martes, 19 de junio de 2012

LA GRAN LEY CHILENA

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 21/06/2012. LA GRAN LEY CHILENA. Sería inútil negar que nuestro país está regido por la desigualdad. Este espantoso morbo alcanza todos los ámbitos y rincones de la vida nacional, cuestión que, incluso, ya es muy conocida en el exterior. Si bien un sector del país vive razonablemente bien, y algunos demasiado bien, una enorme cantidad de chilenos se debaten en la pobreza, la depresión económica, el endeudamiento y falta de perspectivas para su futuro. Así es, desigualdades por doquier en la educación, la salud, las pensiones, y ni hablar de los sueldos, en torno a los cuales circula el dato oficial internacional que Chile es uno de los tres países del mundo con mayores desigualdades en los ingresos. Hace años, me conmovió ver en la televisión a un humilde poblador, un obrero cesante y padre de familia que le embargaban su casa por no poder pagar a tiempo sus dividendos. Entre lágrimas, musitó: “en Chile no hay justicia.” Y tenía toda la razón. Ante el reciente escándalo de la condonación que hiciera Impuestos Internos (SII) al imperio del retail Johnson's por la friolera de $59 mil millones, lo primero que se me vino a la mente fue el recuerdo de aquel trabajador, que por una archi-infinitésima parte de esa cantidad, había perdido su casa. Es decir, lo que hizo SII, vale decir el Estado, fue darle “una manito” a un puñado de multimillonarios y especuladores, lo que no hace nunca en favor de los chilenos pobres. ¡Y cómo se llena la boca nuestra inefable clase política con esto de la justicia social, la equidad y el amor al prójimo! El salvavidas a Johnson’s es parte de un maniobra mayor. En efecto, bajo la rótula de “recargos legales” a las carteras de los “grandes deudores”, conformada por particulares o empresas que deben más de $90 millones de capital neto, se condonaron… ¡un total de $77 mil millones! Pero hay más: Se ha sabido que esta barbaridad fue descubierta por terceros, no por el propio SII, a través del sistema de Transparencia de Tesorería, según lo leí en un reportaje aparecido en el diario “La Segunda.” Efectivamente, según la información de este diario, SII excluyó esta “movida” de su cuenta pública del 23 de marzo pasado. Aunque las explicaciones sobraron, como ocurre siempre cuando se descubren estos casos, en la conciencia nacional han quedado dando vueltas interrogantes de fondo sumamente graves. Por ejemplo, ¿quién controla a SII y a sus directores?, ¿por qué el Ministro de Hacienda no tenía idea que esto estaba ocurriendo?, y, por supuesto, ¿por qué el director de SII no dio cuenta de este “perdonazo” en su Cuenta Pública del 2011? La verdad es que, aunque se tenga la mayor buena voluntad del mundo, este verdadero atentado a la dignidad de los chilenos no admite explicación alguna. Además, sienta un peligroso precedente para nuestra convivencia nacional. En un breve tiempo más, seguramente, todos volveremos a nuestras rutina y trabajo diarios, y al asunto terminará por “echársele tierra,” como ha ocurrido siempre. No obstante, seguirá subyaciendo en el alma nacional que los chilenos vivimos bajo la égida de la Ley del Embudo, esa ley que Neruda llamara “La Ley Suprema, la famosa, la respetada, la intocable,” que el poeta describe así: “Para el rico la buena mesa. La basura para los pobres. El dinero para los ricos. Para los pobres el trabajo. Para los ricos la casa grande. El tugurio para los pobres. El fuero para el gran ladrón. La cárcel al que roba un pan.” Bien, estimados lectores, hasta aquí estas crónicas, por algún tiempo. No nos veremos por varios meses, hasta el término del período eleccionario municipal que ya se ha iniciado. He decidido aceptar la propuesta de varios partidos políticos y de muchas personas de presentar mi candidatura en calidad de independiente a la alcaldía de Iquique. Acepté porque creo en cada línea de lo que escribo, con lo que intento colaborar, aunque sea con un granito y medio de arena, a hacer de nuestro país y región lares más justos donde vivir, para todos. Acepté también porque pienso que ya es hora que Iquique salga de un gastado estilo de hacer política municipal, protagonizado interminablemente por personajes que se vienen repitiendo por décadas. En fin, por respeto a Diario 21 y su línea editorial de neutralidad en la contingencia política, comuniqué esa decisión a su señor director, don Héctor Vivero, quien la ha aceptado amablemente. ¡Hasta noviembre, estimados lectores!

sábado, 16 de junio de 2012

AYLWIN: PARA MENTIR Y COMER PESCADO...

