas verdes. El agua potable, por lo tanto, está reservada sólo para el uso de la población. En nuestros días, desalar el agua de mar ya no ofrece las dificultades del pasado, y, además, las máquinas e instalaciones para ese efecto ya no son de gran costo. De hecho, las hay en Antofagasta y otras regiones del país. Muy concretamente, por ahora, aguas desaladas debieran utilizarse para el regadío de áreas verdes. Eventualmente en el futuro, pienso que podrán cubrir otros sectores, como el de las aguas servidas. Resolver el problema del agua, así como el de las plantas termoeléctricas, es asunto de las autoridades. El único argumento para no resolverlos, aquellos y muchos más, es la carencia de recursos financieros. Por supuesto, todos sabemos que nada se puede hacer sin plata. ¡Pero que eso lo digan los gobiernos y autoridades de países naturalmente pobres y subdesarrollados! Chile es un país de cierto desarrollo e inmensamente rico en riquezas naturales, que se venden todas a buen precio. Difícilmente los problemas del Norte Grande, entre ellos, el sostenido agotamiento del agua, se acabarán si los iquiqueños nos quedamos en nuestras casas esperando que las autoridades centrales, parlamentarias y comunales, se involucren en su solución. En el mejor de los casos, no lo han hecho con la fuerza y aprensión necesarias. Por lo menos, para el caso de detener la instalación de plantas termoeléctricas en nuestras costas, y frenar el sostenido agotamiento de nuestras aguas, quizás no habrá más remedio que organizarse y actuar, a la manera que lo hizo hace poco, y con inusitado éxito, la población de Aysén.

EL ITINERIARIO DEL SISTEMA BINOMINAL DE ELECCIONES.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21, 28 – 12- 2012. Vuelvo al tema del binominalismo, que, probablemente, es el más importante de todos, si hablamos de democracia y representatividad popular. Por cierto, ante la imposibilidad de eliminarlo, la Concertación ha optado por proponerle reformas, y sin éxito. El ex – presidente Patricio Aylwin envió a comienzos de 1992 un proyecto de ley que proponía ampliar el Senado a 54 miembros electos en 13 circunscripciones de tamaño variable (de 3, 4, 6 y 8 escaños cada una), y también la Cámara de Diputados, que tendría 164 miembros electos en 45 distritos de 3, 4 y 5 escaños cada uno. La iniciativa fue rechazada por la derecha en el Parlamento. Después, Eduardo Frei constituyó en 1995 una comisión técnica que redactó un informe con varias propuestas de redistritaje, todas las cuales mantenían en 120 el número de diputados, y en 47 el de senadores. Al igual que la propuesta anterior, ésta también asimilaba las circunscripciones a las regiones, con lo que pasaban a tener 2, 3, 4, 6 y hasta 8 escaños. El proyecto no tuvo destino, otra vez por el rechazo de la derecha. A fines de diciembre del 2005, días después de las elecciones presidenciales de ese año, Ricardo Lagos envió a la Cámara de Diputados un proyecto de ley con carácter de urgencia, cuyo fin era eliminar el número fijo de 120 diputados y comprometer al Congreso Nacional a buscar un nuevo sistema electoral en el período de un año. Una vez más, este nuevo proyecto fue rechazado por la derecha. Algunos días después de haber asumido la ex – Presidenta Bachelet, ella formó una comisión para estudiar modificaciones al sistema binominal. A participar en esta comisión fue invitada la derecha, mas ésta no aceptó integrarse a ella. La comisión entregó tres propuestas, todas variantes de un sistema proporcional plurinominal que aumentaba el número de diputados a 150 y de senadores a 50. La propuesta, ya como rutina, fue rechazada por la derecha. No obstante ello, esta vez el presidente de RN Carlos