miércoles, 29 de enero de 2014

¿QUÉ SE NOS VIENE LUEGO DEL FALLO DE LA HAYA?

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 31 / 01 / 2014. La solución al conflicto que nos tenía enfrentados al Perú no fue jurídica. La Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJH) se formó para dirimir problemas territoriales entre países con el único fin de evitar que éstos vayan a la guerra, fin que merece el mayor respeto. Por lo tanto, la CIJH, como tenía que ser, optó por una decisión que quiso ser salomónica en el litigio. Objetivamente, no lo fue realmente, porque hubo un ganador. En efecto, si bien la CIJH reconoció la existencia de fronteras y el hito 1 como punto de partida en la discusión, Perú obtuvo unos 50 mil kilómetros cuadrados de mar, que antes eran de Chile. Ese era su objetivo mayor. De modo que la petición peruana de no reconocerse la línea que delimita ambos territorios a partir del Hito 1, fue sólo un distractor que no puede engañar seriamente a nadie. Si bien la CIJH aceptó que el límite fronterizo ya había sido fijado y acordado, libre y bilateralmente, por ambos países en la Declaración de Santiago de 1952, cual fue siempre el argumento clave de Chile, como compensación por la admisión de esa verdad inobjetable, estableció, a favor de Perú, que la frontera marítima de ambos países se extendiera por sólo 80 millas, algo realmente incomprensible. Es esa la razón por la cual Perú ganó el diferendo. Es una pérdida, como lo fue Laguna del Desierto, territorio perdido a Argentina durante la dictadura. ¿Por qué todo esto? ¿Por qué en la antigua democracia chilena, ganábamos siempre, como fue con Palena, con estudios y mapas elaborados por geólogos y cartógrafos chilenos, como nuestro Freddy Taberna? Pues, porque hoy a Chile se lo ve solitario en el continente, lo que explica su falta de apoyo internacional en materia de litigios territoriales, cuestión clave para que a un país le vaya bien o mejor en ellos. Debemos integrarnos más a la familia de países latinoamericanos, que cada día se apartan más de los planes globales del imperio estadounidense, a los que felices se sumaron tanto la derecha como la Concertación. Por no integrarse con convicción y la mayor decisión a Latinoamérica, nuestro país ha perdido viejos y fieles aliados como Venezuela, Brasil, Uruguay y Ecuador, cuyo apoyo diplomático pudo ser decisivo en el reciente fallo. Ahora, hay chilenos que piensan que el resultado del fallo da lo mismo, porque los recursos marinos de las zonas en litigio se los devora en su exclusivo beneficio el clan Angelini y otros más, así como los forestales, industriales, comerciales y mineros; y que el pueblo trabajador seguirá siendo igualmente explotado. Esto es, lamentablemente, cierto. Chile es el paraíso del liberalismo económico; es decir de los más expoliadores monopolios nacionales y extranjeros, a los que nunca les ha importado un comino el bienestar de las mayorías nacionales. Sin embargo, aun así, a la mayoría de los chilenos, incluidos los más humildes, el fallo no les era indiferente porque saben que la territorialidad es clave en la proyección histórica de cualquier país. Algún día no habrá países ni fronteras, y la única patria humana será la Tierra, en un mundo de paz y solidaridad. Sin embargo, por ahora, la realidad es que las naciones existen, y la nuestra limita con dos con las cuales no hemos conseguido compartir una confianza y armonía que sean permanentes. Por lo tanto, debemos cuidar nuestro territorio, porque es el único lugar sobre el cual, precisamente, los que creemos que las cosas están mal, podremos construir una sociedad nueva, justa e igualitaria. Pues bien, nuestros problemas no han terminado. Perú, seguirá litigando, por esto o lo otro, y en abril próximo Bolivia nos llevará a La Haya, aferrándose al principio del “derecho expectaticio,” producto del compromiso firmado en 1975 entre dos repugnantes dictadores, Pinochet y Banzer. El dictador chileno ofreció a su congénere boliviano una salida al mar por el norte de Arica, a sabiendas, ambos, que sólo Perú puede autorizarla, según el pacto chileno-peruano de 1929. La hermana Bolivia necesita salir al mar y debemos satisfacer esa aspiración, pero no sobre la base del espurio trato Pinochet-Banzer, sino de la paz y la cooperación bilateral, sin admitir el menor daño a nuestra soberanía territorial.

