jueves, 23 de julio de 2015
¿REFORMAS? PACIENCIA, PACIENCIA…
PROF. HAROLDO QUINTEROS. 24 / 07 / 2015.
PROF. HAROLDO QUINTEROS. 24/ 07/ 2015.
Hace 104 años, Emiliano Zapata, líder de los campesinos de su país, elegido por éstos para parlamentar con el Presidente Porfirio Díaz, éste le espetó: “¡Basta, tengan paciencia, ya solucionaremos vuestros problemas!” Zapata respondió: “Señor Presidente, tenemos hambre y nuestras tortillas son de maíz, no de paciencia.” Bien, la paciencia se les acabó a los mejicanos e hicieron la Revolución Agraria. ¿Y Chile? Michelle Bachelet ganó rotundamente las elecciones porque el electorado le creyó su promesa que las reformas propuestas en su programa se iniciarían sin vacilaciones en este período de su mandato. Para llevarlas a cabo, se necesitarían fondos, los que según Bachelet y sus asesores se obtendrían con una “profunda” reforma tributaria. Pues bien, recientemente hemos sido oficialmente notificados que al gobierno le faltan estos fondos, de modo que el proceso reformista está detenido. ¿Faltan fondos? ¿Hay alguna grave crisis financiera global que nos afecte especialmente? ¿No hay plata en ninguna otra parte del país? ¿Qué pasó con la reforma tributaria prometida? ¿Por qué falta plata si el precio del cobre, que había bajado, ha vuelto a repuntar? La ex-candidata contendora de Bachelet, Evelyn Matthei, prometió poco o nada importante en su campaña porque ella, fiel defensora del orden subsidiario legado por la dictadura de Pinochet, no iba a sacar plata del único lugar en que ésta se concentra, las mega-empresas nacionales y extranjeras que, gracias al gobierno de su ídolo, hoy son prácticamente dueñas del país. En fin, hoy, Michelle Bachelet nos está diciendo que las reformas (todavía no se sabe de prioridades) no se cumplirán enteramente en este período presidencial, sino en uno próximo de Nueva Mayoría. ¡Plop!, eso, en circunstancias que nadie puede asegurar que Nueva Mayoría ganará las próximas elecciones. Salvo uno que otro cambios cosméticos, si la Alianza ganara en 2017, de seguro no habría una seria reforma educacional, ni tributaria, ni previsional - la que acabaría con la estafa de las AFP- las tres reformas emblemáticas del programa de Bachelet. Obvio, a esas reformas la derecha, particularmente la UDI, se ha opuesto con una tenacidad implacable. Pero, ¿es realmente cierto que no hay fondos? No. Los hay, pero para que sirvan al país y las reformas que necesita, y no al inmoral hiper-enriquecimiento de unos pocos, bastaría con aplicar a las empresas mineras los impuestos (royalties) que se pagan en todas partes del mundo por la extracción de recursos no renovables, renacionalizar nuestro cobre y de recuperar el 10% de las ventas brutas del metal rojo que aún perciben las FF AA. Según cifras oficiales, en 2013 y 2014, las empresas mineras Escondida, Inés de Collahuasi, Los Pelambres y Anglo American se han embolsicado 38. 395.347.655 (38 mil 395 millones, etc.) de dólares estadounidenses, una orgía de utilidades obtenida de la extracción del cobre y otros minerales de nuestro suelo. ¿Y qué me dicen de las siderales ganancias de las AFP y las Isapres en estos últimos años? Ante el espectáculo de tanta riqueza concentrada en unos pocos, las urgentes y no resueltas necesidades de educación, salud, pensiones y vivienda de muchos, y el descaro del gobierno de venir a decirnos que “no hay fondos” para cumplir con las justas reformas prometidas al pueblo, sólo cabe preguntar, ¿por qué tanto temor de tocar las descomunales rentas de los grandes capitalistas, lo que haría cualquier gobierno del mundo, capitalista o socialista? En fin, ¿se nos acabará la paciencia un día?
sábado, 18 de julio de 2015
LA CHINITA
PROF. HAROLDO QUINTEROS. 17 / 07/ 2015.
