lunes, 20 de agosto de 2012

MOVILIZACIONES ESTUDIANTILES.

HAROLDO QUINTEROS, CANDIDATO A ALCALDE DE IQUIQUE, PERÍODO 2012-2016. Iquique, 20 de agosto de 2012. Una vez más vuelven nuestros jóvenes estudiantes a las calles en demanda de una educación igualitaria en calidad, eficaz en su administración y gratuita; es decir, realmente democrática. Nuestros jóvenes nunca se cansarán de hacerlo. Eso es imposible. Por el contrario, lo seguirán haciendo y volverán a concitar más y más apoyo ciudadano a su movimiento, por la simple razón que la mala educación existente en Chile, clasista, costosa y de mala calidad general (incluso la privada) afecta a todo el país, especialmente a las familias de los sectores más pobres de la sociedad. El año pasado, el Presidente de la República y su Ministro de Educación anunciaron con bombos y platillos que en Chile habría una “revolución en Educación”. Como no creo que el Presidente y el Ministro ignoren el significado de la palabra “revolución” (“cambio rápido y profundo en cualquier cosa,” DRAE, última edición), evidentemente se trataba de una mentira más y otro show mediático del gobierno. Por cierto, no hay ninguna revolución en Educación en Chile. Lo que se ha venido haciendo hasta ahora no es más que la aplicación de medidas destinadas a fortalecer y consolidar el actual sistema educacional. Este sistema es subsidiario; es decir, ha entregado a capitalistas privados, chicos o grandes, la tarea de educar, deber que es propio del Estado. El resultado es evidente: nuestra Educación es clasista, profundamente desigual en calidad, y verticalista y anti-democrática en la toma de decisiones. Un cambio de verdad revolucionario habría sido otro: poner fin a la subsidiaridad; es decir, declarar al Estado como el primer dador y responsable de la Educación, desestimándola como un servicio de mercado. Revolucionario habría sido también dar término a las subvenciones estatales a las universidades, escuelas y liceos privados, aunque fuese en forma pactada y paulatina. También habría sido revolucionario desmunicipalizar la administración educacional, que entrega la Educación a la politiquería reinante en Chile en la persona de los alcaldes, quienes,las más de las veces, no tienen la más mínima idea de Educación, en ningún sentido. También la municipalización ha sido el expediente más eficaz para hundir al país en la desigualdad cultural, por cuanto es desigual en cuanto al acceso a una educación de calidad. En verdad, lo que ha hecho este gobierno es identificarse con el régimen educacional dejado por la dictadura, y nada más. Sigue hablando de calidad en la Educación, pero las medidas que ha aplicado sólo profundizan las desigualdades, como aquello de “los colegios de excelencia” y los “liceos Bicentenario.” También para asegurar tal cacareada “calidad”, da especial énfasis a un invento que nos había traído Lagos, poco antes del fin de su gobierno: la posibilidad de despido a los maestros que supuestamente “hagan mal su pega.” De partida, esa medida es violatoria al principio de igualdad ante la Ley pues sólo ocurre con los profesionales de la Educación, y, además, afectará sólo a las escuelas y liceos que atienden a los estratos sociales más pobres del país. Lo que más llama la atención es que sin el apoyo y complicidad de la mayoría de los políticos la Concertación (dirigentes de partidos y parlamentarios, sobre todo), el gobierno de Piñera y los partidos que sustentan su gobierno, no habrían podido seguir marcando el paso impuesto al país en dictadura. La verdad de las cosas es que la Concertación lo siguió antes. No podemos olvidar que el movimiento estudiantil irrumpió en el gobierno anterior, puesto que el grave problema educacional hasta entonces no observaba ningún atisbo de solución. En efecto, Bachelet había prometido a los estudiantes universitarios y secundarios, y a todo el país, hacer todo lo posible por revertir la infamante Ley Orgánica Constitucional de Educación (LOCE), la que hizo de la Educación una mercancía cualquiera, además de haber sido impuesta al país por la fuerza bruta. La Concertación no cumplió su promesa, lo que explica, entre otras muchas incumplidas, el desprestigio en que se encuentra. El gobierno de Bachelet sólo retocó la LOCE, y dictó después una idéntica en lo básico, la Ley General de Educación (LGE). No tocó en nada la LOCE en lo referido a educación superior (técnico-profesional y universitaria); por lo tanto se da el asombroso caso que en Chile hay dos leyes educacionales, puesto que la ley nuevo, la LGE, no contempla el tema de la educación superior. También llama la atención que la Concertación haya lanzado por la borda el más caro de los principios que le dieron vida, la democracia y la participación ciudadana en las decisiones de Estado. De hecho, ha vuelto a ratificarse el estilo habitual de los gobiernos de Chile, el de no consultar a la ciudadanía, por ninguna vía, sobre las materias de Estado que la involucran directamente. Así, al igual que la LOCE de la dictadura y la LGE de la Concertación, todas las medidas en Educación que se aplican en Chile han sido acuerdos entre gallos y medianoche, sin participación de los profesores ni de los estudiantes. Todo se hace entre las dos coaliciones “binominales”, y de manera tan silenciosa, como sumaria y sorpresiva. Lo real es que el problema educacional del pueblo de Chile sigue y se agrava cada vez más. Continúa el sentido clasista de nuestra educación, el Estado cada vez más se desentiende de ella, sigue siendo de mala calidad, como lo revelan cada año, sostenidamente y sin variaciones, los resultados de las pruebas SIMCE y PSU. Esta última es de suyo importante, pues mide el resultado final de la educación escolar institucional chilena. Sépase que casi el 80% de los estudiantes universitarios provienen de los sectores sociales acomodados, que no representan más del 20% de la población. De los puntajes nacionales de PSU, el 66% proviene de los colegios particulares pagados, que suman alrededor de sólo el 10% de los colegios del país. Los datos oficiales señalan también que alrededor del 50% de los puntajes nacionales proviene sólo de las 8 comunas más ricas del país. En fin, ¿por qué han salido a las calles nuestros estudiantes? Porque la educación chilena, especialmente la pública escolar (escuelas básicas y liceos) y la universitaria y técnico-profesional sigue decayendo. La situación es tan grave que la educación escolar marcha ya derechamente hacia la extinción; porque es de mala calidad y clasista, como lo revelan muchos informes internacionales, como los de la OCDE y de la UNESCO. Nuestras universidades, estatales y privadas ya no son gratuitas, como lo fueron en el pasado. Tampoco observan la buena calidad que tuvieron antes del advenimiento del régimen neoliberal y subsidiario. Las universidades, las escuelas y liceos del Estado no pueden estar bien financiados, porque los fondos estatales para la Educación se reparten con la educación privada. Este es un hecho único e insólito en todo el mundo. Es por esto que nuestros estudiantes salen a las calles. Simplemente, lo hacen porque no ven salida por el conducto político regular. Iquiqueños, Nuestra candidatura tiene un amplio plan educacional, cuyo eje fundamental es el fortalecimiento de la educación pública. Nuestra alcaldía estará siempre en primera línea luchando por devolver a nuestro pueblo el derecho a una educación garantizada en calidad y gratuidad por el Estado. En estos momentos, es un asunto patriótico apoyar el movimiento estudiantil. Llamamos también a todos, cuando sea necesario, a estar con nuestros estudiantes en las calles, por una educación verdaderamente democrática e igualitaria. HAROLDO QUINTEROS, Candidato a alcalde de Iquique, 2012-2016.

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