lunes, 5 de diciembre de 2011

ELECCIÓN DE RECTOR EN LA UNAP.

En torno a la reciente elección de rector de la Universidad Arturo Prat (UNAP), llama la atención que el ganador, el Profesor Gustavo Soto, que se re-postuló al cargo, no obtuviera la mayoría necesaria para ser elegido en primera vuelta. En la segunda, además, hubo menos votantes y más abstenciones. Lo que ocurrió es que los académicos que votaron por la Dra. Antonia Santos (la tercera mayoría, con ca. 20% de los votos), y, en menor proporción, los que apoyaron al cuarto candidato, el Profesor Marcos Hernández (con sólo 3%), tomaron dos caminos: unos se negaron a elegir entre los dos candidatos finales, Soto y el Dr. Álvaro Carevic; y otros decidieron no arriesgar nada y seguir con el status quo actual, re-eligiendo a Soto. Ergo, Soto no ha sido elegido por la mayoría de los académicos (los únicos con derecho a votar); menos aun por el estudiantado, que ha rechazado su gestión siempre y de manera más que manifiesta; ni por el personal administrativo, que en un reciente acto eleccionario, aunque no reglamentario, lo rechazó de manera rotunda. En suma, no existe la tal mayoría que, como un exultante Soto lo ha declarado ante la prensa, reconozca las bondades de su pasada gestión. Es bueno que se conozca cómo funciona la UNAP, la única universidad estatal de la región, además de ser la mayor y la más antigua. Para ello, un poco de historia reciente: En el año 2005, el rector Profesor Carlos Merino, exigido por la comunidad universitaria, convocó a un claustro general, en el que participaron masivamente académicos, estudiantes y funcionarios. El fin del claustro era establecer un estilo de gestión más participativo, que sintonizara con los nuevos tiempos que vivía y vive el país. Finalizado el evento, Merino –aunque lo había prometido- no puso en práctica los acuerdos básicos del evento, y su sucesor de línea programática, Soto, elegido en 2007, tampoco. "Pacta sunt servanda," decían los latinos: los acuerdos se toman para cumplirse, y eso no sucedió en la UNAP. La comunidad universitaria, de manera prácticamente unánime, acordó, primero, la creación de facultades en la UNAP, la única forma posible de descentralizar una universidad, en todos los aspectos posibles. La UNAP es la universidad más atrasada institucionalmente del país, puesto que es la única que no tiene facultades. Como resultado, el poder de gestión se concentra en una sola persona, el rector. En la UNAP no hay, entonces, un consejo de decanos que fiscalice la gestión del rector en el aspecto académico ni en ningún otro. Lo único que teóricamente hay sobre el rector es la Junta Directiva, una inútil herencia del pasado autoritario del país, compuesta mayoritariamente por personas ajenas a la universidad. Por cierto, la existencia de esta instancia no sólo contradice el principio constitucional de la autonomía de la universidad, sino, en razón de la natural lejanía entre sus miembros y lo que ocurre en ella, termina por no tener ninguna gravitación ideológica ni administrativa importante sobre la institución. De modo que el Rector, en los hechos, tiene un poder absoluto, lo que, además de dar origen a un estilo de gobierno derechamente dictatorial, conlleva la formación de influyentes grupos de poder cercanos al “big boss,” que facilitan la reproducción permanente del sistema. Segundo, el claustro acordó la participación, con voto ponderado, de los tres estamentos en la elección de las autoridades políticas de la universidad. Todas las universidades estatales del país, menos una, la UNAP, de manera paulatina, han tenido la voluntad política de encontrar las formas de integrar a toda la comunidad universitaria en la gestión institucional, incluso en la elección de algunas de sus autoridades, a pesar de los lastres legales de la dictatura aún vigentes en materia de educación superior. Por ello es que sorprende que Soto declare a la prensa que "cree en la descentralización" de la universidad, y que "la UNAP (léase sus rectores) ha respetado a las federaciones (los gremios estudiantiles)." Las tensiones vividas en la UNAP no las han causado los estudiantes "ultras" como Soto ha declarado a la prensa. Se deben al incumplimiento de los dos grandes acuerdos del claustro de 2005, la descentralización administrativa y académica de la UNAP a través de la creación de facultades, y la participación tri-estamental en la gestión universitaria. Soto, tiene, entonces, dos alternativas: el continuismo, u honrar los acuerdos del claustro general universitario del año 2005.

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