La “Festividad de la Virgen del Carmen de La Tirana” nos toca muy directamente como iquiqueños. En este día 16 de julio, el día de la Virgen María, nos referiremos a ello. Por cierto, llegado este día, Iquique se despuebla, porque la mayor parte de los iquiqueños participa en este evento católico -el mayor del país- con un gran y siempre creciente número de bailes religiosos que, en el transcurso de varios siglos, se han venido formando sin cesar en su honor. Valen, entonces, algunas reflexiones y aclaraciones sobre esta festividad que, además, atrae a millares de peregrinos de todo Chile y de países vecinos. Veamos:
Su razón primigenia se sitúa mucho más allá del credo propiamente católico. Primero, subyace en la conciencia del ser humano, en todos los tiempos, la tendencia de amar de un modo naturalmente entrañable y preferencial la figura de la Madre, lo que en el ámbito religioso se ha traducido en la adoración masiva a una divinidad femenina. Nótese también que el culto a María tiene también un claro sesgo de género, que cobra especial fuerza en el mundo de las mujeres, particularmente en las del pueblo, que ven en la Virgen María la réplica exactamente contraria a su condición general de sometimiento -a menudo, brutal- al régimen patriarcal aún imperante. En el plano netamente científico, se ha demostrado que la primera figuración humana de dios no fue el dios-padre, sino la diosa-madre; es decir, no un hombre, sino una mujer; esto, en virtud de la relación entre organización social y el fenómeno religioso. En efecto, en las primeras agrupaciones humanas inteligentes, fue el espíritu femenino el predominante en todos los aspectos de la vida, pues al varón, por su condición física, le correspondía abandonar a diario los primeros lares para cazar y recolectar alimentos. Es la época conocida como matriarcado; que no es, como vulgarmente se cree, aquél en que la mujer “manda,” sino el tipo de sociedad en que la mujer es su primera organizadora, sostenedora y administradora. Esa fue la época de la Diosa-madre, de la que dan cuenta infinitud de pruebas arqueológicas. Por supuesto, la agricultura, la domesticación y crianza de animales, volvió al hombre al hogar, y con ello, advino el levantamiento de las primeras aldeas agropecuarias. Vino luego la división del trabajo, las jerarquías políticas y sociales, las guerras, los ejércitos y su corolario final: el patriarcado y... el dios-padre. Si consideramos que el homo sapiens, o el homínido que más se le acerca, apareció en la tierra hace unos 80 a 100 mil años, el matriarcado ha sido el período más largo de la historia, lo que inevitablemente dejaría su marca, que perdura hasta hoy. La adoración a la divinidad femenina no ha desaparecido, incluso en civilizaciones tan andro-céntricas como la que dio origen al Islam, que reconoce en ciertos personajes femeninos cercanos al Profeta Mahoma (y la propia madre del Nazareno) rasgos distintivos que los hacen cuasi-divinos. En la civilización cristiana-occidental católica, evidentemente menos patriarcal que el mundo musulmán, a pesar de su popularidad, María sólo ha tenido, en razón de la autoridad eclesial, una posición secundaria (consejera, auxiliadora, intercesora, etc.), a pesar que, en la realidad, la adoración que la Madre de Jesús recibe del pueblo, es inmensamente mayor a aquella con que se adora a Dios Padre y al propio Jesús, el Hijo Unigénito. El protestantismo, como sabemos, no admite la divinidad de María, aunque es muy raro hallar un hogar protestante del pueblo en que se la niegue. De hecho, la exclusión oficial de la Virgen en el credo y práctica protestantes es contradictoria con lo que creía el propio Martín Lutero, el fundador de esta variante del cristianismo, tan contraria al catolicismo, Lutero, ya habiendo sido excomulgado en 1521, decía en 1527 que “desde el primer momento en que Ella comenzó a vivir (o sea, desde su concepción) estuvo libre de pecado.” En otras palabras, los primeros protestantes admitieron, al igual que el Catolicismo, la Inmaculada Concepción de María, y obviamente con ello, su divinidad; vale decir, su condición de ser para el mundo cristiano, el primer ser humano ungido directamente por Dios; en su caso, para