miércoles, 22 de enero de 2014

EL FALLO DE LA HAYA

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 24 /010 2014. Si nuestros gobernantes de la post-independencia hubiesen comprendido bien el sacrificio y la doctrina política de los Libertadores, se habrían unido y conformado una gran comunidad de naciones latinoamericanas, tan poderosa como solidaria, y con un régimen económico basado en la justicia social y la cooperación internacional entre nuestros países y pueblos. Hicieron todo lo contrario. Nuestras naciones se dividieron y se desangraron en guerras que fueron siempre alentadas, para su beneficio, por los grandes imperios modernos, con la complicidad de las élites aristocráticas terratenientes criollas. El diferendo limítrofe con Perú es sólo reflejo de ello. Así como el pueblo chileno no fue beneficiario directo del salitre, hoy nuestro mar, incluida la zona que reclama Perú en estos momentos, se lo reparten amigablemente unos cuantos voraces clanes económicos, que, además de enriquecerse sin ninguna consideración por el interés nacional, tienen en la miseria a miles de pescadores artesanales, y en la explotación más inicua a otros miles de obreros portuarios. En Perú, es igual. No serán los pobres los que se beneficiarán con el fallo favorable de La Haya. El Estado peruano está organizado sobre la base de la desigualdad social, la miseria y, en buena medida, por la corrupción política. El actual conflicto, precisamente, lo detonó Alan García, el mismo gobernante peruano que, luego de ser desaforado como senador por cargos de corrupción y fraude, debió esconderse como un delincuente en casas de amigos, para luego huir de su país (¡y ni hablar de Fujimori!)Esto es tan cierto que en las últimas campañas presidenciales en que García participó como candidato, sus adversarios Toledo y Humala le enrostraron que pudo volver al Perú no porque se hubiese dictado un fallo absolutorio por sus fechorías, sino sólo porque sus delitos, simplemente, habían prescrito. Hoy da pena como los tres, muy unidos, las emprenden contra Chile haciendo propia la iniciativa emprendida por García, y así, avivando revanchismos y patrioterismos que hagan olvidar al pueblo peruano los agudos problemas económicos y sociales que tiene. Lo mismo ya había hecho Fujimori, que llevó a su país derechamente a la guerra con Ecuador, también por disputas territoriales, en 1995. En efecto, Perú, unilateralmente, ha abierto un foco de conflicto que sólo aumentará las tensiones y la xenofobia entre nuestros países. Es un país inmenso, con una costa tan grande y rica, que por una bagatela de aguas, el gobierno peruano no tenía razón alguna para poner en peligro la paz y la estabilidad internacional en la región; vale decir, perfectamente el diferendo pudo discutirse y resolverse a nivel diplomático. Chile también tiene sus responsabilidades, por lo menos por no haber aclarado bien y en su oportunidad el tema fronterizo con Perú antes del tratado de 1929, y por mostrarse tradicionalmente como un país cerrado e indolente a la petición boliviana de una salida al Pacífico. En fin, el hecho es que nuestro país se ha edificado sobre bases territoriales que no pueden ser discutidas ahora, pasados ya 135 años después de la Guerra del salitre. La revisión de cualesquiera líneas fronterizas es inaceptable, y esto es válido para cualquier tipo de gobierno o de Estado, del signo ideológico-político que sea. Evidentemente, la tinterillada que exhibe Perú para conseguir mover hacia el sur su frontera marítima con Chile, puede perfectamente tener éxito. Se reduce a un solo argumento: hasta ahora, según Perú, en la zona en disputa, no hay demarcación de fronteras, sólo un tratado sobre explotación pesquera, y las fronteras de tierra y mar se trazan, por costumbre, con una línea recta desde su inicio terrestre, en este caso, desde el Este. Lo más probable es que La Haya acoja ese reclamo, y su fallo, aunque sea relativo y salomónico (dejarnos un pedacito del triángulo que reclama Perú), será una derrota para Chile, puesto que siempre, todos los gobiernos chilenos, sin excepción, han alegado la inmutabilidad de nuestra soberanía fronteriza a partir del paralelo 18º, 21min, 0,3” al norte de Arica; agregando, además, el principio “uti possedetis” sobre el área hoy en disputa, desde la devolución de Tacna al Perú, en 1929. Entonces, lo que no deja de llamar la atención, es por qué Chile llegó a esta situación. Ningún país que haya tenido antiguas guerras por territorios y con pleitos aun pendientes con un vecino problemático y hostil, debería someter a terceros su soberanía territorial, sobre todo si ha transcurrido un tiempo demasiado largo desde el origen de un conflicto. Si seguimos siendo signatarios del Pacto de Bogotá, que obliga a acatar los fallos de la Corte Internacional de La Haya, habrá que prepararse para nuevos litigios y pérdidas territoriales, pues éste ha sido sólo el comienzo; quizás sólo un “tanteo” para nuevas reclamaciones. ¿Por qué no se llama a plebiscito para decidir si seguimos o no en ese pacto, máxime si, evidentemente, nada indica que ahora nos irá bien?

