miércoles, 29 de octubre de 2014

ASAMBLEA CONSTITUYENTE PARA CHILE

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 24/ 10/ 2014. Cada vez que irrumpen en las calles los estudiantes, o cuando los trabajadores votan huelgas, vienen las más engatusadoras promesas – habilidad que ya desde ha harto tiempo caracteriza a la clase política profesional de nuestro país- y los más emolientes llamados a tener paciencia, y “no pedir más de la cuenta,” “por el bien de la Patria,” etc. Los estudiantes vuelven a sus liceos y universidades y los trabajadores a sus puestos habituales de trabajo. Todo eso, para volver un año después a lo mismo, una y otra vez. Antes de las grandes eclosiones sociales (vale decir, cuando la paciencia ciudadana se acaba), lo primero que surge es la desconfianza del pueblo hacia sus gobernantes. Pues bien, eso ya está ocurriendo en Chile. Piénsese sólo en el nulo respeto que tiene el grueso de la ciudadanía hacia la clase política, la prácticamente nula participación ciudadana en los partidos, y la magra concurrencia de los chilenos en los actos eleccionarios. De todos los países que eligen sus autoridades políticas en elecciones libres, si se cuentan todos los ciudadanos que pueden votar, inscritos o no inscritos en los registros electorales, Chile bate el récord mundial en baja participación. En efecto, no existe país democrático en el que el Presidente de la República sea elegido con menos de un cuarto de apoyo popular, lo que ocurre porque el pueblo no ve que las cosas cambien yendo a votar. Ante un conflicto laboral o social, la autoridad política cede a veces, con alguna que otra modificación a tal o cual ley, u ofrece leyes nuevas, pero que no alteran la sustancia y esencia de nuestro orden económico y jurídico, la gran fuente de las desigualdades y pobreza que sufre una enorme masa de chilenos. La actual constitución política fue impuesta al país en dictadura y en un escandaloso fraude plebiscitario del que nadie, absolutamente nadie (incluyendo sus autores), ignora su espuria naturaleza. Desde el advenimiento de la democracia, hace ya 25 años, la gran promesa de los políticos que sustituyeron a la dictadura fue cambiar la Constitución de 1980, y eso es sólo posible a través de una Asamblea Constituyente. No existe otro camino, y cualquier otro sería ilegal, además de moralmente ilegítimo. Hace un año, en su campaña presidencial, la actual Presidenta prometió una nueva constitución, pero ahora está insinuando que sería decidida y redactada por nuestros desprestigiados parlamentarios. Ante situaciones de conflicto, como la que hoy vivimos, en cualquier país democrático del mundo, rico o pobre, los gobiernos llamarían a la elección de una Asamblea Constituyente (como ya ha ocurrido en toda América Latina, menos en Chile), que fije un orden nuevo sobre el cual construir una sociedad más limpia y justa. Por supuesto, sería un acto cívico informado, de voto secreto y vinculante. Aunque todas las encuestas indican que la abrumadora mayoría del país está por una nueva Constitución, un grupúsculo de individuos, sucedáneos de los autores de la actual, parapetados en el Parlamento, lo impiden gracias al sistema binominal de elecciones, creado por ellos mismos. La actual constitución la redactaron no más de siete personajes, militantes de un solo bando político, la derecha y ultra-derecha nacional. La impusieron al país en un plebiscito fraudulento, al amparo de las bayonetas que gratuitamente les prestaron nuestras Fuerzas Armadas, supuestamente de todos y cada uno de los chilenos. Por todo ello, la constitución política chilena es espuria, falsa e ilegítima; por lo tanto, no merece el respeto de ningún chileno que quiera vivir en un país libre. ¡Asamblea Constituyente, ahora!.