Larraín entregó una propuesta de cambios al sistema. Era la primera presentación formal de un partido de derecha tendiente a modificarlo. La propuesta ampliaba a 10 los cupos adicionales de diputados, mediante un mecanismo proporcional que contemplaba dos cupos parlamentarios para cada partido que obtuviera más del 7% de los votos a nivel nacional (a diferencia de la propuesta anterior de un 5%). Tampoco la idea prosperó, y no porque la Concertación se opusiera, sino la UDI. Los intentos de reforma se retomaron en abril de 2007, cuando el ministro José Antonio Viera-Gallo presentó una nueva propuesta. Se agregaban 20 diputados a la Cámara, que corresponderían a los candidatos que estuvieran más cerca de ser electos diputados, con 5 escaños adicionales para las coaliciones y partidos que hubieran alcanzado el umbral del 5% de los votos. La propuesta fue rechazada de inmediato por la UDI, y RN, después de muchos discursos, terminó por sumarse a la UDI. Con Piñera, el tema ha vuelto al tapete. Pepe Auth, cabeza del PPD, lideró la vuelta a la vieja propuesta de aumentar en 30 escaños la cámara de diputados, asignados a todas las listas que superaran el 5% de los votos en función de una compensación a su déficit de proporcionalidad. En tanto, RN planteó dos alternativas para aumentar a 50 los cupos senatoriales: crear cinco o seis nuevas circunscripciones, o bien sumar a 10 senadores nacionales. Otra vez, nada de eso ha prosperado por la oposición de la UDI (esta vez, en contra de su aliado, RN). Desde comienzos de 2012, Piñera ha realizado encuentros con los cuatro ex - presidentes de la Concertación, para la discusión de diversos temas, entre ellos el sistema binominal. La Concertación está proponiendo ahora un sistema “proporcional moderado,” con un aumento en el número de diputados para los distritos más grandes. RN y la DC unidas presentaron un nuevo proyecto, un sistema proporcional corregido, que incluía el cambio del sistema presidencial chileno por uno semipresidencial; y últimamente, el senador y vicepresidente de RN Baldo Prokurica ha vuelto a poner en la mesa la vieja propuesta de RN de 2006, la de entregar "cupos compensatorios" a los partidos que obtengan más del 7% de los votos. Por supuesto, aumentar el número de parlamentarios no significa que el sistema será proporcional, el signo ÚNICO que rige las elecciones populares en todas las democracias del mundo. En Chile sigue siendo el sistema proporcional la única vía para cambiar la constitución política vigente, impuesta al país de manera fraudulenta, desde 1980 hasta hoy, por la derecha civil y su aliado militar.

“NUESTROS HERMANOS MENORES.”

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 18 DE ENERO DE 2013. Cuando San Francisco de Asís, uno de los santos más emblemáticos y populares de la Iglesia Católica, pronunció ésa su célebre definición de los animales hace unos 750 años, no lo hizo porque conocía el genoma de los seres vivos, sino como expresión de amor hacia ellos, partiendo de su inspiración amorosa primigenia, las enseñanzas del Nazareno. Francisco, sin embargo, no estaba equivocado. En cuanto seres vivos, es muy poco lo que separa al hombre de los animales; incluso, sus “hermanos menores” lo aventajan, y lejos, en la capacidad sensorial. El desarrollo cerebral, por razones ampliamente discutidas por la Antropología, por cierto, ha puesto al hombre en gran ventaja sobre ellos, y, en teoría, puede hacer de los animales lo que le venga en gana. Sin embargo, ello tiene un poderoso límite, la propia inteligencia del hombre, que lo hace perfecto sabedor de lo que es el bien y el mal, y con ello, de lo que es el abuso y la barbarie contra los débiles. Sin embargo, el