miércoles, 4 de febrero de 2015

MAR PARA BOLIVIA

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 06 / 02/ 2015. Es un error de los gobiernos bolivianos insistir que su derecho al mar por territorio chileno se debe a que lo perdieron a través de la “invasión chilena de 1879.” La Guerra del Salitre se produjo en circunstancias históricas y geopolíticas que hoy no sólo son inexistentes, sino totalmente diferentes a las que ambos países y todo el mundo viven en nuestros tiempos. Por lo tanto, Tarapacá y Antofagasta son territorios chilenos, habitados, desarrollados económica y socialmente por chilenos, e insistir en aquello es simplemente ridículo, tanto como si Chile exigiera a Argentina la devolución de Mendoza o de la Patagonia atlántica. También es un error boliviano no involucrar derechamente a Perú en su demanda, por cuanto el veto peruano de ceder una salida al mar a Bolivia, impuesto por Perú a Chile en el Tratado de 1929, es la primera causa de su mediterraneidad. Nadie ignora que Chile ha estado dispuesto a satisfacer la demanda boliviana a través de un corredor al norte de Arica, pero eso no ha sido posible porque Perú no lo ha querido. Sin embargo, para Chile, lo más grave de este tratado es que nuestro país reconoce un cierto derecho de propiedad peruana sobre Tarapacá, al haber aceptado en ese tratado que “ningún territorio que fue peruano puede ser entregado por Chile a Bolivia.” ¿En qué quedamos? ¿Es Tarapacá 100% chilena o no? Como lo estableció el tratado, ya era una concesión importante haber devuelto Tacna a Perú, pero limitar a la vez nuestra total soberanía sobre lo que es hoy la Primera Región no debió admitirse jamás. Bolivia no ha cesado de pedir a Perú la revisión de su tratado con Chile en torno a este específico punto; obviamente, sin éxito. Entonces, es Perú el que impide la solución de la demanda boliviana, y no Chile. El último error de Bolivia es haber llevado su caso a La Haya, lo que por tensionar más aun las malas relaciones entre ambos países, exacerba en Chile los ánimos chauvinistas y seudo-territorialistas. Pero al fin de cuentas, no es justo ni inteligente seguir negándose a aceptar la satisfacción pactada de la demanda boliviana. Bolivia no es un enemigo, sino un país hermano que necesita una salida al Pacífico. Ya no es el país atrasado y aislado gobernado por atroces dictaduras militares o corruptos gobiernos seudo-civiles, sino una democracia que hoy se desarrolla económica y socialmente con éxito. Mas, sobre todo, no olvidemos la tarea que nos encomendaron los Libertadores: mantenernos como pueblos hermanos y procurar unidos nuestro desarrollo sub-continental. Bolívar y nuestro Padre de la Patria, don Bernardo O´Higgins, sabían que la total independencia económica y desarrollo de nuestros pueblos dependería mucho de nuestra integración y colaboración en todos los planos posibles. Hoy, Bolivia ha radicalizado su demanda hasta el absurdo; pero en ello también hay responsabilidad nuestra, por las viejas y anacrónicas herencias chauvinistas y etno-céntricas aún reinantes en Chile; y, por supuesto, por la evidente falta de visión sobre nuestro propio futuro como país y región sub-continental. Una salida al mar negociada con Bolivia, con un corredor y un portezuelo sin soberanía y de plazo renovable, a cambio de contratos favorables para nosotros sobre dotación de agua para todo el norte chileno, y de gas para el resto del país, no puede ser más beneficiosa para Chile. Todos sabemos en el norte que el agua se nos acaba y a Bolivia le sobra. Ah, si Santiago estuviese en Tarapacá, qué rato nuestros gobiernos habrían negociado con Bolivia.

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