dar vida en su vientre al Salvador, tarea que Ella comparte al unísono con Dios Padre. Ahora, vamos a nuestra cultura latinoamericana y el lugar que María ocupa en ella. Detengámonos en el nombre "China” o “Chinita” con que sus devotos la evocan. Pues bien, aunque la mayoría de sus fieles no lo saben, tal apelativo no es chileno. De partida, “La Chinita,” y la cofradía danzante “Los Chinos,” que le rinden tributo en La Tirana y en muchas otras festividades, no tienen nada que ver con el país China ni sus habitantes. La palabra viene de la voz quechua “xinu”, que quiere decir “servidor,” castellanizada como “chino." La referencia tiene su origen, según el credo católico localizado en América Latina, en la prontitud con que la Virgen acude a servir a sus hijos, tal como lo haría una madre; de ahí que los católicos europeos (sobre todo en España, Italia, Polonia, Irlanda y Francia) no la llaman así. Sin embargo, más que a Ella como servidora, el mote es sólo extensión de la palabra “chino(s),” sus servidores, que en la forma de bailes u otras expresiones (como la santa mejicana llamada "la China Poblana"), abundan en todo el sub-continente latinoamericano. Por cierto en todas partes, los primeros bailes, cantores y pregoneros marianos, sin excepción, se llamaron “Chinos,” tal como el que existe en Iquique. Vale la pena aquí recorrer un poco nuestros países hermanos. "La Chiquinquirá", o "La Chinca" es un lugar de adoración a María situado en Colombia, al que, como en el caso de La Tirana, acuden peregrinos de otros países, especialmente de Venezuela, Perú, Ecuador y Brasil. También en la Chinca se ven y se oyen coloridos conjuntos bailando y cantando en su honor. La "gaita" es un tipo de canción religiosa venezolana, que recomiendo oír en la voz de Tulio Medina, su primer exponente. En una de sus gaitas, Medina canta: "Gaitero de Maracaibo soldado valiente de la tradición, que cantas a la Chinita las gaitas bonitas que da tu región..." Como ven, somos pueblos no sólo de una misma historia, sino de un antigua y común cultura.
LA CHINITA
PROF. HAROLDO QUINTEROS. 17 / 07/ 2015.
La “Festividad de la Virgen del Carmen de La Tirana” nos toca muy directamente como iquiqueños. En este día 16 de julio, el día de la Virgen María, nos referiremos a ello. Por cierto, llegado este día, Iquique se despuebla, porque la mayor parte de los iquiqueños participa en este evento católico -el mayor del país- con un gran y siempre creciente número de bailes religiosos que, en el transcurso de varios siglos, se han venido formando sin cesar en su honor. Valen, entonces, algunas reflexiones y aclaraciones sobre esta festividad que, además, atrae a millares de peregrinos de todo Chile y de países vecinos. Veamos:
Su razón primigenia se sitúa mucho más allá del credo propiamente católico. Primero, subyace en la conciencia del ser humano, en todos los tiempos, la tendencia de amar de un modo naturalmente entrañable y preferencial la figura de la Madre, lo que en el ámbito religioso se ha traducido en la adoración masiva a una divinidad femenina. Nótese también que el culto a María tiene también un claro sesgo de género, que cobra especial fuerza en el mundo de las mujeres, particularmente en las del pueblo, que ven en la Virgen María la réplica exactamente contraria a su condición general de sometimiento -a menudo, brutal- al régimen patriarcal aún imperante. En el plano netamente científico, se ha demostrado que la primera figuración humana de dios no fue el dios-padre, sino la diosa-madre; es decir, no un hombre, sino una mujer; esto, en virtud de la relación entre organización social y el fenómeno religioso. En efecto, en las primeras agrupaciones humanas inteligentes, fue el espíritu femenino el predominante en todos los aspectos de la vida, pues al varón, por su condición física, le correspondía abandonar a diario los primeros lares para cazar y recolectar alimentos. Es la época conocida como matriarcado; que no es, como vulgarmente se cree, aquél en que la mujer “manda,” sino el tipo de sociedad en que la mujer es su primera organizadora, sostenedora y administradora. Esa fue la época de la Diosa-madre, de la que dan cuenta infinitud de pruebas arqueológicas. Por