miércoles, 10 de abril de 2013

¿QUÉ DIFERENCIA A LA ALIANZA DE LA CONCERTACIÓN?

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 12/04/13. En razón del sistema binominal vigente, sólo los dos bloques políticos mayores del país tienen la chance de ganar las elecciones. A su vez, esta distorsión de la democracia ya tiene marcada la conciencia de gran parte de la ciudadanía con el pernicioso fatalismo de “votar para no perder el voto,” la de “votar por el mal menor;” o el peor de todos, de no votar, como ya lo hace la mayoría. Es esto lo que no permite el desarrollo de otras opciones, que muchas veces terminan por aceptar el juego, y se suman, directa o indirectamente, a cualquiera de esos dos bloques. La madre del sistema subsidiario neo-liberal vigente, que alcanza todos los aspectos de la vida institucional y social del país es la derecha. Como sabemos todos, incluida ella misma, sólo pudo imponerlo porque contó con el apoyo de los altos mandos de las FFAA, que, abandonando toda forma de neutralidad política, se transformaron en parte constitutiva de aquella, tanto material como ideológicamente. Se creía que las cosas cambiarían cuando la Concertación, contraria a la dictadura, triunfara en el plebiscito de 1988. Pues bien, triunfó, y después volvió a triunfar en cuatro elecciones presidenciales consecutivas, además de conseguir permanentemente mayoría simple en las dos cámaras del Parlamento, aun con la trampa de los “senadores” designados inventada por la propia derecha. Cuando se espeta a los dirigentes políticos de la Concertación por qué las cosas no cambiaron en nada importante en sus gobiernos, responden: Primero, “hay leyes de amarre” en la constitución de 1980, que no permiten cambiar las cosas; por lo tanto, eso es sólo posible si se la sustituye por una nueva; y, segundo, la derecha, como es obvio, se opone a cambiar la constitución. Si bien es cierto que Chile no se regirá nunca realmente por el principio de la soberanía popular sin una constitución política que surja en libertad, estos argumentos no son del todo válidos, como lo revelan diversos trabajos recientemente publicados por académicos e investigadores chilenos de excelencia. Entre ellos, está el estudio del economista Julián Alcayaga (Primera Piedra Nº 510. Análisis semanal, 25 / 03/ 2013), que en gran parte transcribo en este artículo. En 20 años de gobierno, la Concertación pudo cambiar mucho del esquema constitucional fraguado e impuesto al país en dictadura. Si no lo hizo, fue, simplemente, porque no quiso, aunque ese era el mandato que le dio la mayoría ciudadana que le permitió triunfar tantas veces. Es cierto que las leyes institucionales, que son las de carácter netamente político, como el sistema binominal, la ley orgánica de las Fuerzas Armadas, del Tribunal Constitucional y del Congreso Nacional no se pueden modificar sino se cuenta con el voto de los 4/7 del Parlamento en sus dos cámaras. No obstante, estos abultados quora no son necesarios para aprobar las llamadas “leyes ordinarias,” que dicen relación con materias económicas, laborales, sociales y medioambientales, que se aprueban por simple mayoría, con la que las administraciones de la Concertación contaron siempre. Sólo dos razones pueden explicar por qué ella no actuó en consecuencia. Primero, o bien no tuvo el suficiente coraje político para enfrentar a la derecha y a su aliado armado, Pinochet y el Alto Mando de las FFAA (ya ven cómo hicieron efecto el “boinazo” y otras bravuconadas post-dictatoriales protagonizadas por las FFAA), aunque ya apaciguados los bravucones, pudo perfectamente llevar adelante una buena cantidad de leyes ordinarias, lo que no hizo. Segundo, o simplemente se sumó al sistema, traicionando el principio y doctrina de cambio que le dio origen. Los ejemplos sobran; sólo veamos algunos: 1. En 1990, el 90% de la propiedad y producción del cobre estaba en manos del Estado. Hoy, CODELCO, la empresa cuprífera estatal, sólo es dueña de un 30%. La pérdida de más del 70% de la propiedad de cobre no fue obra de la derecha, sino de la Concertación. Se recordará que Pinochet había dejado vigente en la Constitución de 1980 (Disposición 3° Transitoria) la Ley de Nacionalización de la Gran Minería, cuyo artífice fue el gobierno de Salvador Allende. En verdad, a diferencia de los gobiernos anteriores, incluido el del demócrata-cristiano Eduardo Frei Montalva, Allende, al rescatar el cobre total y definitivamente, no hizo más que respetar la Disposición 17° Transitoria de la Constitución de 1925 (además, ya contemplada en la carta constitucional de 1833), que aún hoy obliga al Estado a preservar exclusivamente para Chile el patrimonio natural nacional. 