miércoles, 15 de enero de 2014

VICTOR CAVIERES.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 17/ 01/ 2014. Esta vez, perdonen, pero será algo personal. O quizás, no tanto, porque hablaré de una persona como muy pocas han pasado por Iquique. Me refiero, rindiéndole, además, mi personal homenaje, al profesor normalista y deportista Víctor Cavieres. Por casualidad, sólo porque me encontré en un supermercado con un ex - condiscípulo de la escuela básica, supe con gran pena que había fallecido hace unos meses. Más tarde, mi pena fue mayor cuando me enteré por otras personas que sabían detalles de sus últimos días, que murió lejos de Iquique, en Vallenar, abandonado en un asilo de ancianos, solo, enfermo, pobre y olvidado. Si así fue su fin, parafraseo a Gabriela con su proverbial… “el pago de Chile.” Mi primer contacto con Víctor Cavieres se produjo cuando yo tenía 10 años, en 1951. Mis padres se habían cambiado de casa, desde la calle Latorre arriba con la antigua 7ª Oriente, a Juan Martínez, justo al frente de la Escuela Centenario Nº 6. Entonces, como era lógico, continué allí mis estudios primarios. Entré a cursar el quinto año de primaria y mi profesor fue Víctor Cavieres. Era un hombre joven, atlético, siempre bien vestido (por algo lo apodaban “el chute Cavieres”) y de mediana estatura. Se había graduado en la Escuela Normal de Copiapó, y comenzó su vida laboral en varias escuelitas de la pampa salitrera, como la de Humberstone. Tenía entonces 24 años cuando fue mi profesor de aula, según nos decía. En mi ya bastante larga vida he conocido a muchos de sus ex - alumnos, tanto de los años de antes que fuese mi profesor, como también de los muchos que siguieron después. Todos concordamos, absolutamente todos y sin ninguna excepción, que don Víctor era, además de un excelente instructor, un preceptor como los hay muy pocos en esta vida. Era bondadoso, respetuoso con los niños y tenía una paciencia y disposición a la comprensión y al perdón como ningún otro maestro que he conocido –con todo el respeto que todos ellos me inspiran. Con él, aprendí que uno progresa en el saber y en los mejores valores humanos leyendo buenos libros, como las fábulas de Esopo o El Quijote, de cuyas páginas cada viernes por la tarde nos leía un capítulo. También sabía mucho de Pedagogía, especialmente sobre la metodología directa Montessori, y nos llevaba a la playa, donde nos enseñaba biología marina, o al Matadero de Iquique a ver en el mismo lugar la reproducción de las moscas. Tampoco podría olvidar que nos enseñó a jugar su gran y amado deporte, el fútbol. Con él, íbamos a la cancha del “Iquitados” (que hoy ocupa la ZOFRI), y allí aprendíamos sistemáticamente cómo se ataca, como se defiende y, sobre todo, cómo se juega en equipo. Pero no sólo fue excelente maestro. Fue también uno de los mejores deportistas que ha conocido la historia de Iquique. Fue back derecho y central de los clubes Maestranza y Cóndores de aquellos años, y llegó a integrar la selección de Iquique, en esos tiempos sólo amateur. En 1955, el equipo de Iquique se coronó campeón de Chile en fútbol amateur. Imagínense el impacto que eso produjo en el alma iquiqueña. Entonces ya vivíamos la crisis del salitre y de las pesqueras, en una ciudad pobre, de no más de 25 mil habitantes, olvidada por el Estado de Chile y con una autoestima social bajísima. Así y todo, ganamos. La celeste había formado, entre otras legendarias figuras como Miñano, Sola, Benimellis y Fuentes, con el formidable defensa Víctor Cavieres. A este excelente maestro educador y gran deportista de Iquique, nadie le ha rendido los homenajes públicos y oficiales que merece. ¿Por qué?