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 14/06/2012. El tema del gobierno de la Unidad Popular que presidió Salvador Allende, y el golpe de estado que lo derrocó, da mucho de qué hablar. Por cierto, cuando se habla de temas polémicos, lo único serio que corresponde es ser a fiel a los hechos, tal cual fueron, sin apasionamientos ni sesgos de ninguna especie. Estos son, brevemente, los hechos: Allende ganó las elecciones presidenciales de 1970 con mayoría relativa. Era tradicional que el Congreso Nacional diera su apoyo a la primera mayoría, aunque fuese relativa, y en virtud de ello, Allende fue proclamado presidente de Chile. En verdad, el Gobierno de Allende, elegido por la coalición Unidad Popular, integrada básicamente por el Partido Socialista y el Partido Comunista, no podía sorprender a nadie. Traía un programa que fue presentado al país durante toda la campaña presidencial. En él, entre otras medidas, estaba la nacionalización del cobre y de todos los recursos naturales del país, un nuevo régimen tributario y una reforma agraria. Como era de esperar, la resistencia exterior e interior a estas medidas se produjo de inmediato. Sin embargo, no fue suficiente para producir el derrocamiento legal de Allende, pues el Congreso debía sumar dos tercios para conseguir ese objetivo. En las elecciones municipales de marzo de 1971, el gobierno había sumado más del 50% de los votos, y en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, en plena mitad de su mandato y cuando arreciaba con toda violencia la resistencia externa e interna al gobierno, la Unidad Popular obtuvo un apoyo ciudadano que bordeó el 45%, una suma hasta entonces récord en la historia política del país. También es un hecho que el Partido Demócrata-cristiano integró una coalición con la derecha de entonces, de modo que don Patricio Aylwin, entonces cabeza de ese partido, se sumó a las acciones que culminaron con el golpe de estado que, totalmente fuera de la ley, derrocó al Presidente constitucional Salvador Allende. Aylwin es, obviamente, libre de opinar lo que quiera sobre Allende y su gobierno, como puede hacerlo cualquiera persona. Lo que no puede, empero, es mentir, y eso es exactamente lo que ha hecho en una reciente entrevista al diario madrileño “El País.” No me referiré, entonces, a sus opiniones sobre Allende y su gobierno, sino al gravísimo hecho que él, uno de los más importantes políticos del país, ha mentido descaradamente. En efecto, Patricio Aylwin ha mentido al señalar que no fue golpista; es decir, que no haya participado en la preparación clandestina del golpe de estado de 1973. Los hechos, otra vez. El nombre de Aylwin es recurrente en muchos documentos de la CIA, hoy todos desclasificados y on-line, para más abundamiento. Vale decir, Aylwin ha pecado no sólo de mentiroso, sino de bobo, pues la documentación que prueba su participación en el golpe de estado está a la vista de todo el mundo, partiendo de la de sus entrevistadores europeos. Para empezar, según estos documentos, Aylwin había sostenido múltiples reuniones con los funcionarios mayores de la embajada de EEUU antes y durante el gobierno de la Unidad Popular. Los archivos desclasificados de la CIA y el Departamento del Estado están llenos de referencias a conversaciones con él, todo ello mientras (según lo revelan esos archivos, nunca desmentidos por nadie) la CIA financiaba huelgas e inyectaba dólares a la prensa de derecha nacional. Ello explica por qué, inmediatamente después del golpe, Aylwin salió raudo del país a justificar el golpe de estado, sin decir una palabra de las atrocidades que el gobierno militar dictatorial cometía en el país, de las cuales algunos de sus propios camaradas de partido fueron víctimas. ¿Puede decirse que no sabía lo que ocurría? Más aun, en 1973, Sergio Arellano Iturriaga, hijo del general Sergio Arellano Stark (tristemente célebre por su participación en la “caravana de la muerte”) era un joven militante de la Democracia Cristiana. Como es muy sabido, en su libro “De Conspiraciones y Justicia,” Arellano Iturriaga cuenta que él sirvió de enlace entre su padre y el líder más conspicuo de la oposición civil al gobierno de la Unidad Popular, su jefe de partido, Patricio Aylwin. Refiere Arellano Jr., que Aylwin se reunió varias veces con los militares golpistas, e, incluso, muy poco antes del golpe llamó al joven Arellano para contarle del fracaso de las últimas conversaciones entre la DC y el gobierno, con el obvio objetivo para que se lo comunicara a su padre, probablemente el más importante de los conspiradores militares golpistas. Ese relato nunca, jamás, fue desmentido por Aylwin, ni lo es ahora. Para terminar, digamos que no es cierto que todos los políticos mientan, sean del signo que sean. Hay muchos que han sido muy malos gobernantes, otros se han equivocado y han cometido muchos errores, pero no han mentido. Esta vez, sólo me he detenido en un fenotipo: el político falaz y mentiroso; es decir, en Patricio Aylwin Azócar.

