miércoles, 2 de mayo de 2012

LA VUELTA DE SORIA. PRIMERA PARTE PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21. 03/ 05 / 2012. Jorge Soria vuelve a la política local, luego de la absolución que pronunció la Corte Suprema en su favor. En verdad, hasta hace muy poco, era raro el político local o iquiqueño común que creyera seriamente que este escenario pudiera darse, menos en pleno inicio de la contienda electoral municipal. Precisamente por esta razón es que llama mucho la atención las espectaculares “vueltas de carnero” que estamos presenciando en relación a la absolución del caudillo. Antiguos soristas abandonaron a su ídolo cuando éste fue formalizado por fraude y cohecho, lo que cobró especial dramatismo cuando se escondió de la justicia en calidad de prófugo. Hoy, sin embargo, aquellos ex – soristas, vuelven a serlo, y bien bulliciosamente. Otros, como el senador Fulvio Rossi, imprecaba contra cualquiera que se acercara a ese “corrupto,” como así trataba a Soria en sus conversaciones habituales. Hoy, cual camaleón, declara que está dispuesto a apoyarlo… ¡Con razón el pueblo cree tan poco, o nada, en los políticos, y apenas puede, execra de ellos! En verdad, tras estas volteretas está la conveniencia personal y la consecución de la ventaja electoral al precio que sea. Al fin y al cabo, tras Soria hay votos que pueden servir mucho en este país de los empates electorales, sin importar quién es Soria realmente, como político o como persona. Incluso, así como se están dando las cosas en la Concertación, rubricadas con el apoyo que el caudillo ahora tiene de su ex - archienemigo Fulvio Rossi, no sería raro que la Concertación desahuciara a su candidato oficial Francisco Prieto, para irse con Soria. Rossi, los PPD, radicales y comunistas, obnubilados por los votos que puede arrastrar el caudillo hacia sus aguas, olvidan, o quieren olvidar, que Soria puede estar políticamente, si así le da la gana, en cualquier bando. En efecto, así es, y de eso no cabe la menor duda. Lo dijo el propio caudillo en una entrevista con Raquel Correa hace ya varios años. Dijo, a la letra, que él no es de ningún bando político, sino, simplemente, “sorista.” De modo que no puede sorprender que si bien Soria partió en su juventud como socialista, haya trabajado por Piñera en su primera campaña presidencial, contra Michelle Bachelet. Soria, en efecto, trabajó por Piñera codo a codo con quienes, en 1973, lo mandaron junto a socialistas y comunistas al fatídico campo de concentración de Pisagua, de donde bien pudo salir muerto. Poco después, esos mismos pinochetistas, socios suyos en la campaña presidencial de hace seis años, lo relegaron a Mulchén, sufrido capítulo de su vida que Soria, con melodramáticos detalles, gusta mucho recordar en sus discursos. Por supuesto, Soria puede ser inocente. Sin embargo, aun con el “supremazo” que lo liberó, también podría no serlo, por la sencilla razón que la experiencia ha demostrado infinidad de veces que la justicia en Chile no es confiable, en absoluto, si de por medio está la política. Así es, con el perdón de los “supremos” y los abogados defensores de Soria, gente de izquierda, que hoy insisten en que “habló la Justicia” y que, por lo tanto, todo el mundo debe “respetar” el fallo. Algunos ejemplos de nuestros inmaculados supremos. Ante el estupor internacional, durante casi dos décadas, hicieron oídos sordos a los requerimientos que se le hacían por las evidentes y atroces violaciones a los derechos humanos que se cometían a diario durante la dictadura. ¿Y qué me dicen de la “locura senil” de Pinochet? ¿Alguien creyó ese cuento? ¿Lo creyó siquiera algún pinochetista? Pues, bien, la Corte Suprema “lo creyó,”y por tal razón dejó libre al dictador, requerido en esa época por la justicia de una decena de países de probada y antigua tradición democrática. Hoy mismo, los herederos de Pinochet se aprestan a recibir la fortuna amasada por el dictador durante 17 años de mando absoluto, aunque el Código Civil, en su artículo 1005, estipula que los locos no pueden testar, y, según los “infalibles” y “respetables” supremos, el