supuesto, la agricultura, la domesticación y crianza de animales, volvió al hombre al hogar, y con ello, advino el levantamiento de las primeras aldeas agropecuarias. Vino luego la división del trabajo, las jerarquías políticas y sociales, las guerras, los ejércitos y su corolario final: el patriarcado y... el dios-padre. Si consideramos que el homo sapiens, o el homínido que más se le acerca, apareció en la tierra hace unos 80 a 100 mil años, el matriarcado ha sido el período más largo de la historia, lo que inevitablemente dejaría su marca, que perdura hasta hoy. La adoración a la divinidad femenina no ha desaparecido, incluso en civilizaciones tan andro-céntricas como la que dio origen al Islam, que reconoce en ciertos personajes femeninos cercanos al Profeta Mahoma (y la propia madre del Nazareno) rasgos distintivos que los hacen cuasi-divinos. En la civilización cristiana-occidental católica, evidentemente menos patriarcal que el mundo musulmán, a pesar de su popularidad, María sólo ha tenido, en razón de la autoridad eclesial, una posición secundaria (consejera, auxiliadora, intercesora, etc.), a pesar que, en la realidad, la adoración que la Madre de Jesús recibe del pueblo, es inmensamente mayor a aquella con que se adora a Dios Padre y al propio Jesús, el Hijo Unigénito. El protestantismo, como sabemos, no admite la divinidad de María, aunque es muy raro hallar un hogar protestante del pueblo en que se la niegue. De hecho, la exclusión oficial de la Virgen en el credo y práctica protestantes es contradictoria con lo que creía el propio Martín Lutero, el fundador de esta variante del cristianismo, tan contraria al catolicismo, Lutero, ya habiendo sido excomulgado en 1521, decía en 1527 que “desde el primer momento en que Ella comenzó a vivir (o sea, desde su concepción) estuvo libre de pecado.” En otras palabras, los primeros protestantes admitieron, al igual que el Catolicismo, la Inmaculada Concepción de María, y obviamente con ello, su divinidad; vale decir, su condición de ser para el mundo cristiano, el primer ser humano ungido directamente por Dios; en su caso, para dar vida en su vientre al Salvador, tarea que Ella comparte al unísono con Dios Padre. Ahora, vamos a nuestra cultura latinoamericana y el lugar que María ocupa en ella. Detengámonos en el nombre "China” o “Chinita” con que sus devotos la evocan. Pues bien, aunque la mayoría de sus fieles no lo saben, tal apelativo no es chileno. De partida, “La Chinita,” y la cofradía danzante “Los Chinos,” que le rinden tributo en La Tirana y en muchas otras festividades, no tienen nada que ver con el país China ni sus habitantes. La palabra viene de la voz quechua “xinu”, que quiere decir “servidor,” castellanizada como “chino." La referencia tiene su origen, según el credo católico localizado en América Latina, en la prontitud con que la Virgen acude a servir a sus hijos, tal como lo haría una madre; de ahí que los católicos europeos (sobre todo en España, Italia, Polonia, Irlanda y Francia) no la llaman así. Sin embargo, más que a Ella como servidora, el mote es sólo extensión de la palabra “chino(s),” sus servidores, que en la forma de bailes u otras expresiones (como la santa mejicana llamada "la China Poblana"), abundan en todo el sub-continente latinoamericano. Por cierto en todas partes, los primeros bailes, cantores y pregoneros marianos, sin excepción, se llamaron “Chinos,” tal como el que existe en Iquique. Vale la pena aquí recorrer un poco nuestros países hermanos. "La Chiquinquirá", o "La Chinca" es un lugar de adoración a María situado en Colombia, al que, como en el caso de La Tirana, acuden peregrinos de otros países, especialmente de Venezuela, Perú, Ecuador y Brasil. También en la Chinca se ven y se oyen coloridos conjuntos bailando y cantando en su honor. La "gaita" es un tipo de canción religiosa venezolana, que recomiendo oír en la voz de Tulio Medina, su primer exponente. En una de sus gaitas, Medina canta: "Gaitero de Maracaibo soldado valiente de la tradición, que cantas a la Chinita las gaitas bonitas que da tu región..." Como ven, somos pueblos no sólo de una misma historia, sino de un antigua y común cultura.
LA CHINITA
PROF. HAROLDO QUINTEROS. 17 / 07/ 2015.