EDUCACIÓN Y LA PRESIDENTA EN ALEMANIA.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 31/ 10/ 2014. Michelle Bachelet ha sido honrada en Alemania con el título de Doctor Honoris Causa en la Universidad Técnica de Freiberg. Esta universidad cumplía en estos días 250 años de existencia, lo que hace del título otorgado a la Presidenta una distinción doblemente honrosa. Freiberg, la pequeña ciudad que alberga esta gran universidad, está ubicada en el norte de ese país, en la región que durante la Guerra Fría fue la Alemania del Este, donde la Presidenta vivió el exilio, luego de huir del país en los años 70 - entonces una muchacha - tras el asesinato de su padre, perpetrado por orden de la feroz dictadura fascista que campeó en Chile durante 17 años. La distinción a Bachelet no ha pasado inadvertida en el mundo entero, aunque, desde luego, más debe importarnos a nosotros los chilenos, sobre todo a quienes laboramos en el campo de la Educación. En la formalísima ceremonia en fue conferido el título, el rector de la Universidad, Herr Dr. Bernd Meyer, como es de rigor, pronunció tanto en alemán como en castellano la razón de la distinción, a saber: los esfuerzos de Michelle Bachelet por procurar para todo el pueblo de Chile y sin distinción alguna una educación de calidad y gratuita. Por ende, los ojos de toda Europa están puestos en Chile y en su sistema educacional; y más que eso, en la disyuntiva de si se cumple o no con la actual Reforma Educacional, cuyo fin ulterior es precisamente el que aludió Meyer. El discurso de agradecimiento de Bachelet tuvo aciertos y desaciertos. Hizo bien la Presidenta en recordar al gran científico alemán Alexander von Humboldt, ex-alumno y académico de esa Universidad, cuyas mayores investigaciones oceanográficas y geológicas las realizó en Chile con todo el apoyo de nuestros gobiernos. También hizo muy bien, en recordar la amable acogida que tuvieron en Chile los miles de alemanes que, huyendo de la persecución política en su país, se refugiaron en el sur de nuestro país en el siglo XIX, acogida que, como lo enfatizó la Presidenta, los alemanes retribuyeron de igual forma con los chilenos exiliados en los tiempos de la dictadura de Pinochet. Sin embargo, como ya es habitual en nuestros mandatarios, Bachelet se refirió equivocadamente a la gran “gracia” de nuestro desarrollo, la supuesta superioridad chilena en el ingreso per cápita con respecto a “todos” los países latinoamericanos. Por cierto, fue contradictoria al señalar luego la triste verdad que estamos entre los países del mundo que acusan las mayores desigualdades de ingreso en el mundo, lo que no pudo pasar inadvertido ante la reflexiva audiencia alemana en el acto. La Presidenta también se refirió a la educación en Alemania, observando que ella puede ser para Chile un “importante referente.” Ojalá fuese así, porque en Alemania la educación es enteramente gratuita, igualitaria, democrática, descentralizada, participativa, diversificada y de altísima calidad. Pues, que sea ese referente, justo ahora, cuando los profesores chilenos se encuentran en huelga y en las calles protestando por el sostenido incumplimiento de viejas promesas contenidas en la “Agenda Corta” del Magisterio. En el referente alemán es impensable la existencia de deudas históricas a los maestros y sus vergonzantes sueldos, los contratos a plazo fijo con la consiguiente zozobra e inestabilidad laboral y, desde luego, el financiamiento masivo de la educación privada, mientras la pobreza y carencias materiales abundan en centenares de escuelas del Estado.