domingo, 12 de enero de 2014

TURISMO, CAVANCHA Y COMERCIO AMBULANTE.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 10/ 01 / 2013. La verdad es que no hay razones serias ni éticas para expulsar a los vendedores ambulantes que se instalan en los lugares de mayor afluencia peatonal y turística. Con el cansador cuento del "turismo," a los alcaldes y sus adláteres políticos, tradicionalmente les vienen inexplicables ínfulas de “gran ciudad,” sobre todo en estos períodos estivales, y las emprenden contra los estos humildes coterráneos nuestros. Por cierto, no puede ser más ridículo que, abierta o disimuladamente, las autoridades quieran ocultar la pobreza y cesantía que nos afectan a todos. En fin, el asunto se reduce a si se expulsa o no a los vendedores ambulantes que ocupan las calles y paseos por donde más deambulan los iquiqueños y los turistas. En el fondo, sólo llevar a la discusión este problema responde a la cultura del arribismo, la hipocresía, y el aparentar lo que no se es. ¿Por qué diablos aparentar? No es así en prácticamente todo el mundo, desde París, Nueva York, Londres y Roma (donde los migrantes ambulantes abundan) hasta los países más pobres del Tercer Mundo. Por ejemplo, en un país pobrísimo, como es Egipto, nunca ha disminuido el turismo, a pesar de los millones de pobres –sobre todo, niños- que asedian a los visitantes extranjeros para venderles, u obligar a comprarles, cualquiera cosa. Lo mismo ocurre en Jordania, El Líbano y en los países de África Negra. No es distinto en el subcontinente latinoamericano. En uno de los tres países más turísticos del mundo, Méjico, desde las pirámides de Teotihuacán y Chichén Itzá hasta el interior del Metro de Ciudad de Méjico, llegan miles de ambulantes que ofrecen objetos de todo tipo, incluyendo películas y música pirateadas, ante lo cual nadie se escandaliza. Vale decir, las autoridades de esos países, aunque sean conservadoras y reaccionarias (lo que, por supuesto no es nuestro alcalde, quien tiene mucho que decir en el asunto) no son hipócritas ni arribistas, y, simplemente, hacen la vista gorda. Vale decir, no ocultan la realidad objetiva de la pobreza, y dejan actuar al comercio ambulante. Además, como no son torpes políticamente, resuelven así, y en buena medida, los clásicos agudos problemas del subdesarrollo que afectan a sus países, como el hambre, la cesantía y la delincuencia. Los hombres, mujeres y niños que venden en Cavancha, en calle Tarapacá o en las inmediaciones de la Plaza Prat, no lo hacen por molestar ni porque les guste, sino porque deben sobrevivir. ¿Y el "comercio establecido," que tanto reclama contra los ambulantes? Lo siento, pero este tipo de comercio no está formado por personas necesitadas y, además, no pueden quejarse demasiado de cómo marchan sus negocios, puesto que en Iquique se vende y se compra mucho. En cambio, nuestros coterráneos más pobres deben comer y vivir de la manera más digna posible. Además, nunca disminuirá la delincuencia que tanto nos afecta a todos, y muy especialmente a los propios turistas, si a los ambulantes se los obliga, por la fuerza bruta, a abandonar los lugares en que mejor puedan vender sus mercancías. A falta de políticas de Estado serias para terminar realmente con la pobreza y los sueldos y pensiones miserables, que obliga, incluso a las mujeres e hijos de los trabajadores más pobres, a salir a la calle a vender cualquier chuchería, el comercio ambulante es una válvula de escape que debemos solidariamente aceptar, aunque todos quisiéramos que sólo fuera transitoria. Los ambulantes deben seguir en donde están, haciendo lo suyo para sobrevivir. Ello, en verdad, más parece molestar a las autoridades que a los turistas y a los iquiqueños.

