jueves, 26 de abril de 2012

PARRA, EL GRANDE. ¡Qué gran noticia el Premio Cervantes para nuestro Nicanor Parra! Por cierto, somos tierra de poetas. Además de dos premios Nóbel, ahora el premio literario mayor del habla hispana lo gana por tercera vez un chileno, el poeta más grande entre los nuestros de hoy, Nicanor Parra Sandoval. Olvidemos por ahora los avatares políticos que normalmente nos ocupan, y honremos al mayor de nuestros poetas. Para no repetir consabidas cantilenas sobre la poesía de Parra, me detendré en una faceta del poeta que muchos no conocen: el Parra matemático y físico. Lo conocí personalmente en Santiago, hace medio siglo, en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, donde estudié y obtuve mi primer título universitario. Como fui dirigente estudiantil, tuve la honra de invitarlo un día a dar una conferencia en el pensionado universitario del Pedagógico, donde residía en calidad de provinciano estudiante. Luego de conversar un buen rato, aceptó gustoso. En su charla, leyó poemas suyos recién escritos, y también habló de su oficio como académico del Pedagógico. En verdad, fue aquello lo que más me impresionó de aquella experiencia. Recuerdo bien que un compañero del pensionado que estudiaba Matemáticas, precisamente, le hizo esta pregunta: “Profesor, ¿qué relación hay entre su poesía y las Matemáticas?” La pregunta tenía especial sentido porque, en efecto, todos sabíamos que Nicanor Parra se había doctorado en Física en las dos universidades mayores del mundo en la materia, la Brown University de Estados Unidos y la Universidad de Oxford de Inglaterra. Por entonces, Parra era, además, el primer referente latinoamericano de la Teoría del Caos, y autor (obviamente, además de sus poemas) de muy complejos artículos sobre ella, conocidos internacionalmente. Extraño, ¿no? Un poeta, que además es un súper experto en tan intrincados y hasta abstrusos temas. En su respuesta, Parra partió diciendo: “Mire, joven, lo primero que voy a decirle, es que yo debo ser el mejor matemático entre los poetas y el mejor poeta entre los matemáticos… por lo menos en Chile…” Las carcajadas se oyeron en todo el Pedagógico. Y luego agregó, en un tono entre serio y socarrón, “la poesía, por lo menos la mía, es pura Matemática.” Sólo mucho después vine a aquilatar el calado de esa breve respuesta. En verdad, la poesía de Parra es un fiel reflejo de su adhesión a la teoría físico-matemática sobre el “caos.” Parra, recuerdo, nos dijo que sus héroes eran dos. Primero, el alemán Werner Heisenberg, quien, con su noción de “las partículas virtuales” abrió la famosa Teoría del Caos. Y segundo, el cura belga Georges Le Maitre, autor de la Teoría de la “Gran Explosión” (“Big Bang”), conocida también como la “Teoría del Huevo.” Fiel discípulo de Heisenberg, Parra es, por lo tanto, contrario al relativismo de Einstein, que defendía el “orden” cósmico. Einstein decía que “Dios no juega a los dados”, mientras Parra y los sostenedores de la teoría del caos sostienen que sí, y que, además, como dice Hawking, nunca avisa donde los va a lanzar. Entonces, según Parra, la Física se mueve en torno a la impredictibilidad de lo que ocurre con la dirección y velocidad erráticas que toma la materia en movimiento, y la noción del origen “en pequeño” del universo (el Big Bang). Finalmente, sostiene que en tanto el hombre es la única criatura que piensa, puede filosofar sobre la vida y la muerte, por lo cual tiene noción de destino, que sólo puede ser ético, por cuanto el hombre, en el transcurso de su vida, sólo busca ser feliz, y, por lo tanto, libre, cuestión que deja muy claro en su poema “El Individuo”. La libertad, según la Filosofía, es un absoluto, y lo absoluto es una noción exclusivamente matemática. Pues bien, como las Matemáticas prueban que el universo no es sino caos, entonces esa vida en libertad es necesariamente anárquica y caótica. No obstante, puesto que la felicidad es un concepto ético, la vida, en su caos, es también bella y de ninguna manera nihilista o sin sentido. Parra, entonces, niega todo “orden,” porque no existe; y así, niega su derivado: los esquemas fijos, sean éstos ideológicos o de cualquier otro tipo. Ese es el origen de la anti-poesía de Parra, el fenómeno poético más original de los últimos tiempos en el mundo, que le ha valido, entre muchos, el reconocimiento que se ha ganado en estos días. Ojalá viva el tiempo necesario para el Premio Nóbel, que lo merece con creces. ¡Viva Parra!

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