jueves, 16 de octubre de 2014

12 DE OCTUBRE, NADA QUE CELEBRAR.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO EL LONGINO, 11 / 10/ 2013. No existe, ni ha existido nunca, la menor razón para celebrar en Chile el “Día de la Raza.” En verdad, ese nombre sólo conlleva la más supina ignorancia. Por ejemplo, todavía hay muchos chilenos – y latinoamericanos también - convencidos que este día se refiere a nosotros; es decir, a lo que sería nuestra “raza.” Otros, un poco más leídos, creen que el día nacional de España se llama “día de la raza.” Vamos por parte: En primer lugar, el solo el nombre de ese día es un error. Todos los sociólogos del mundo, entre ellos los estadounidenses Mac Iver y Page, enseñan que sólo puede admitirse la existencia de una raza, la humana, puesto que, como lo ha determinado el descubrimiento del genoma, las diferencias entre los seres humanos son biológicamente insignificantes, tanto como lo son el color de la piel o ciertos rasgos de la forma del cráneo. Por lo tanto, desde el punto de vista netamente científico, hoy sólo puede hablarse de “pueblos,” “etnias” y “comunidades,” y no de “raza.” El gobierno español, advertido por sus hombres de ciencia sobre el ridículo internacional que hacía su país con el divertido nombre “día de la raza,” anuló ese título, y lo cambió, por decreto constitucional de 1987, por el de “Día Nacional de España.” Es decir, no existe el “día de la raza.” Entonces, es muy serio que en nuestras escuelas aún se siga repitiendo ese error. El 12 de octubre, entonces, es el día patrio español. Sin embargo, hoy una fuerte corriente intelectual y cívica española exige anular definitivamente este día como día nacional, porque recuerda una fecha en que los españoles, cegados por la sed de oro, impusieron a las civilizaciones y pueblos aborígenes americanos el despojo, la esclavitud, los asesinatos en masa, las torturas y mutilaciones más atroces concebibles, sin precedentes en la historia humana, sólo merced a la ventaja que les daba su moderna maquinaria de guerra. Por cierto, el empalamiento de Caupolicán y la mutilación de Galvarino, por ejemplo, eran actos rutinarios de represión a lo largo y ancho de América, como lo fueron también los descuartizamientos y las quemas masivas de indígenas. Esto lo saben los propios españoles, tanto así que muchos proponen que en lugar del 12 de octubre, el día nacional de España sea uno que recuerde una efeméride acorde con la libertad y los Derechos Humanos, y no es vergüenza. Ese día podría ser, por ejemplo, el día de la victoria de los Reyes Católicos sobre el Islam a comienzos de 1492, evento que marcó el nacimiento de la España de hoy; el del natalicio de Miguel de Cervantes, el novelista más excelso de la historia; o los días de la heroica resistencia del pueblo español contra el invasor napoleónico en Aranjuez. Hoy, en toda América Latina, gracias al desarrollo educacional y a la información que nos ha traído la post-modernidad, crece la conciencia de lo que realmente fue el 12 de octubre de 1492, lo que bien reflejan los miles de latinoamericanos que protestan año a año en este día. Si bien es cierto que con la invasión de España el nuevo continente entró en la corriente cultural predominante en el mundo entonces, la europea, no es menos cierto que ello fue al precio de la desaparición, en menos de un siglo, de más de la mitad de los habitantes originarios americanos, víctimas de la explotación en las minas y en las plantaciones de caña o tabaco, de las enfermedades traídas desde Europa, y la más abyecta opresión. Finalmente, algo harto divertido: Colón no llegó a Guanahani el 12 de octubre, sino el 21 de ese mes, según la corrección del calendario gregoriano con respecto al juliano, ya vigente en 1492. Nada, pues, no hay nada que celebrar el 12 de octubre.

jueves, 9 de octubre de 2014

VIOLETA

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 10 / 10 / 2014. Hace unos días se cumplieron 97 años del nacimiento de la primera figura de nuestro folclor, Violeta Parra Sandoval. La televisión y muchas radios la recordaron, es cierto, aunque de modo ostensiblemente breve. En verdad, fueron lagrimones de cocodrilo, porque, porque luego de evocar escuetamente su obra, se oyeron una o dos de sus canciones, para luego, como es normal, seguir con la programación de rutina, con esos sones o ruidos que llaman “juveniles,” que, por cierto, para toda persona que algo tenga de gusto, incluidos los jóvenes que piensan, es, en lo grueso, chatarra sin ninguna calidad, en ningún sentido, y para rematar, gringa, aullada en inglés, idioma que prácticamente aquí nadie entiende. “Este es el pago de Chile”, como decía otra gran mujer nuestra, Gabriela Mistral. Sin embargo, a Violeta, como ya es habitual, se la recordó en todas partes del sub-continente latinoamericano, como también en Europa. No es para menos, porque esta mujer campesina caló como nadie, y hasta el fondo, el alma del pueblo de Chile. Como gran poetisa, descifró el amor y todas las pasiones humanas, con la gran ventaja sobre todos los poetas que lo hizo con música. Mas, no sólo eso: también denunció en su arte, sin temor, las injusticias y abusos que se cometen en nuestro país contra los pobres, los preteridos y los más débiles. Muerta ya, por propia elección, y en el mayor abandono oficial, era natural que durante la dictadura nadie se atreviera a oírla en casa, y si se hacía, debía ser con bajo volumen. Esta visión de lo que fue el Chile en tiranía, me recuerda una de las más emotivas experiencias personales de mi vida. En aquel infamante período de nuestra historia oí a Violeta fuera de mi país. Viajaba por España, en Andalucía. Una tarde, en un tren, me sacudió de mi letargo viajero un grupo de soldados andaluces, todos conscriptos en servicio militar, que volvían a sus hogares un fin de semana. Vestían uniforme militar y botas, y llevaban una guitarra, con la cantaban canciones de su patria. De pronto, empezaron a entonar “Gracias a la Vida.” No pude contenerme y me acerqué a ellos, sumándome al coro. Por supuesto, les dije que era chileno, del país de la autora de la canción más bella escrita en mi país. El que tocaba la guitarra, me pidió que siguiéramos con Violeta, y así cantamos varias más, entre ellas la universal “Volver a los Diecisiete.” Con estupor, me di cuenta que aquellos jóvenes, si no entera, conocían esta canción, así como varias más. Mi reflexión fue obvia: mientras soldados de un país que no era Chile cantaban a Violeta, en su tierra, a la que ella dedicó su vida entera para descifrarla en su arte, los soldados chilenos la prohibían. Qué pena sentí entonces, casi la misma de hoy, cuando tan poco se la recuerda.

