lunes, 26 de septiembre de 2011

EL DISCURSO DEL GENERAL ARTEAGA

PRIMERA PARTE.
En ocasión de celebrarse el Día de las Glorias del Ejército, el General Mario Arteaga, Comandante en Jefe de la VI División, dijo en su alocución oficial: “La Historia de la Patria y del Ejército (por extensión, de todo el conjunto de las Fuerzas Armadas) son una sola, y continuamos escribiéndola juntos.” Y prosiguió: “ el Ejército ha contribuido a consolidar el espíritu libertario de la sociedad chilena, y a hacer realidad la ruta que trazaron los Padres de la Patria.” Bellas palabras. Sin embargo, si observamos objetivamente la historia reciente del país, veremos que más tienen de retórica que de realidad. En estos precisos instantes, un masivo y prolongado movimiento estudiantil por una educación gratuita y de calidad ha concitado la simpatía de la abrumadora mayoría ciudadana. Esta inusitada situación ha terminado por poner en jaque a todo el orden político-administrativo y económico vigente, caracterizado, fundamentalmente, por una exagerada concentración del ingreso y riqueza del país en unas pocas manos. Pues bien, ese orden responde a las concepciones ideológicas e intereses de sólo una parte de la sociedad política chilena, representada políticamente por la derecha nacional. Como es ella la que hoy gobierna, lógicamente es difícil que quiera conmover las bases del sistema en el cual cree. Mientras tanto, el resto del país exige una mejor y más equitativa distribución del ingreso, lo que, según ella, puede resolver todos los problemas educacionales y sociales del país. Este conflicto de intereses es la causa de la crisis que hoy vivimos. Ante ella, algunos conspicuos personajes de la derecha (Zalaquett, Pérez de Arce, Labbé, Lobos y varios más), directa o indirectamente, han llamado a las Fuerzas Armadas (FF AA) a intervenir en la crisis; por supuesto, en favor del sector político al cual pertenecen. ¿Por qué estos civiles de derecha se sienten con autoridad para hacer estos llamados? Por una razón muy simple: porque asumen que las FF AA son sólo suyas. Por desgracia, tienen base para hacerlo. En efecto, la verdad histórica es que el orden vigente, programado unilateralmente por sólo una parte de la civilidad, la derecha, fue impuesto “manu militari” por las FF AA en 1973. “Miles sub omnibus civibus,” decían los antiguos romanos (los militares deben estar bajo el poder de todos los ciudadanos). Además de ser ésta la enseña universal sobre la cual descansa todo sistema democrático en el mundo moderno, tras ella hay una cuestión moral básica: la sociedad entera, y no sólo una de sus partes, ha entregado a sus militares, con arreglo a la Ley, el privilegio del monopolio de las armas, que pertenecen a todo el pueblo. La misión básica de las FF AA es, entonces, una sola: la defensa del territorio nacional contra eventuales enemigos externos. No obstante ese principio, en 1973 se introdujeron en el país los conceptos “enemigo interno” y “seguridad interna,” completamente ilegales, pero también 100% políticos. En efecto, esos conceptos dieron cuenta de un acuerdo político suscrito por nuestros militares, la derecha civil nacional y el imperio estadounidense, que en plena Guerra Fría, defendía sus propios intereses geo-políticos globales, con el objeto de eliminar de todo el cono sur latinoamericano a los militantes y simpatizantes de los partidos políticos de izquierda, entre ellos los que sostenían en Chile el gobierno constitucional de Salvador Allende. De modo que, objetivamente, nuestras FF AA tomaron entonces partido político, y claramente en favor de una sola y reducida parte de la sociedad, para luego instaurar, con ella, una atroz dictadura militar. La dictadura cumplió su tarea: exoneró de sus trabajos, persiguió, torturó, asesinó, encarceló y exilió a cientos de miles de chilenos y chilenas. La derecha llamó a esa felonía “otra gloria del Ejército,” mientras cómodamente, con todo el poder imaginable en sus manos y sin oposición, llevaba adelante su programa político íntegro, lo que nunca pudo hacer en el Chile libre y democrático de antes del golpe de estado de 1973. Por lo tanto, por lo menos dejemos en claro que las FF AA no escribieron esa infamante parte de nuestra historia “junto con la Patria,” ni tampoco preservaron “el espíritu libertario de la sociedad chilena.” Por el contrario, durante la dictadura militar, que presidía el todavía primer líder e ídolo de la derecha civil, Pinochet, el sagrado legado de O’Higgins, Carrera y Rodríguez, sellado en los versos de nuestro Himno Nacional “que, o la tumba serás de los libres, o el asilo contra opresión” fue letra muerta, puesto que entonces no hubo libertad en Chile, sino opresión. Es obvio que si las FF AA realmente hubiesen querido “salvar la democracia y la libertad,” habrían llamado a un plebiscito, no a la manera del fraude de 1980, sino uno que observara todas las garantías propias de los comicios democráticos del mundo, para que el pueblo, libre y legítimamente, decidiera su destino (CONTINUARÁ).
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PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21, 6 / 10 / 2011.
