sábado, 16 de junio de 2012

AYLWIN: PARA MENTIR Y COMER PESCADO...

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 14/06/2012. El tema del gobierno de la Unidad Popular que presidió Salvador Allende, y el golpe de estado que lo derrocó, da mucho de qué hablar. Por cierto, cuando se habla de temas polémicos, lo único serio que corresponde es ser a fiel a los hechos, tal cual fueron, sin apasionamientos ni sesgos de ninguna especie. Estos son, brevemente, los hechos: Allende ganó las elecciones presidenciales de 1970 con mayoría relativa. Era tradicional que el Congreso Nacional diera su apoyo a la primera mayoría, aunque fuese relativa, y en virtud de ello, Allende fue proclamado presidente de Chile. En verdad, el Gobierno de Allende, elegido por la coalición Unidad Popular, integrada básicamente por el Partido Socialista y el Partido Comunista, no podía sorprender a nadie. Traía un programa que fue presentado al país durante toda la campaña presidencial. En él, entre otras medidas, estaba la nacionalización del cobre y de todos los recursos naturales del país, un nuevo régimen tributario y una reforma agraria. Como era de esperar, la resistencia exterior e interior a estas medidas se produjo de inmediato. Sin embargo, no fue suficiente para producir el derrocamiento legal de Allende, pues el Congreso debía sumar dos tercios para conseguir ese objetivo. En las elecciones municipales de marzo de 1971, el gobierno había sumado más del 50% de los votos, y en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, en plena mitad de su mandato y cuando arreciaba con toda violencia la resistencia externa e interna al gobierno, la Unidad Popular obtuvo un apoyo ciudadano que bordeó el 45%, una suma hasta entonces récord en la historia política del país. También es un hecho que el Partido Demócrata-cristiano integró una coalición con la derecha de entonces, de modo que don Patricio Aylwin, entonces cabeza de ese partido, se sumó a las acciones que culminaron con el golpe de estado que, totalmente fuera de la ley, derrocó al Presidente constitucional Salvador Allende. Aylwin es, obviamente, libre de opinar lo que quiera sobre Allende y su gobierno, como puede hacerlo cualquiera persona. Lo que no puede, empero, es mentir, y eso es exactamente lo que ha hecho en una reciente entrevista al diario madrileño “El País.” No me referiré, entonces, a sus opiniones sobre Allende y su gobierno, sino al gravísimo hecho que él, uno de los más importantes políticos del país, ha mentido descaradamente. En efecto, Patricio Aylwin ha mentido al señalar que no fue golpista; es decir, que no haya participado en la preparación clandestina del golpe de estado de 1973. Los hechos, otra vez. El nombre de Aylwin es recurrente en muchos documentos de la CIA, hoy todos desclasificados y on-line, para más abundamiento. Vale decir, Aylwin ha pecado no sólo de mentiroso, sino de bobo, pues la documentación que prueba su participación en el golpe de estado está a la vista de todo el mundo, partiendo de la de sus entrevistadores europeos. Para empezar, según estos documentos, Aylwin había sostenido múltiples reuniones con los funcionarios mayores de la embajada de EEUU antes y durante el gobierno de la Unidad Popular. Los archivos desclasificados de la CIA y el Departamento del Estado están llenos de referencias a conversaciones con él, todo ello mientras (según lo revelan esos archivos, nunca desmentidos por nadie) la CIA financiaba huelgas e inyectaba dólares a la prensa de derecha nacional. Ello explica por qué, inmediatamente después del golpe, Aylwin salió raudo del país a justificar el golpe de estado, sin decir una palabra de las atrocidades que el gobierno militar dictatorial cometía en el país, de las cuales algunos de sus propios camaradas de partido fueron víctimas. ¿Puede decirse que no sabía lo que ocurría? Más aun, en 1973, Sergio Arellano Iturriaga, hijo del general Sergio Arellano Stark (tristemente célebre por su participación en la “caravana de la muerte”) era un joven militante de la Democracia Cristiana. Como es muy sabido, en su libro “De Conspiraciones y Justicia,” Arellano Iturriaga cuenta que él sirvió de enlace entre su padre y el líder más conspicuo de la oposición civil al gobierno de la Unidad Popular, su jefe de partido, Patricio Aylwin. Refiere Arellano Jr., que Aylwin se reunió varias veces con los militares golpistas, e, incluso, muy poco antes del golpe llamó al joven Arellano para contarle del fracaso de las últimas conversaciones entre la DC y el gobierno, con el obvio objetivo para que se lo comunicara a su padre, probablemente el más importante de los conspiradores militares golpistas. Ese relato nunca, jamás, fue desmentido por Aylwin, ni lo es ahora. Para terminar, digamos que no es cierto que todos los políticos mientan, sean del signo que sean. Hay muchos que han sido muy malos gobernantes, otros se han equivocado y han cometido muchos errores, pero no han mentido. Esta vez, sólo me he detenido en un fenotipo: el político falaz y mentiroso; es decir, en Patricio Aylwin Azócar.

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