jueves, 20 de noviembre de 2014

EL NEGOCIO DE LA TELETÓN. (Primera Parte)

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 14/ 11/ 2014. La Teletón también se está realizando en Méjico y con las mismas características de la versión chilena. Como Méjico, a diferencia de Chile, es un país inmenso, con sus más de 100 millones de habitantes, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no dejó pasar así no más la supuesta “cruzada del amor,” y su Comité de Expertos en Materia de Políticas de Salud acaba de emitir, por vez primera, una resolución contra el evento, señalando, entre otros conceptos, que la Teletón “promueve estereotipos de las personas con discapacidad como sujetos de caridad.” Vale decir, esta declaración de la ONU conlleva oficialmente la denuncia que este tipo de actividad es ajena a la vía del derecho en el trato de la Salud pública, y en su lugar, consagra la limosna como método. A esta declaración de la ONU, se sumó de inmediato la Asociación Nacional de Discapacitados de Chile, a través de su vocero y presidente Alejandro Hernández, que acaba de señalar: “Luego de más de 30 años trabajando por la integración social y laboral en discapacidad, es necesario y urgente que el comité de la ONU (que se pronunció contra la teletón de Méjico) sugiera al gobierno chileno no seguir aplaudiendo esta campaña que se realiza también en Chile desde 1978 (…) Aplaudir la Teletón es celebrar la discriminación y segregación en que viven las personas con discapacidad en nuestro país.” Estas dos declaraciones me obligan, una vez más, a volver al tema de la Teletón, un espectáculo que además de exaltar la limosna sobre el deber del Estado de hacerse cargo de la salud de la población, no es más que un negociado en el que se utiliza, contra toda ética, la difícil situación de los niños discapacitados, y más específicamente, de los provenientes de los sectores sociales de perfil económico más deprimido. Ya sabemos cómo funciona la Teletón chilena: El estado de abandono de muchos niños discapacitados convoca espontáneamente a la población a llenar este vacío. Es esto lo que da lugar a este suculento negocio, oculto en un aura de falsa inocencia y generosidad. Un poco de historia: Mario Kreuzberger no es el inventor de la Teletón, sino el cómico estadounidense Jerry Lewis, que la bautizó en inglés como “Telethon,” en referencia a la conocida carrera olímpica (“Marathon”, en inglés). Las diferencias entre la Telethon de Lewis y la Teletón de Kreuzberger son enormes. Primero, Kreuzberger circunscribió su copia exclusivamente a niños discapacitados, mientras que la Telethon de Lewis cubre a todo tipo de discapacitados. La razón no `puede ser más pragmática, desde el punto de vista comercial. La imagen melodramática y efectista de niños sin brazos o piernas atrae a más personas a comprometerse en la campaña. No puede ser así en Estados Unidos, porque allí la ley no admite abusar del sufrimiento humano a través de la televisión, y menos de niños. Vale decir, tales imágenes están sometidas a régimen de censura, tanto en volumen como en contenido; y esto, cualquiera sea el objetivo que se pretenda conseguir con ellas. (CONTINUARÁ).

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