hombre ha hecho demasiado contra la vida de sus “hermanos menores,” a quienes el santo de Asís amó tanto. Por ello es que han sorprendido las recientes palabras del obispo católico de Punta Arenas, Monseñor Bernardo Bastres. Mientras el problema de los perros callejeros se discutía públicamente en esa ciudad, Bastres declaró que la naturaleza, según señala el libro Génesis de la Biblia, ha sido puesta por Dios “al servicio del hombre.” A la par, y sobre la base de ese escrito bíblico (como decía Saramago, “un catálogo de crueldades”), proponía que se programara formalmente el aniquilamiento físico de los 12.000 perros callejeros que había en Punta Arenas. Luego de su declaración, y sin programa ni nada parecido, las calles de la ciudad aparecieron llenas de perros muertos por envenenamiento, una muerte indescriptiblemente lenta y cruel, observada, además, por muchos transeúntes, entre ellos niños. Como en los tiempos vaticanos de fines de la Baja Edad Media y del Renacimiento, a este obispo, en verdad, no le falta hipocresía ni inescrupulosidad política. Luego del escándalo público y la manifestaciones populares que se hicieron y se siguen haciendo en su contra, echó pie atrás y consiguió lanzar una declaración pública conjuntamente, nada menos que con quienes le espetaron su crueldad, las sociedades defensoras de los animales de la ciudad. En la declaración, Bastres y los animalistas punta-arenenses, protestan por la matanza de los animales, y hasta piden castigar a los culpables, todavía no identificados. Pragmático y astuto este cura, y no sólo por haber embobado a los animalistas de Puntas Arenas, sino por una inusitada pilatunada anterior. Poco antes del 21 de diciembre de 2012, Bastres había declarado en una de sus misas dominicales que no creía que el mundo acabaría ese día, pero aun así, llamó a los fieles que sí creían en esa patraña “que donaran sus bienes a la iglesia”… En fin, el punto central en todo este asunto, es que en nuestro país no existe una política clara y seria sobre el tema del trato a los animales, como sí sucede en otros países, y no sólo desarrollados. Ello da lugar a que individuos como Bastres llamen simplemente a matar a los perros callejeros, sin siquiera, por lo menos, oír los argumentos de las agrupaciones que defienden la vida animal y abogan por la erradicación definitiva, hecha ley, de toda forma de violencia y crueldad contra ella. En Chile, es urgente que, por fin, el estado formule una política clara, humana y civilizada sobre los animales. Chile exhibe un récord vergonzoso en cuanto a especies desaparecidas de nuestro paisaje por sólo obra del hombre. Hoy, es preciso legislar, y pronto, sobre el tema de los perros callejeros en los marcos de la adopción, la esterilización y, en casos extraordinariamente extremos, la eutanasia. Por ley deben prohibirse, 1. Matar animales exclusivamente por su piel, para la confección de abrigos, como nutrias y chinchillas. Incluso, a estos seres vivos se los cría con ese espantoso objetivo, perfectamente sustituible por la tecnología industrial moderna. Aun más, las técnicas empleadas en la industria peletera –que deberían cerrarse- rayan en el sadismo más atroz imaginable. ¿Sabían ustedes que esos animales son desollados vivos, para conservar “la brillantez de la piel”? 2. El uso de animales de entretención, especialmente en circos y en los zoológicos basados en el método del encierro. 3. La experimentación animal, hoy algo perfectamente evitable, y, 4. La caza animal, un remanente absurdo de la época troglodita, cuando, en todo caso, el hombre cazaba para sobrevivir, y nada más. Una vez más, nuestros políticos profesionales (a menudo tan inútiles) tienen la palabra.

