jueves, 8 de octubre de 2015

NADA QUE CELEBRAR

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 09 / 10/ 2015. El 12 de octubre es para muchos el día del “Descubrimiento de América” y también el “Día de la Raza.” Con esos nombres lo celebran todavía autoridades y escuelas en Chile. En muchas de ellas nuestros niños cantan el himno nacional de España y se leen apologéticos poemas a Colón, el marino italiano que aquel día, en 1492, en nombre de los reyes de España, arribó a la isla caribeña de Guanahani, que llamó San Salvador. Para cualquier niño que tuviera un poco de sentido crítico, estos rimbombantes actos cívicos del 12 de octubre eran harto incomprensibles. Primero, porque nuestros maestros también nos enseñaban detalles de la heroica resistencia de nuestras etnias aborígenes en defensa de su tierra contra el colonialismo español, un enemigo que, inmensamente superior en lo militar, fue abusivo, expoliador y despiadado hasta el sadismo con nuestros primeros ancestros americanos. Bastaba sólo que nos contaran sobre el empalamiento de Caupolicán y la mutilación de Galvarino para que tembláramos de horror antes las atrocidades del invasor español. También nuestros maestros nos enseñaron detalles de la cruenta lucha de los patriotas criollos por librarnos de ese mismo enemigo, una potencia anti-republicana y anti-democrática, importadora, además, de la siniestra Inquisición. Por fin, más tarde, ya en la Universidad, la fantasía escolar del 12 de octubre se acabó para siempre, cuando aprendimos bien de qué se trataba todo. Veamos: 1. Europa y España no salieron al Atlántico a “descubrir” nada, sino a ocupar militarmente Asia, continente entonces ya conocido por los europeos. Es decir, el plan era asaltar Asia sorprendiéndola por el occidente. El viaje de Colón sólo consistió en probar que ello era posible. Por más de medio siglo, mientras “sometían” a los supuestos asiáticos a sangre y fuego, los españoles y toda Europa, sin saber que la tierra era más grande de lo que creían, pensaron que las tres carabelas habían desembarcado en Asia, de modo que la península de La Florida era la entrada a Catay (China); Cuba, Cipango (Japón); y México, la India (de allí el adjetivo gentilicio “indio” que España y demás potencias colonialistas europeas usaron para referirse a los pueblos americanos de entonces, y que, por uso, quedó para siempre. 2. Por supuesto, no se descubren tierras con las que se topa sin saber qué son; aun menos se descubren seres humanos. Sólo se descubren cosas, objetos, y nada más. Los seres humanos se ENCUENTRAN con sus semejantes. Los europeos, además, se encontraron en América con poblaciones que vivían un importante período de civilización. La gran ventaja europea no era, por ejemplo, la medicina ni la Astronomía. Lo era su tecnología de guerra, basada en el dominio del hierro y la pólvora, más el uso del caballo. 3. Excepto la prédica religiosa humanista de algunos sacerdotes que no se prestaron, como casi todos los demás, a amparar e, incluso, alentar las atrocidades de sus compatriotas contra nuestros pueblos originarios, los europeos (los primeros, los españoles) vinieron aquí en plan de conquista y anexión de territorios a sus imperios; y, sobre todo, a buscar riquezas, particularmente oro, el acicate que dio vida al orden general de la economía global de la época, el Mercantilismo. Para facilitar el despojo, lo ejecutaron por medio del terror, la explotación feudal, y en muchos casos, la más franca esclavitud. Lo hicieron brillantemente: nueve décimos de la población continental autóctona fue aniquilada en menos de cien años. Finalmente, el “Día de la Raza” no existe. Veamos por qué. Hay americanos que creen que tal “raza” serían “los descubiertos” por Colón. Supina ignorancia, porque el 12 de octubre surgió hace cinco siglos como el día de la “raza española.” Mayor ignorancia aun es suponer que haya raza española o cualquiera otra. Hoy, la Antropología descarta categóricamente la existencia de “razas,” cuestión que el descubrimiento del genoma estableció definitivamente hace unas décadas, al probar que las diferencias biológicas entre los seres humanos son absolutamente insignificantes, como el color de la piel o ciertos rasgos de la forma del cráneo. Por lo tanto, desde el punto de vista netamente científico, hoy sólo puede hablarse de “pueblos,” “etnias” y “comunidades,” y no de “razas.” Pues bien, el 12 de octubre sigue siendo el día nacional de España, pero ya no se llama “Día de la Raza.” El Estado español, advertido del ridículo internacional que hacía su país con llamar así ese día, anuló ese título y lo cambió, por decreto constitucional de 1987, por el de, simplemente, “Día Nacional de España.” En nuestros días, una fuerte corriente intelectual y cívica española exige anular definitivamente este día como el día de España porque no recuerda nada sublime ni heroico. Por el contrario, como lo sabe cualquiera persona culta, esa fecha marcó el inicio de un período de por los menos dos siglos y medio de opresión del más fuerte sobre el débil. Por cierto, los europeos, todos sin excepción, arrasaron con las culturas americanas en un clima general de despojo, genocidio, torturas, mutilaciones, descuartizamientos y quemas masivas de indígenas, lo que hasta hoy, quizás sólo con la excepción del Holocausto del pueblo judío por los nazis, no tiene precedentes en la historia humana. La propuesta de los españoles que realmente marchan al unísono con la Historia es que el día patrio De España sea uno que recuerde una efeméride que exalte el amor a la libertad, la inteligencia y la dignidad nacional. Este día podría ser, por ejemplo, el de la victoria de los Reyes Católicos sobre el Islam a comienzos de 1492, evento que marcó el nacimiento de la España de hoy; el natalicio de Miguel de Cervantes, el novelista más excelso de la historia; o los días de la heroica resistencia del pueblo español contra el invasor napoleónico en Aranjuez. En suma: 1. No hubo “Descubrimiento de América.” 2. No existe el “Día de la Raza.” 3. Por su carácter predatorio y cruel, la invasión y conquista de América, no son dignas de celebrarse en ninguna parte. 4. Ni siquiera existe el 12 de octubre. Como divertido colofón para este artículo, anotemos que Colón no llegó a Guanahani el 12 de octubre, sino el 21 de ese mes, según la corrección del calendario gregoriano con respecto al juliano, ya vigente en 1492.