La “Festividad de la Virgen del Carmen de La Tirana” nos toca muy directamente como iquiqueños. En este día 16 de julio, el día de la Virgen María, nos referiremos a ello. Por cierto, llegado este día, Iquique se despuebla, porque la mayor parte de los iquiqueños participa en este evento católico -el mayor del país- con un gran y siempre creciente número de bailes religiosos que, en el transcurso de varios siglos, se han venido formando sin cesar en su honor. Valen, entonces, algunas reflexiones y aclaraciones sobre esta festividad que, además, atrae a millares de peregrinos de todo Chile y de países vecinos. Veamos:
Su razón primigenia se sitúa mucho más allá del credo propiamente católico. Primero, subyace en la conciencia del ser humano, en todos los tiempos, la tendencia de amar de un modo naturalmente entrañable y preferencial la figura de la Madre, lo que en el ámbito religioso se ha traducido en la adoración masiva a una divinidad femenina. Nótese también que el culto a María tiene también un claro sesgo de género, que cobra especial fuerza en el mundo de las mujeres, particularmente en las del pueblo, que ven en la Virgen María la réplica exactamente contraria a su condición general de sometimiento -a menudo, brutal- al régimen patriarcal aún imperante. En el plano netamente científico, se ha demostrado que la primera figuración humana de dios no fue el dios-padre, sino la diosa-madre; es decir, no un hombre, sino una mujer; esto, en virtud de la relación entre organización social y el fenómeno religioso. En efecto, en las primeras agrupaciones humanas inteligentes, fue el espíritu femenino el predominante en todos los aspectos de la vida, pues al varón, por su condición física, le correspondía abandonar a diario los primeros lares para cazar y recolectar alimentos. Es la época conocida como matriarcado; que no es, como vulgarmente se cree, aquél en que la mujer “manda,” sino el tipo de sociedad en que la mujer es su primera organizadora, sostenedora y administradora. Esa fue la época de la Diosa-madre, de la que dan cuenta infinitud de pruebas arqueológicas. Por supuesto, la agricultura, la domesticación y crianza de animales, volvió al hombre al hogar, y con ello, advino el levantamiento de las primeras aldeas agropecuarias. Vino luego la división del trabajo, las jerarquías políticas y sociales, las guerras, los ejércitos y su corolario final: el patriarcado y... el dios-padre. Si consideramos que el homo sapiens, o el homínido que más se le acerca, apareció en la tierra hace unos 80 a 100 mil años, el matriarcado ha sido el período más largo de la historia, lo que inevitablemente dejaría su marca, que perdura hasta hoy. La adoración a la divinidad femenina no ha desaparecido, incluso en civilizaciones tan andro-céntricas como la que dio origen al Islam, que reconoce en ciertos personajes femeninos cercanos al Profeta Mahoma (y la propia madre del Nazareno) rasgos distintivos que los hacen cuasi-divinos. En la civilización cristiana-occidental católica, evidentemente menos patriarcal que el mundo musulmán, a pesar de su popularidad, María sólo ha tenido, en razón de la autoridad eclesial, una posición secundaria (consejera, auxiliadora, intercesora, etc.), a pesar que, en la realidad, la adoración que la Madre de Jesús recibe del pueblo, es inmensamente mayor a aquella con que se adora a Dios Padre y al propio Jesús, el Hijo Unigénito. El protestantismo, como sabemos, no admite la divinidad de María, aunque es muy raro hallar un hogar protestante del pueblo en que se la niegue. De hecho, la exclusión oficial de la Virgen en el credo y práctica protestantes es contradictoria con lo que creía el propio Martín Lutero, el fundador de esta variante del cristianismo, tan contraria al catolicismo, Lutero, ya habiendo sido excomulgado en 1521, decía en 1527 que “desde el primer momento en que Ella comenzó a vivir (o sea, desde su concepción) estuvo libre de pecado.” En otras palabras, los primeros protestantes admitieron, al igual que el Catolicismo, la Inmaculada Concepción de María, y obviamente con ello, su divinidad; vale decir, su condición de ser para el mundo cristiano, el primer ser humano ungido directamente por Dios; en su caso, para dar vida en su vientre al Salvador, tarea que Ella comparte al unísono con Dios Padre. Ahora, vamos a nuestra cultura latinoamericana y el lugar que María ocupa en ella. Detengámonos en el nombre "China” o “Chinita” con que sus devotos la evocan. Pues bien, aunque la mayoría de sus fieles no lo saben, tal apelativo no es chileno. De partida, “La Chinita,” y la cofradía danzante “Los Chinos,” que le rinden tributo en La Tirana y en muchas otras festividades, no tienen nada que ver con