LA CRISIS DEL SISTEMA EDUCACIONAL Y EL CIERRE DE LA UNIVERSIDAD DEL MAR.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21, 16 / 11 / 2012. (PRIMERA PARTE) Las diarias irrupciones en las calles del estudiantado universitario y secundario y las severas críticas de intelectuales y de organismos internacionales (OCDE, entre otros) sobre el sistema educacional chileno, no son, obviamente, obra del azar. Por cierto, reflejan la aguda crisis por la que éste atraviesa, y, particularmente, la educación superior. Empecemos por referirnos a ella, puesto que hoy nos ocupa el inminente cierre de la Universidad del Mar. La educación superior acusa una grave crisis, probablemente la peor de su historia. El país ya se acostumbró a los escándalos de lucro que algunas universidades del sector privado probadamente han obtenido y, eventualmente, aún obtienen, en clara violación de la Ley (¡si hasta el ex – ministro de Educación Joaquín Lavín, admitió haber lucrado cuando era directivo de una de ellas!); los sobresueldos que rectores de universidades estatales y sus cercanos se adjudican unilateralmente en su favor; los despidos masivos de académicos y funcionarios en esas mismas universidades, a vista y paciencia de su único dueño, el Estado; los abusos de poder y la ausencia de instancias democráticas de participación de todos sus estamentos, que ha traído como consecuencia un clima de temor sin precedentes entre docentes y personal de apoyo, que se encuentran en la más franca indefensión, puesto que nadie, ni ley alguna asegura su estabilidad laboral. A este oscuro panorama, se suma el peor de todos: la progresiva baja en la calidad y exigencia académicas, cuyos efectos ya se están advirtiendo en la calidad profesional de sus egresados. Para rematar, las universidades chilenas –salvo algunas estatales solamente- realizan muy poca actividad investigativa, y menos aun en materia de vinculación con el medio (antes, “extensión universitaria”). Todo empezó con el experimento neo-liberal chileno en educación, impuesto al país revolucionariamente y por la fuerza en 1973. A partir de entonces, todas las universidades, sin excepción, se transformaron en objeto de mercado. El Estado perdió todos sus institutos profesionales, puesto que la dictadura los vendió a precio de huevo a empresarios privados, mientras a la par se permitía el surgimiento de decenas de universidades privadas, en el marco ideológico propio del liberalismo económico, la “competencia.” En fin, la educación superior ahora se compra, lo que antes del golpe militar de estado no era así. Por el contario, era un derecho, y, como tal, de alta calidad y gratuito. Con el advenimiento del régimen subsidiario en Educación, se impuso la noción que compitiendo las “mejores” universidades prevalecerían sobre las demás, fueran estatales o privadas. Como sabemos, para los acólitos de Milton Friedman y su escuela de Chicago, competir por dinero es la garantía universal de calidad; pero, lo que, en su ceguera monetarista, los Chicago boys no podían ver, era que no es posible introducir el régimen de la competencia por dinero en las instituciones sociales que tienen que ver con las cosas del espíritu, como la educación. Por ejemplo, a la buena educación escolar, salvo excepciones, sólo acceden las familias provenientes de los minoritarios estratos sociales más acomodados, garantizando así el ingreso de sus hijos a las universidades. En suma, la premisa neoliberal fue falsa. Es sólo cosa de ver los resultados. Rápidamente, el país advirtió que las universidades no competían en calidad, sino por dinero, a pesar de la dictación de la hipócrita ley que, en el caso de las universidades privadas, les prohibía lucrar; y para las estatales, sostenerse a duras penas como si fuesen empresas sustentables independientes del Estado. En los hechos, que es lo único que importa, la tal competencia por calidad resultó ser competencia por cuáles universidades se las arreglaban para cazar y retener más clientes (perdón, estudiantes). Aunque a mucha gente –tal vez la mayoría – no le gusta oír la verdad, digamos con todas sus letras que aquí las universidades están compitiendo por dar más facilidades de ingreso a ellas. Por lo tanto, la exigencia de la Prueba de Selección Universitaria (PSU), salvo el caso de las universidades más importantes del país, se ha transformado en un requisito casi sólo nominal. Además, otro hecho objetivo es que, de manera progresiva, quizás medio inconscientemente, la exigencia académica ha ido decreciendo, con el propósito central de retener a los alumnos