EL DISCURSO DEL GENERAL ARTEAGA.
SEGUNDA PARTE.
El concejal UDI de Concepción Fernando González debe sentir muy suyas a las FF AA. Hace un tiempo, declaró públicamente lo siguiente: “A punta de balazos deberían sacar a los upelientos que aún hay en el gobierno regional…con dos militares se te arrancan.” González no se iba molestar de echar a esos “upelientos” a través de la Ley o la denuncia pública. ¿Por qué, si era más simple que lo hicieran por él “sus” militares, a balazos? González no es un político cualquiera. Fue jefe de gabinete de la intendenta de la Octava Región, la presidenciable Jacqueline van Rysselberghe, y es hermano del gobernador de Concepción. En su twitter, González cuenta que se reúne frecuentemente con los oficiales del Ejército en retiro para “conversar y escuchar historias del Pronunciamiento Militar.” Si las FF AA tuvieran una cultura de verdadera neutralidad política habrían respondido ipso facto a González, separando aguas públicamente con él. De este modo, este político profesional habría quedado como un desubicado. En realidad, no quedó como un desubicado. En esa oportunidad, tanto el gobierno de derecha que tenemos, como el propio comandante en jefe de las FF.AA, el general Fuente-Alba, callaron; y quien calla, otorga. González quedó feliz, pues, como nadie replicó sus dichos, se ratificó, en la realidad, que las FF AA pertenecen a su bando. Son demasiados los hechos que prueban la parcialidad de nuestras FF AA en materia política. Por ejemplo, ha sorprendido a todo el país que una nave insignia de la Marina de Chile, de gran desempeño en el rescate de los restos de los infortunados compatriotas que murieron en la tragedia de Juan Fernández, no lleva el nombre de ningún héroe de nuestra Marina, sino del más fanático e ideologizado de los golpistas de 1973, el almirante José Toribio Merino, muerto de viejo en su cama. La personalidad de Merino ya había quedado retratada en 1964 en el relato del difunto ex – canciller Gabriel Valdés (G. Valdés: “Sueños y Memorias,” Editorial Taurus, 2011). Cuenta Valdés que en calidad de segundo Jefe de la Marina, Merino propuso al recién elegido Presidente Frei (padre) hundir el acorazado argentino “Belgrano,” surto en un astillero trasandino por reparaciones, para así acabar con las disputas territoriales que teníamos con Argentina (disputas que ganamos legalmente en La Haya, poco después). Luego del golpe de 1973, Merino asumió públicamente la responsabilidad personal de los asesinatos y torturas que se realizaran contra civiles chilenos y extranjeros en los cuarteles de la Marina, y particularmente en el buque-escuela “Esmeralda,” baldón que todavía impide a esa bella y emblemática nave nuestra ser bienvenida y recalar tranquila en los puertos del mundo. Al fin y al cabo, como decía Merino, los izquierdistas no eran personas, sino “humanoides.” Bufón por vocación, motejó al cardenal Juan Francisco Fresno como “El chapulín colorado,” por la postura crítica del prelado ante las violaciones a los Derechos Humanos perpetradas por la dictadura. También, ante el estupor internacional, Merino llamó a los bolivianos “auquénidos metamorfoseados…” ¡y una poderosa nave insignia de la Marina de Chile lleva el nombre de ese desquiciado! Más todavía: Hay en Chile las “Asociaciones de Amigos del Ejército,” que repletan exclusivamente civiles de derecha, y donde se producen los “encuentros” a que se refería Fernando González. ¿”Amigos del Ejército”? ¿Qué significa eso? ¿Que el Ejército tiene todavía su “enemigo interno,” el sustento ideológico del golpe de estado de 1973? Si las FFAA fueran realmente neutrales, no sólo ignorarían tales “asociaciones,” sino evitarían toda relación corporativa con civiles reconocidamente activos en política, del signo que sean. Para rematar, otro hecho que no da cuenta precisamente de la necesaria ponderación republicana y neutralidad política que debieran observar nuestros militares: Entre muchos otros, ex - uniformados de alto rango, como Stange, Frez, Arancibia, y el polémico ex – agente de la Dina Cristián Labbé, se lanzaron a la política contingente apenas terminada la dictadura, en calidad de candidatos; desde luego, de partidos de derecha o de agrupaciones proclives a ella. ¿No es hora que el Estado y las propias FF AA establezcan la condición militar permanente del soldado, hasta su muerte? El militar en retiro, al ingresar a un partido político, está proclamando públicamente que mientras vistió uniforme no fue neutral en política, como debió serlo, obligado por las leyes del país. A pesar de todo lo anterior, en estricto rigor, las FF AA son y serán siempre de todos los chilenos. Como así el Estado de Chile y ellas mismas lo proclaman, pues demuéstrenlo en los hechos, particularmente a través de la conducta personal de los soldados, activos o en retiro. Sólo cuando lo hagan, recuperarán el cariño y la confianza de TODO el pueblo de Chile.

1 comentario:

viovio dijo...

Estimado profesor,
Me parece excelente que haya decidido crear un blog!!!
Ayudaré en la difusión.
Atte.

Violeta