miércoles, 1 de enero de 2014

CHILE, BOLIVIA Y LO QUE LOS LIBERTADORES QUERÍAN DE NOSOTROS.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 3 /03 / 2013. En nuestra primera infancia, nuestros maestros nos enseñaron quienes eran O’Higgins, Carrera y Rodríguez. Recuerdo muy bien la definición que nos dio de ellos don Guillermo Santander, mi primer maestro en la vieja escuelita 16: “Ellos son los Libertadores de Chile,” nos enseñó. Poco después aprendimos con otros maestros que los Libertadores, continuadores de la antigua lucha de nuestra etnia mapuche, no sólo eran chilenos, sino también naturales de otros países americanos: San Martín, Bolívar, Artigas, Sucre, entre muchos más. Lamentablemente, no se nos enseñó con claridad lo que unía por igual a los hombres que finalmente consiguieron la independencia: la lucha común por derrotar al colonialismo español en cada colonia americana para luego, indefectiblemente, unirse férreamente en una confederación de naciones capaz de hacer frente con éxito a los nuevos imperios que en la forma de la dominación económica impedirían nuestro desarrollo y total independencia. Bolívar, el primero y el más importante de ellos, lo intentó con su “Anfictionía de la América del Sur,” pero, por desgracia, los grandes nuevos imperios, en connivencia con las élites aristocráticas criollas, consiguieron mantenernos divididos indefinidamente, azuzando guerras y odiosidades que facilitaron la explotación de nuestros pueblos y riquezas. Con ello, advino, inevitablemente, la disgregación, la dependencia económica y política, y la pobreza. A los Libertadores se les rinde homenaje a diario en nuestros países en las escuelas, regimientos y actos protocolares, mencionando sólo sus hazañas militares, evitando referirse al sentido y la esencia que ellas tuvieron: la unidad latinoamericana. Este fue el primer y más apasionado mensaje que los Libertadores dejaron a las generaciones americanas que les sucederían; es decir a nosotros. ¿Hemos realmente honrado su memoria? Por supuesto que no. Probablemente, el caso que refleja que tal mensaje no ha sido oído en dos siglos, es la actual situación entre Chile y Bolivia. Nosotros, los nortinos, más que nadie, debiéramos liderar la lucha por terminar con tan lamentable situación. Nuestros políticos y dirigentes se desgañitan clamando en pro de la descentralización del país y de la autonomía regional, pero la verdad es que no se ve que se jueguen de verdad por terminar con el viejo clima de hostilidad existente entre Bolivia y Chile. A las estupideces racistas del almirante golpista José Toribio Merino en los años 80, se sumó el año pasado un penoso incidente que nos dejó muy mal parados internacionalmente, el largo arresto de unos conscriptos bolivianos que por error traspasaron nuestra frontera. Mientras tanto, Bolivia no cesa de impetrar, ante todo el mundo, una salida al mar a través de Chile. Entiéndase de una vez por todas, que los Libertadores tenían razón, en cuanto nuestro desarrollo está indisolublemente ligado a la unidad latinoamericana. Chile es muy rico, pero no tiene petróleo ni gas, y el norte –es decir, la tierra donde vivimos y de donde no nos queremos ir- ya acusa carencias de buena agua, proceso que, objetivamente, sigue ineluctablemente en curso. Ya no es posible que nuestros dirigentes y líderes políticos olviden que Bolivia es un país inmensamente rico en gas, con más de 54 trillones de pies cúbicos en reservas probadas, como también riquísimo en agua. Ya es hora de tomar la cosa en serio. Una salida al mar para Bolivia sería no sólo el gesto más fraterno imaginable para el hermano pueblo boliviano, tal como nos lo demandarían hoy los Libertadores si se alzaran de sus tumbas; sino, además, la segura solución a los problemas de energía y agua que tenemos. Que este nuevo año 2014 sea lo más auspicioso en iniciar avances en fraternidad y cooperación entre la hermana Bolivia y nosotros.