miércoles, 1 de octubre de 2014

ELECCIONES Y DESFILES ANTE LA CPC.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 03/ 10 / 2014. En los marcos del trato del caso Penta por fraude al fisco, el presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) Andrés Santa Cruz, ante todo el país y sin el menor desparpajo, en un reciente programa de Televisión Nacional, declaró que "un desfile de políticos pasan por las empresas para que les donen dinero." No dijo quienes son éstos, y, por supuesto, debe hacerlo porque esta acusación, lanzada al voleo, conlleva la noción que todos quienes deciden nuestro destino como nación reciben plata desde donde ésta más se acumula, las faltriqueras del gran empresariado privado; es decir, donde anida la "raison d' être" del sistema político y económico vigente, neo-liberal subsidiario, el mismo que la mayor parte del país quiere cambiar. El tal "desfile de políticos" (léase, candidatos) ante la CPC sólo puede ocurrir en dos ocasiones: las campañas electorales, y llegado el momento en que los elegidos deben aprobar o rechazar una ley. Más claro todavía: si un parlamentario, alcalde, Core, concejal o el propio presidente de la República participó en ese “desfile,” al votar una decisión determinada, una ley o enviar un mensaje presidencial al Parlamento que involucre dinero, bien puede estar siendo coimeado o, simplemente, devolviendo el favor que “generosamente” le hicieron los dueños de la plata en Chile cuando era candidato. Ergo, si las elecciones son una actividad pública, ¿por qué las atraviesa el dinero privado? La legislación vigente es extremadamente oscura al respecto. Existen legalmente los “aportes reservados” (es decir, secretos) a los candidatos. Si los aportes son secretos, no tienen límite, y, claro, como provienen de los magnates de la CPC, no los recibirán quienes sean sus adversarios políticos, sino sus defensores, en mayor o menor medida, según cómo devuelvan el favor. Por lo expuesto, aunque parezca ingenuo decirlo, planteo que los “aportes reservados” para las campañas electorales deben anularse por completo, que su financiamiento debe ser estatal, por lo menos hasta un 90%, y, por ende, ser igualitario para todos los candidatos; y, finalmente, que el 10% restante sólo debe provenir de personas naturales, y no de los imperios económicos reinantes en Chile. De este modo, las campañas electorales serían transparentes, sobrias, sin el ridículo circo farandulero que les conocemos ni el despliegue de miles de millones tirados en las calles mientras faltan camas en los hospitales o pupitres en las escuelas. Sobre todo, serían serias, basadas exclusivamente en la argumentación política. ¿Quiénes son los candidatos que más millonadas reciben de los mecenas de la CPC? Al parecer, casi todos, unos más, otros menos; aunque muchísimo más quienes explícita y abiertamente protegen sus intereses; es decir, la derecha histórica. Datos duros del SERVEL: bajo el concepto de “aportes reservados,” en la reciente campaña presidencial, Evelyn Matthei recibió $2.312.122.905, Michelle Bachelet, $1.405.681.423; Marco Enríquez-Ominami, 240 millones, Tomás Jocelyn-Holt 19 millones; y la humilde pobladora Roxana Miranda, 0 pesos. ¿Es justo esto?