el país China ni sus habitantes. La palabra viene de la voz quechua “xinu”, que quiere decir “servidor,” castellanizada como “chino." La referencia tiene su origen, según el credo católico localizado en América Latina, en la prontitud con que la Virgen acude a servir a sus hijos, tal como lo haría una madre; de ahí que los católicos europeos (sobre todo en España, Italia, Polonia, Irlanda y Francia) no la llaman así. Sin embargo, más que a Ella como servidora, el mote es sólo extensión de la palabra “chino(s),” sus servidores, que en la forma de bailes u otras expresiones (como la santa mejicana llamada "la China Poblana"), abundan en todo el sub-continente latinoamericano. Por cierto en todas partes, los primeros bailes, cantores y pregoneros marianos, sin excepción, se llamaron “Chinos,” tal como el que existe en Iquique. Vale la pena aquí recorrer un poco nuestros países hermanos. "La Chiquinquirá", o "La Chinca" es un lugar de adoración a María situado en Colombia, al que, como en el caso de La Tirana, acuden peregrinos de otros países, especialmente de Venezuela, Perú, Ecuador y Brasil. También en la Chinca se ven y se oyen coloridos conjuntos bailando y cantando en su honor. La "gaita" es un tipo de canción religiosa venezolana, que recomiendo oír en la voz de Tulio Medina, su primer exponente. En una de sus gaitas, Medina canta: "Gaitero de Maracaibo soldado valiente de la tradición, que cantas a la Chinita las gaitas bonitas que da tu región..." Como ven, somos pueblos no sólo de una misma historia, sino de un antigua y común cultura.
miércoles, 8 de julio de 2015
LA COPA Y LAS MALVINAS
PROF. HAROLDO QUINTEROS. 10/ 06/ 2015.
No valdría la pena gastar más tiempo en hablar de la Copa América, si no fuese porque tras ella han rebrotado malsanas expresiones de masas que, una vez más, han puesto en evidencia resentimientos y odios entre nuestros pueblos. En verdad, aunque sin las dimensiones de otros eventos deportivos internacionales, volvieron a aflorar, tanto desde las barras como del público chilenos, resabios racistas y chauvinistas que no pueden aceptarse. No obstante, las alusiones patrioteras, belicosas y xenófobas han venido del lado argentino, por el ridículo hecho que el equipo argentino perdió la Copa. Muchos comentaristas y relatores de fútbol, y Chile no es la excepción, invitan a sectores del pueblo a aceptar la fantasía que el fútbol profesional es una actividad suprema, sublime, en circunstancias que no es más que un rentable negocio, del que se benefician sus dueños más que los propios jugadores. Las barras futboleras están repletas de individuos ignorantes y chauvinistas; algunos - sobre todo, los más jóvenes- salidos del lumpen urbano, lo que explica las groseras provocaciones que barristas argentinos han protagonizado contra Chile como país. Luego de perder la Copa, enardecidos y alentados por un cierto Federico Longone, relator de fútbol (que, además, las emprendió como un enajenado de la manera más grosera imaginable contra la Presidenta Bachelet) volvieron al tema de la guerra de Las Malvinas, acusándonos de “traidores.” Por supuesto, tratándose de este tipo de fanáticos, estaría de más preocuparse de esta estupidez, excepto que sus vociferaciones recogen sentimientos anti-chilenos aún latentes entre gente común de Argentina, introducidos en su conciencia por sectores políticos y militares que deliberadamente ocultan las verdaderas causas de la derrota argentina en ese conflicto. La dictadura trasandina fue, sin duda, la más sanguinaria y criminal del grupo "Operación Cóndor," formado por las dictaduras de Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia, aun guardando proporciones en cuanto población. Se trataba de una estrategia planificada en Estados Unidos, con el fin de liquidar toda posibilidad de levantar en el cono sur americano gobiernos democráticos anti-imperialistas y socialistas. Ante la creciente resistencia popular a la dictadura argentina, que ya tambaleaba, Galtieri, su jefe máximo, como una maniobra netamente distractiva, tramó la recuperación de las islas Malvinas, y como él mismo lo aventó pública y explícitamente, luego de la victoria que prometía al pueblo, ocupar tres islas de la Patagonia chilena, ya laudadas en fallos internacionales. Se trate o no de la dictadura de Pinochet, cómplice de Videla y Galtieri en la “Operación Cóndor,” cualquier gobierno chileno no tenía más alternativa que colaborar en la derrota de Galtieri. Luego, los argentinos que aún repiten la tontería de la “traición” chilena, en su lugar deberían estar alertas al peligro que su país vuelva a caer en manos de una dictadura militar fascista, la autora y única responsable de esa aventura y su fracaso.