ya captados. Total, subsistir es siempre lo primero (CONTINUARÁ). ……………………………………………………………………………….. (SEGUNDA PARTE) Cuando las cosas ya estaban pasando la raya; es decir, cuando estaban en el nivel del escándalo, incluso internacional, al Estado le vino en mente aplicar un sistema de control de calidad ya viejo en el mundo desarrollado, el Sistema de Acreditación de las Universidades (SAU). La idea era buena, porque por fin se pondría coto a la falta de seriedad que ya estaba caracterizando a la educación superior. Sin embargo, el peso del sistema que rige la vida económica del país, el neo-liberalismo, resultó ser más fuerte. SAU, además de estar su transparencia en entredicho público, ha probado ser extremadamente ineficiente. Un solo ejemplo: lo primero que llama poderosamente la atención en la decisión de MINEDUC - con el ministro Beyer - a la cabeza, de solicitar el cierre de la Universidad del Mar al Consejo Nacional de Educación (CNED), es que ella fue efectivamente acreditada, y, precisamente, durante esta administración. En verdad, el trámite que ha iniciado MINEDUC con miras a cancelar la Universidad del Mar, más parece un golpe de propaganda del gobierno que otra cosa, justo a poco tiempo de la próxima elección presidencial. Por supuesto, qué mejor impacto mediático que dar una demostración de autoridad y preocupación por la calidad de las universidades, mandando a la hoguera a una de las más grandes, con sus 22.000 alumnos, con todos los riesgos de reubicación y finalizaciones de carreras que eso implica, los que, por supuesto, muy difícilmente se podrá solucionar en debida forma. Para rematar, se lanza al desempleo a cientos de docentes y funcionarios. Esta demostración de “seriedad” necesitaba una víctima, y el chivo expiatorio fue la Universidad del Mar. Si se observa el comportamiento académico y administrativo del conjunto de las universidades chilenas, se podrá fácilmente constatar que muchas de ellas han acusado y aún acusan los mismos problemas y fallas que hoy tienen en capilla a la Universidad del Mar, entre ellas, algunas privadas y estatales del propio Consejo de Rectores (la llamadas “tradicionales”). En verdad, hace mucho tiempo que el duopolio que gobierna el país debió intervenir en la Educación superior. Hasta las propias universidades tradicionales - sobre todo las de provincia, que son las parientes pobres del sistema – debieron entrar en el juego de la “competencia,” eliminando asignaturas, evitando al máximo contratar profesores “caros” (los de alta graduación, obtenida en países desarrollados, por supuesto), y haciendo de la exigencia de puntajes de PSU, una cuestión de decisión discrecional, no aplicable como sistema, sino según las necesidades financieras de la institución. Entonces, con respecto al interés del gobierno de Piñera por cerrar la Universidad del Mar, no sólo llama la atención que ella se haya acreditado durante su mandato, sino que se pida su cierre justo cuando se yergue como la única que abierta y públicamente se encuentra en proceso de corrección de sus fallas administrativas y académicas, con arreglo a la Ley. Por ejemplo, hoy la Universidad del Mar puede probar que no hay en ella magnates que estén lucrando, lo que difícilmente podrían probar otras. Además, ha conseguido estabilizarse académicamente lo suficiente como para recabar con normalidad este año académico. La campaña de Beyer, que, a todas luces, no es ecuánime, ya ha dado sus frutos. Esta universidad no tendrá alumnos nuevos en marzo próximo, ni los antiguos- fuera de los que aterrorizados por la campaña del gobierno ya se han ido de ella- podrán optar al CAE, (Crédito con Aval del Estado), debido a la situación de “acusada” en que se encuentra. A Beyer se sumó, curiosamente, “El Mercurio,” que hizo público, ante las propias narices del ministro, un informe sobre la Universidad del Mar que era, estrictamente y por ley, reservado. Ahora, la filial local del “decano,” en entrevista a una alumna, llama indirectamente a los estudiantes a irse a otras universidades, agregando, además, que hasta hay veterinarios haciendo clases en la carrera de Medicina, lo que, ya averiguado, es completamente falso. Seamos serios. Si en el plazo de, digamos, un año, después de un examen objetivo sobre los resultados de los esfuerzos que está haciendo la Universidad del Mar por estabilizarse, se comprobara que tales esfuerzos han sido infructuosos, bien puede MINEDUC impetrar ante el CNED su cierre. Esto, empero, lo obliga moralmente a actuar igualmente, y de inmediato, sobre TODAS las demás universidades.

