miércoles, 23 de abril de 2014

VOTO CHILENO FUERA DE CHILE

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 25 / 04 / 2014 En detrimento de su propio prestigio, lo peor que hicieron los parlamentarios de la derecha nacional partidarios de no otorgar el derecho a voto a los chilenos que viven en el exterior (por supuesto, como era de esperar, la UDI en bloque y otros más), fue tratar de impedir, y hasta el fin, que Chile se igualara con todo el mundo democrático de hoy, en cuanto al principio que todo ciudadano, esté donde esté, no pierde jamás tal categoría, cuya validez reside, sobre todo, en el derecho a elegir a las autoridades de su país. Como la ley que consagraba esa joyita antidemocrática, tanto como lo es la propia Constitución que nos rige, sus redactores la simularon con el subterfugio que quienes viven fuera del país tienen derecho a voto, pero si lo quieren ejercer, deben venir a votar a Chile. Imagínense, venir a votar desde Méjico, Europa o Asia en cada jornada electoral... La falacia envuelta en esa maniobra es evidente. De hecho, cada vez que se discutía el asunto en el Parlamento, los partidarios de negar el voto a los chilenos de ultramar no se referían al texto de la ley, sino exhibían iterativamente un solo argumento: sólo los ciudadanos que viven en Chile conocen bien la realidad chilena; por lo tanto, los demás no pueden tener derecho a voto. Por cierto, el fondo del asunto es otro. Todo se programó en dictadura para que las leyes que ella impuso al país por la fuerza bruta fuesen inmutables, tal como su primer autor, Jaime Guzmán, lo declaró explícitamente infinidad de veces. Después de muchos años de lucha, la gran mayoría de los chilenos, aun con sistema binominal y sin voto de los chilenos que viven fuera de la Patria, dos engendros antidemocráticos únicos en el planeta, consiguieron poner fin a este último. En verdad, tampoco es de creer mucho en la vocación democrática de los parlamentarios de derecha que se sumaron a derogar esa ley. En primer lugar, ¿por qué no lo hicieron antes, y por qué, llegado el momento de otorgar este derecho a los compatriotas que están fuera del país, votaron siempre unidos a la maximalista UDI, y, finalmente, por qué varios se abstuvieron? Dejémonos de cuentos, y recordemos cómo fueron las cosas. Por 1980, había más de un millón de exiliados chilenos, tanto políticos como económicos. Para el plebiscito de 1988, en el caso de los primeros, ni siquiera todos estaban aún autorizados a volver. En la primeras elecciones, aun con sistema binominal, si ese millón de chilenos hubiese votado, no se habría producido el espurio empate parlamentario que hasta hoy ha venido conculcando nuestro derecho a vivir en una verdadera democracia, y, de seguro, Piñera no habría ganado la elección presidencial del 2010. Obviamente, las cosas han cambiado. Hasta hace unos años, del total de chilenos que estaban fuera del país, la total mayoría eran exiliados. Hoy no es así. Los cálculos que se conocen indican que ellos (que ya no tienen ese status), hoy no son más del 30%. La mayoría son estudiantes, trabajadores residentes o turistas. Vale decir, ya no están tan perdidas las elecciones para la derecha y pueden mostrar al mundo un amable rostro democrático. Los chilenos lejanos ahora podrán votar en elecciones presidenciales, plebiscitos nacionales y primarias. No es poco, pero aún la lucha continúa. En muchos países, los chilenos (tanto los que fueron exiliados como los que no lo fueron) se han organizado para impetrar la creación del “distrito para chilenos en el extranjero” que permita elegir parlamentarios que vivan tanto en Chile como en exterior. En fin, con ese agregado al ya conseguido voto en el exterior y con el fin del sistema binominal, estaríamos viviendo en una verdadera democracia.

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