LA HUELGA DE LOS PROFESORES.
PROF. HAROLDO QUINTEROS. 03/ 07/ 2015.
Por cierto, hasta hoy el Estado chileno no ha tenido la capacidad ni las agallas suficientes como para resolver la situación laboral y social de nuestros preceptores. De partida, con muy raras excepciones, los ministerios de Educación no han sido ocupados por profesionales del ramo, y a éstos tampoco se los ha convocado a participar en la formulación de las políticas educativas. ¡Cómo sorprenderse que los maestros se rebelen! Desde hace unas 5 décadas, y en sintonía con la práctica universal en materia de formación inicial de profesores, no sólo los maestros de la educación secundaria chilena se forman en universidades, sino también los de la educación básica. El período de la formación docente fue creciendo desde el siglo XIX hasta alcanzar en los años 50 los 10-11 semestres, el mismo tiempo de la mayoría de las demás profesiones universitarias. Sin embargo, un profesor recién titulado comienza ganando hasta la cuarta parte, o menos, del salario que reciben otros profesionales universitarios que inician su vida laboral, situación que se prolonga proporcionalmente hasta su jubilación (que, huelga decirlo, es miserable). Tampoco nunca se ha tratado seriamente el problema del agobio laboral, cuya expresión es el hecho que sólo los profesores deben seguir trabajando fuera de su jornada regular. En efecto, sólo los maestros deben atender en su casa a sus hasta 200 o más niños, corrigiendo pruebas, trabajos adicionales y planeando estrategias para la resolución de los problemas sociales, psicológicos y psico-pedagógicos que los niños invariablemente acusan. En los países de buena educación escolar, a los que Chile pretende imitar, la distribución de las horas lectivas y no-lectivas es de un 50% para cada rubro, enfoque absolutamente inexistente en Chile. En fin, lo expuesto bastaría para justificar la actual huelga magisterial; sin embargo, a ello, este gobierno, como probablemente ningún otro en el pasado, agrega majaderamente la “Evaluación Docente.” Es completamente falso que los profesores no quieran ser evaluados. La protesta corporativa de los maestros reside en la naturaleza discriminatoria del planteamiento. ¿Por qué no se evalúa de modo formal a todos los profesionales universitarios, con las mismas consecuencias que sufrirán los profesores si fracasan en la evaluación? Posee, además, un enfoque individualista y competitivo que no condice con el sentido de colaboración inter-pares que tiñe toda la educación moderna. Su uniformidad, finalmente, alcanza ribetes totalmente a-científicos, en tanto no toma en cuenta las condiciones reales en que los maestros se desempeñan; por ejemplo, la disparidad de medios materiales y financieros que hay entre escuelas, la cantidad de niños por clase (hasta 45 en Chile, y 25 o menos en países de buenos estándares educacionales); niños con necesidades educativas especiales, escuelas de sectores marginales azotados por la pobreza, o ubicadas en lugares geográficamente aislados, con problemas de interculturalidad (aquí todos somos “ssshilenos” por igual, como decía Pinochet; por lo tanto, no hay mapuches ni aymaras), de ruralidad extrema, etc. Además, ¿por qué sólo se evalúa a los profesores de la educación pública y no la privada subvencionada, que puede existir sólo porque el Estado la financia? Además, si se va controlar y evaluar a los profesores nuevos, ¿por qué no hay ningún control sobre universidades privadas de muy dudosa calidad que ofrecen carreras de Pedagogía? Es probable que ante la dureza y desaprensión con que por décadas los gobiernos han tratado la Educación y a los educadores, éstos consigan poco o nada con su movimiento. Ojalá eso no suceda, una vez más.
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