jueves, 1 de octubre de 2015

LAS DECLARACIONES DEL GENERAL OVIEDO.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 1 / 10 / 2015. “Las Fuerzas Armadas y Carabineros, como cuerpos armados, son esencialmente obedientes y no deliberantes.” Así lo establece el artículo 101 de la actual Constitución Política de Chile, concepto constitucional anterior a ella; ya consignados en las constituciones de 1833 y 1925. Veamos: 1. Obedientes: Como es inherente al tipo de orden existente en toda democracia representativa, las FF AA son obedientes al poder civil organizado en el Estado, cuya cabeza es el Presidente de la República. 2. No deliberantes: Como consecuencia lógica de su deber de obediencia al poder civil, las FF AA no pueden, por mandato constitucional, asumir posición política alguna; menos aun, actuar de acuerdo a ella. Ergo, sólo pueden usar las armas si así se lo ordena el Estado. Las FF AA no cumplieron con ninguno de estos dos mandatos en septiembre de 1973, falta que hasta hoy no reconocen. Primero, no obedecieron al Presidente de la República de permanecer en sus cuarteles mientras transcurría la crisis política que se vivía en el país; y segundo, luego de tomarse el poder, pusieron en práctica la plataforma programática de la derecha política; es decir, de sólo uno de los sectores civiles de entonces. Tanto la junta militar, como individualmente sus integrantes, se identificaron abiertamente como “anti-marxistas,” en obvia alusión a la izquierda chilena que luego de ganar el gobierno por la vía electoral se proponía la fundación de un Estado socialista. Pues bien, desde el fin de la dictadura (1990), ¿las FF AA han abandonado ese sesgo político? Aunque sus ex – comandantes en jefe, los generales Izurieta y Cheyre, así lo aseguraban, ciertas declaraciones recientes del actual jefe máximo de ellas, el General Humberto Oviedo, sugieren lo contrario. Por ejemplo, Oviedo ha dicho que “los políticos son transitorios, y el Ejército es permanente.” Con esto, sólo deroga la importancia del poder civil organizado, a quien el Ejército y todas las demás ramas de las FF AA deben obediencia, les guste o no. Por cierto, sólo las personas son transitorias, por estar sujetas a estados de enfermedad, senectud y muerte; por lo tanto, las instituciones, sobre todo las del Estado, son permanentes, y en una democracia la primera y más importante de ellas no es el Ejército ni las FF AA, sino la organizaciones políticas que ha creado el Estado para su funcionamiento, conformadas por políticos. Otra frase nada edificante de Oviedo es ésta: “el Ejército es bastante maduro como para decidir lo que es bueno o no para la institución.” No, General. La madurez del Ejército sólo consiste en su convicción que no se manda solo, y que su Generalísimo es el Jefe de Estado, el Presidente o Presidenta de la República, quien sea. De modo que lo que es “bueno o no” para el Ejército y las FF AA lo decide el Estado, conforme a las formas que lo estipula la Constitución Política. Hay más, Oviedo aseguró que no hará sacar la fotografía de Manuel Contreras de instalaciones militares de las cuales éste fue su comandante. Esto lo ha declarado sabiendo que esta decisión suya no es compartida por el poder Ejecutivo ni por la amplia mayoría del Parlamento. En torno a este incidente, es más preocupante aún esta otra declaración: “Si empezamos a esconder los procesos históricos, puede ser peligroso, de no asumir los criterios de responsabilidad que cada momento de la historia nos entregó.” Pues entonces, según Oviedo, el asalto al poder civil mediante un cruento golpe de Estado en 1973 responde a “criterios de responsabilidad” que un “momento de la historia” impuso a las FF AA. Es decir, para Oviedo no existía una derecha política que les demandaba tomarse el poder, para luego ejercerlo al amparo de las armas que ellas le proveyeron. Finalmente, un colofón que en cualquier país de verdadera democracia, simplemente significaría la inmediata remoción de su cargo. Dijo Oviedo: “Déjenos a nosotros ver los planteamientos que nos hace la sociedad (…) somos bastante maduros para (…) responder a lo que lo que la sociedad nos exige.” La “sociedad” se organiza en el Estado, y su expresión concreta mayor es el gobierno en vigencia; por lo tanto, es sólo a él al que las FF AA deben responder, y eso no lo hicieron en 1973. Con estos alcances, Oviedo no asume la responsabilidad que tuvieron las FF AA en el fin de nuestra antigua democracia, en los atroces crímenes que cometieron muchos de sus integrantes durante la dictadura (hasta hoy – y no todos ellos- sólo juzgados por la justicia civil), y en la imposición por la fuerza bruta, arbitraria y sin consulta al pueblo, del Estado neo-liberal subsidiario, una propuesta política de la derecha civil. En verdad, después de estas declaraciones, no se entiende el silencio y falta de coraje del gobierno de poner las cosas en su lugar, como lo haría cualquier gobierno democrático serio.