martes, 15 de abril de 2014

DESASTRES NATURALES Y POBREZA

PROF. HAROLDO QUINTEROS, 17 / 04 / 2014. A la incesante recurrencia de terremotos, entre ellos el mayor que registra la historia, en 1960, a los que se suma, en menos de un mes, el nuestro del 1° de abril recién pasado, se nos vino encima el espantoso incendio que ha destruido buena parte de Valparaíso. 16 compatriotas muertos, centenares de lesionados, algunos graves; 2.500 casas destruidas y 10.000 evacuados no puede ser sino testimonio de un terrible desastre. Muchas veces el puerto mayor de Chile ha sido asolado por incendios, explosiones y terremotos, probablemente como ninguna otra ciudad de Chile. Esto me recuerda a Osvaldo Rodríguez, el poeta y compositor chileno que escribiera la más bella (y la más seria, por añadidura) canción a Valparaíso. Unos cuantos versos de ese célebre vals reflejan muy bien por qué el reciente desastre ha sido especialmente trágico: "Allí pasó la muerte tantas veces, la muerte que enlutó a Valparaíso..."; y luego: "... porque no nací pobre y siempre tuve un miedo inconcebible a la pobreza..." Efectivamente, la destrucción y la muerte que hicieron presa al Puerto afectaron a los porteños más pobres. Por cierto - e Iquique y Alto Hospicio no son la excepción - las funestas consecuencias de estos desastres están ligadas a la pobreza. ¿Dónde estaban las casas que se incendiaron? Exactamente en los cerros donde abunda pobreza, en sitios muchas veces “en toma,” y donde nunca ha habido la posibilidad de vivir con la dignidad de seres humanos, sin servicios sanitarios, sobrepoblados con unas 300.000 almas, y con basurales que expelen gases, como el metano, que son el mejor combustible para agravar la tragedia. Conversé personalmente el asunto con Rodríguez en Heidelberg, Alemania, ciudad en que ofreció un concierto y lectura de sus poemas. Porteño de nacimiento, fue él mismo quien me dijo que los desastres en el puerto siempre habían afectado, por sobre toda otra consideración, a los olvidados en la repartija de la riqueza nacional, y agregaba que "sentía hasta vergüenza de no ser un porteño pobre." En verdad, en toda la historia nacional, ningún gobierno se ha preocupado de tomar en serio la innegable indefensión en que están permanentemente los chilenos pobres ante los grandes incendios y terremotos. Es evidente en estos casos la falta de una racional administración de los recursos, justo en un país de bosques y cercado por centenares de volcanes y placas que no cesan de acomodarse frente a nuestras costas; mas, sobre todo, en un país en que las diferencias sociales son abisales. Nuestros compatriotas menos favorecidos en el ingreso nacional construyen mal y en lugares inadecuados, porque no tienen otra alternativa; y en el caso de Valparaíso, a sólo metros de zonas expuestas a los incendios forestales. A pesar del inmenso sacrificio desplegado por nuestros bomberos y personal de apoyo en estas emergencias, y la propia población civil, bien poco se pudo hacer para frenar el desastre a tiempo. ¿Por qué sucedió esto en un país miembro de la OCDE, donde, por supuesto, no debiera faltar plata para estos casos? Faltan recursos, pues, tanto humanos como materiales. Por lo menos, una buena parte de nuestro cuerpo de bomberos debiera ser remunerada y contar con personal profesional de alta graduación en materia de socorro en todas las eventualidades. Además, debiéramos contar con una buena dotación de modernos helicópteros y aviones "fire-killers," que ataquen el fuego con la mayor contundencia a minutos de producirse. Lo principal, sin embargo, es otra cosa: todas las casas chilenas debieran estar bien hechas, con buen material y solamente construidas donde realmente se debe. Es decir, decidámonos, de una vez por todas, a terminar con la pobreza en Chile, más enemiga nuestra que los propios desastres naturales.

No hay comentarios: