miércoles, 6 de junio de 2012

MUNDO DESIGUAL, CHILE DESIGUAL

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 07 /06/ 2012. MUNDO DESIGUAL, CHILE DESIGUAL. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en estudios realizados a lo largo de muchos años, ha revelado que dos tercios de la humanidad se alimentan mal, y que una cuarta parte de ella está hoy a punto de morir de inanición. Imagínense, morir porque no se tiene qué comer. A su vez, la misma FAO, en un estudio reciente realizado por especialistas italianos, señala que un tercio de los alimentos que se producen cada año en el mundo para el consumo humano –aproximadamente 1.300 millones de toneladas- se pierden, se desperdician, o se arrojan en enormes basurales y vertederos construidos especialmente para este propósito. Eso, por supuesto, ocurre en los países ricos del orbe. ¡Qué horror! Pensar que si esos millones de toneladas de alimentos que se arrojan a la basura llegaran a los lugares en que cientos de millones de seres humanos, la mayoría niños, padecen hambre, ellos sobrevivirían. Entonces, ¿puede decirse que la raza humana que puebla el planeta es justa, buena y solidaria? Claro que no. La riqueza se ha acumulado no sólo irracionalmente, sino inmoralmente, en muy pocos, los que a su vez, controlan el poder político y militar del mundo y de los estados. Chile no es ajeno a esa triste realidad. En verdad, es parte de ella. Hace sólo días, el “Ranking Forbes 2012” que a la manera de los récords Guinness consigna cada año las mayores fortunas del mundo, informó que tres familias chilenas, Luksic, Matte y Paulmann, se encuentran entre los 100 clanes más ricos del mundo. Así, Chile se ubica en el noveno lugar entre los países que más multimillonarios tienen en este grupo, siendo superado sólo por Estados Unidos, Rusia, Alemania, Brasil, Francia, Hong Kong, India y México. Mirado el asunto con alguna detención, resulta un hecho que en Chile hay muchísima plata, pero, por supuesto, está muy mal repartida. Mientras miles de familias no se educan, viven en tugurios y se acercan al umbral del hambre, a unos cuantos les sobra todo. A todas luces, no sólo se trata de una injusticia inaudita, sino de un hecho irracional y absurdo. Por cierto, países mucho mayores que Chile en población, que lo quintuplican en Producto Interno per Cápita (PIB), tienen menos multimillonarios que Chile en el ranking Forbes. Este es el caso de Inglaterra, Canadá, Australia, Japón, Noruega, Dinamarca, Holanda, España, Corea del Sur, China y otros. También llama la atención que Chile tenga al presidente de la república más rico del mundo. En efecto, según Forbes, Piñera está situado en el lugar 521° del ranking mundial de los millonarios (en fin, ya sabemos cuándo y cómo se transformó en archi-millonario). Digámoslo sin ambages: es un escándalo que en un país con tantos problemas sociales como Chile, las tres familias mencionadas, más Piñera y Angelini, acumulan un patrimonio que supera los US$ 40.000 millones, lo que equivale al casi 20% del PIB nacional, y todo lo que el país recauda en impuestos. No puede ser más penoso que hoy estemos entre los tres países con peor distribución del ingreso del mundo. En efecto, mientras unas pocas familias nadan en oro, y esa riqueza está en continuo ascenso, en gran medida por la vía de la especulación, más de la mitad de las familias chilenas viven con menos de $450.000 al mes. ¿Cómo vino a suceder esto en Chile? La hiper-exagerada acumulación de tanta riqueza en unas pocas manos, responde al hecho que Chile fue re-estructurado institucionalmente para que así sucediera; desde luego, a partir de la instalación en Chile del régimen económico neo-liberal y subsidiario, impuesto al país por nuestros militares, cuyos altos mandos se cuadraron con los ricos del país. La acumulación de la riqueza tuvo diversas fuentes, principalmente: las AFP, que con el dinero de todos los trabajadores inyectó recursos frescos para capitalizar aun más las empresas; un sistema tributario que les permite a los ricos pagar menos impuestos en términos relativos que los trabajadores chilenos de clase media; un modelo de relaciones laborales hecho a la medida de los empresarios, que no permite a los trabajadores acceder al reparto justo de las utilidades que ellos producen con su trabajo, en claro agravio a las normas internacionales en materia de negociación colectiva y huelga. Y claro, lo principal: una constitución política, espuria e ilegítima hasta la médula, consagra este feliz panorama para el minúsculo puñado de ricos que se devoran la mayor parte de la torta. Mi pregunta es si esta situación será eterna, o más temprano que tarde las grandes mayorías nacionales la revertirán de una vez por todas.

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