2. En 1990, un tercio de la generación eléctrica estaba en manos del Estado, con empresas como Colbún, Edelnor, Edelaysen, Termoeléctrica Tocopilla y Termoeléctrica Cachapoal. Hoy, todas ellas están privatizadas. Esto no ha sido obra de la derecha, sino de la Concertación. 3. La administración y propiedad del agua era en gran parte estatal, y ahora, además de mala y cara, está privatizada por completo; atrocidad que no es atribuible a la derecha neo-liberal, sino a la Concertación. 4. En 1990, las AFP eran casi todas chilenas. Su creadora, la dictadura, había dispuesto que ellas sólo podían invertir el 10% de los fondos de pensiones en el extranjero, cuyo efecto era depósitos de rentabilidad que permitían impetrar mejores pensiones que las de hoy. Bachelet las autorizó a colocar fondos fuera del país hasta un 80%. No sólo eso, también eximió a las AFP de pagar IVA, y, como si eso fuera poco, les aumentó la cotización adicional. Entonces, un humilde jubilado o trabajador, cada vez que compra, debe pagar 19% de IVA, mientras que a los mega-imperios de las AFP, si compran algo, el Estado se los devuelve, que, además, pagaron en menos porcentaje que el que paga un trabajador que gana el sueldo mínimo. Esta aberración e inmoralidad, establecida en la ley 20.255 de 2008, no fue obra de la derecha, sino de la Concertación. 5. Es una falacia que la Constitución impide desmunicipalizar la educación escolar. Si la Concertación no lo hizo en 20 años, fue porque no quiso. 6. Por 1996, se suponía que el proyecto “Ley Marco para las Universidades Estatales” significaría el comienzo del trato y solución del problema universitario no sólo estatal, sino nacional. El presidente Frei nunca, ni ningún otro primer mandatario después, le dio urgencia, y fue abandonado por completo. Hoy, la actual Ley General de Educación (LGE), producto de un acuerdo entre la Concertación y la derecha, no contempla un solo capítulo sobre educación superior. Bachelet prometió recabarlo para agosto de 2008, pero hasta el día que abandonó el gobierno, no lo hizo. Así, la Concertación dejó el problema de la educación superior tal como estaba en 1990, al dejar en vigencia para este sector la antigua LOCE, supuestamente reemplazada por la LGE. Entonces, la LOCE, ese anacrónico engendro fraguado por la derecha en dictadura, aún rige la Educación superior. 7. La constitución de 1980 no impide que las universidades estatales sean gratuitas. Para ello, basta una ley ordinaria, que la Concertación pudo hacer aprobar por la mayoría parlamentaria simple que siempre tuvo. No lo hizo, y sólo porque no quiso. 8. En 1990, las universidades privadas no recibían créditos del Estado, ni los estudiantes Créditos con Aval del Estado (CAE). Estas universidades han podido proliferar y lucrar a destajo gracias a créditos estatales y los CAE, lo que, además, ha significado la creciente disminución del número de estudiantes de las universidades estatales, y la baja general de la calidad académica de todo el sistema universitario. 9. La Constitución de 1980 no impide realizar una reforma tributaria ni subir el valor de los royalties a las transnacionales mineras. Si la Concertación la hubiese efectuado, todas las universidades estatales podrían ser gratuitas y de la mayor calidad. No, por el contrario, los gobiernos de la Concertación, en acuerdo con la derecha, favorecieron a los poderosos del país y extranjeros con importantes exenciones de impuestos. 10. El IVA era de 16% en los tiempos de Pinochet. Subió a 18% con Aylwin, y a 19% con Lagos y Bachelet. El aumento del IVA, como bien se sabe, perjudica especialmente a las familias vulnerables. Su aumento no fue obra de la derecha, sino de la Concertación. 11. Las leyes laborales sólo requieren quórum parlamentario simple. Los gobiernos de la Concertación pudieron restablecer el derecho de huelga efectiva; pudieron bajar la semana de trabajo a 39 horas (en Europa es de 35, y aun menos); pudieron establecer que los trabajadores contratistas recibieran el mismo salario que los trabajadores de las empresas mandantes; pudieron establecer la negociación colectiva por rama o sector; pudieron restablecer los turnos de 8 horas en las faenas mineras, como era hasta mediados de los años 90 (hoy se trabaja en turnos de 12 horas con gran daño para la salud de estos trabajadores, sobre todo los de altura). Pues, nada de eso hicieron. Por supuesto, quienes se sienten a gusto con el sistema, votarán por sus autores, la derecha nacional. Empero, quienes lo rechazan, difícilmente verán cristalizado su anhelo de cambios estructurales institucionales y económicos si lo hacen por la Concertación. ¿No es más lógico que busquen otros caminos?

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