miércoles, 6 de junio de 2012

MUNDO DESIGUAL, CHILE DESIGUAL

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 07 /06/ 2012. MUNDO DESIGUAL, CHILE DESIGUAL. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en estudios realizados a lo largo de muchos años, ha revelado que dos tercios de la humanidad se alimentan mal, y que una cuarta parte de ella está hoy a punto de morir de inanición. Imagínense, morir porque no se tiene qué comer. A su vez, la misma FAO, en un estudio reciente realizado por especialistas italianos, señala que un tercio de los alimentos que se producen cada año en el mundo para el consumo humano –aproximadamente 1.300 millones de toneladas- se pierden, se desperdician, o se arrojan en enormes basurales y vertederos construidos especialmente para este propósito. Eso, por supuesto, ocurre en los países ricos del orbe. ¡Qué horror! Pensar que si esos millones de toneladas de alimentos que se arrojan a la basura llegaran a los lugares en que cientos de millones de seres humanos, la mayoría niños, padecen hambre, ellos sobrevivirían. Entonces, ¿puede decirse que la raza humana que puebla el planeta es justa, buena y solidaria? Claro que no. La riqueza se ha acumulado no sólo irracionalmente, sino inmoralmente, en muy pocos, los que a su vez, controlan el poder político y militar del mundo y de los estados. Chile no es ajeno a esa triste realidad. En verdad, es parte de ella. Hace sólo días, el “Ranking Forbes 2012” que a la manera de los récords Guinness consigna cada año las mayores fortunas del mundo, informó que tres familias chilenas, Luksic, Matte y Paulmann, se encuentran entre los 100 clanes más ricos del mundo. Así, Chile se ubica en el noveno lugar entre los países que más multimillonarios tienen en este grupo, siendo superado sólo por Estados Unidos, Rusia, Alemania, Brasil, Francia, Hong Kong, India y México. Mirado el asunto con alguna detención, resulta un hecho que en Chile hay muchísima plata, pero, por supuesto, está muy mal repartida. Mientras miles de familias no se educan, viven en tugurios y se acercan al umbral del hambre, a unos cuantos les sobra todo. A todas luces, no sólo se trata de una injusticia inaudita, sino de un hecho irracional y absurdo. Por cierto, países mucho mayores que Chile en población, que lo quintuplican en Producto Interno per Cápita (PIB), tienen menos multimillonarios que Chile en el ranking Forbes. Este es el caso de Inglaterra, Canadá, Australia, Japón, Noruega, Dinamarca, Holanda, España, Corea del Sur, China y otros. También llama la atención que Chile tenga al presidente de la república más rico del mundo. En efecto, según Forbes, Piñera está situado en el lugar 521° del ranking mundial de los millonarios (en fin, ya sabemos cuándo y cómo se transformó en archi-millonario). Digámoslo sin ambages: es un escándalo que en un país con tantos problemas sociales como Chile, las tres familias mencionadas, más Piñera y Angelini, acumulan un patrimonio que supera los US$ 40.000 millones, lo que equivale al casi 20% del PIB nacional, y todo lo que el país recauda en impuestos. No puede ser más penoso que hoy estemos entre los tres países con peor distribución del ingreso del mundo. En efecto, mientras unas pocas familias nadan en oro, y esa riqueza está en continuo ascenso, en gran medida por la vía de la especulación, más de la mitad de las familias chilenas viven con menos de $450.000 al mes. ¿Cómo vino a suceder esto en Chile? La hiper-exagerada acumulación de tanta riqueza en unas pocas manos, responde al hecho que Chile fue re-estructurado institucionalmente para que así sucediera; desde luego, a partir de la instalación en Chile del régimen económico neo-liberal y subsidiario, impuesto al país por nuestros militares, cuyos altos mandos se cuadraron con los ricos del país. La acumulación de la riqueza tuvo diversas fuentes, principalmente: las AFP, que con el dinero de todos los trabajadores inyectó recursos frescos para capitalizar aun más las empresas; un sistema tributario que les permite a los ricos pagar menos impuestos en términos relativos que los trabajadores chilenos de clase media; un modelo de relaciones laborales hecho a la medida de los empresarios, que no permite a los trabajadores acceder al reparto justo de las utilidades que ellos producen con su trabajo, en claro agravio a las normas internacionales en materia de negociación colectiva y huelga. Y claro, lo principal: una constitución política, espuria e ilegítima hasta la médula, consagra este feliz panorama para el minúsculo puñado de ricos que se devoran la mayor parte de la torta. Mi pregunta es si esta situación será eterna, o más temprano que tarde las grandes mayorías nacionales la revertirán de una vez por todas.