EL MAYOR PROBLEMA DE IQUIQUE, LAS PLANTAS TERMOELÉCTRICAS Y EL SOSTENIDO AGOTAMIENTO DEL AGUA POTABLE.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 25 / 01 / 2013. Por su enorme importancia, vuelvo al tema de las plantas termoeléctricas, que ya se instalaron en nuestras costas, a unos pocos kilómetros de Iquique, con el objetivo de proveer de energía a las empresas mineras; y por supuesto, al trato del problema mayor de todos, el agua. Las plantas termoeléctricas: Como todos los iquiqueños y los habitantes de nuestras caletas lo saben, estas plantas son extremadamente sucias y contaminan no sólo el aire, sino las aguas del mar y las arenas, produciendo un enorme daño a las poblaciones que las circundan, y, desde luego, a la flora y fauna marina, cuyas desastrosas consecuencias están a la vista. En efecto, cada día disminuye más la reproducción natural de los peces, moluscos y algas, lo que afecta la pesca artesanal, de la que viven cientos de familias. Mientras tanto, en decenas de kilómetros a la redonda el aire que respiramos se vuelve cada vez más tóxico. Como era de esperar, en nuestro país, en que la verdadera democracia está ausente, a la ciudadanía nunca se le preguntó nada sobre la instalación de estas plantas. Nunca, tampoco, se tomó en cuenta la opinión de quienes nos hemos opuesto con todas nuestras fuerzas a su instalación. Las alcaldías capitaneadas por Soria y Dubost, más la mayoría de los concejales, tanto de derecha o de la Concertación, se dejaron llevar por la corriente economicista (en favor de las grandes empresas, por supuesto) y, o bien han admitido estas plantas con los brazos abiertos, o no han hecho nada por cerrarles definitivamente el paso a su continua instalación. Las alcaldías, desde prácticamente siempre, no han tenido nunca una política energética definida, ni siquiera para el mediano plazo. Ahora debiera tnerla, por la gravedad de la situación en que nos encontramos. Es hora de tomar la determinación de hacer uso de nuestras enormes potencialidades naturales en la materia, y que la energía solar y la eólica se proyecten como las proveedoras de energía a la ciudad y los sectores industriales. Es preciso la decisión política de producir un cambio profundo en materia de energía, que detenga, por fin, el crimen ecológico y contra la vida humana en la cuenca iquiqueña que se está cometiendo. Puede que el comienzo sea difícil, incluso costoso, pero loo que está en juego es la salud de la población e, incluso, la vida humana misma, además de la animal y vegetal de la región. Tenemos a nuestro favor, nada menos que la primera fuente de vida terrenal, el sol. ¿Sabían ustedes que nuestra región es el lugar del planeta en que cae mayor cantidad de energía solar por metro cuadrado? Y el agua… El agotamiento sostenido del vital elemento sigue siendo el mayor problema que la regiòn entera tendrá que enfrentar en el futuro. Este es un hecho evidente e indiscutible. Ante ello, las autoridades actúan como que nada ocurriera. El agua que consumimos los iquiqueños es de origen fósil. Esto significa que es de buena calidad, pero, a la vez, no es renovable. Es un crimen que desde hace demasiado tiempo, el agua nuestra se utilice para el regadío de pastos y para el servicio de aguas servidas. Para salvar el agua, por ahora, es preciso obligar a las empresas mineras que se lleve cobre metálico, y deje de estar bajando miles de toneladas de concentrado por el mineroducto, utilizando miles de toneladas de agua. Es la hora de constituir un poderoso movimiento ciudadano cuyo objetivo sea impedir que se siga terminando con nuestras fuentes acuíferas. También es necesaria la urgente instalación de una planta desalinizadora de agua, acompañada de un sistema de doble tubería, para aguas fósiles (la potable) y otra para aguas desalinizadas, para el regadío y las aguas servidas. Hace un siglo, Iquique sufría por la carencia de agua. Se instalaron entonces estas dos tuberías distintas, que con creces dieron una excelente solución al problema de la escasez de agua en esos tiempos. El único argumento para no iniciar la instalación en nuestras costas de plantas desaladoras de agua, es el financiero. Por supuesto, todos sabemos que nada se puede hacer sin recursos. ¡Pero que eso lo digan los países naturalmente pobres! Chile es inmensamente rico, y gracias a su zona norte. Existen, y de más, los fondos para solucionar nuestros problemas energéticos y de agua ¿No es hora que los usamos, por fin y de una vez por todas, en ben3eficio de la población? ………………………………………………………………