dictador murió loco. ¿Puede alguien, entonces, obligarnos a creer en los fallos de la Corte Suprema, así no más? En el caso de la absolución de Soria, recordemos que un supremo, Jaime Rodríguez, se sumó al voto absolutorio de la mayoría, como consta expresamente en la Parte III de la resolución, aduciendo no la inocencia del caudillo, sino la prescripción de dos de los delitos, como así lo había impetrado la propia defensa del ex - alcalde. Luego, la unanimidad del fallo es más formal que real. En fin, Soria, el típico caudillo localista, transversal y amigo de todos, es muy apetecido por todos los bandos, especialmente a la hora de las elecciones. Así como estuvo con la derecha hace seis años, bien podría estarlo otra vez en dos años más, lo que ya debe estar, necesariamente, en los cálculos de la UDI y RN. Y bueno, los supremos, como todo el mundo sabe, nunca han sido mayoritariamente de izquierda. Elucubraciones son éstas, claro, pero basadas en hechos muy reales; por lo tanto, necesarias en el momento de los análisis. (CONTINUARÁ). …………………………………………………………………………………… SEGUNDA PARTE “Beware of fanatics!” (¡Cuidado con los fanáticos!) decía el decimonónico premier y escritor inglés Benjamin Disraeli. En verdad, el fanatismo político, ajeno a la reflexión y al análisis objetivo de la realidad, puede ser fuente de los más irracionales actos de violencia. Por cierto, en la actual era de información, conocimiento y mayor nivel educacional general, no es sino un anacronismo inaceptable. “Siempre le he obedecido en todo,” decía hace unos días uno de los más visibles soristas. Otro de ellos, del sub-grupo de los más violentos, llegó a patear en la cara al anciano concejal Flavio Rossi, en plena reunión del Concejo Municipal, sólo porque vio acosado a su dios. Pero la cuestión del fanatismo sorista va más allá aun. Su más público detractor, el concejal Francisco Prieto, habló de abandonar Iquique, aduciendo temor por su persona física y la de su familia, sobre la base de la comisión de asesinatos que estarían ligados al sorismo. ¡Vaya, eso sí que es serio! Prieto está denunciando la existencia de una mafia que actúa en la política local que no trepida en nada, ni siquiera en la eliminación física de las personas. Nadie ha contestado este gravísimo cargo, y la verdad es que debiera hacerlo el propio Soria, exigiendo la respectiva investigación, hasta el fin. En otras palabras, si esto no se aclara, ya pueden darse por advertidos quienes se propongan salirle al paso a Soria en su campaña electoral, o los que, simplemente, quieran expresar públicamente su rechazo al caudillo. Hablemos ahora del caudillismo político moderno, aunque cada vez haya menos caudillos. El caudillo no surge en los centros nacionales, sino en la periferia, abandonada por la metrópoli. Menos aun surge en sociedades bien organizadas y justas, donde los ciudadanos son personas que tienen todo el derecho a la educación y a una vida digna y tranquila. El caudillo surge donde hay injusticia social, abandono y humillación. Por 1963, Iquique era una ciudad abandonada por el poder central. Había sufrido dos graves crisis, la del salitre y la de la industria pesquera. La ciudad se veía pobre y abandonada, al lado de sus congéneres Antofagasta y Arica, que relucían con la minería del cobre y el Puerto Libre. Los partidos políticos locales no conseguían nada importante a través de sus discretos parlamentarios, que, al fin de cuentas, terminaban siguiendo las órdenes de sus bancadas sobre materias que rara vez tenían que ver directamente con Iquique. Esa fue la gran hora de Soria. Era el líder joven, activo, carismático y sin ninguna contaminación política. Elegido alcalde, viajó insistentemente a Santiago a gritar por Iquique y proclamar los derechos de la ciudad. Su vehemencia trajo sus frutos: consiguió fondos importantes para la urbanización de los sectores más olvidados de Iquique y para su hermoseamiento general, lo que, por primera vez, dio impulso al turismo local. Como si esto fuera poco, con su incansable lucha, consiguió en 1971, en la administración Allende, la Zona Franca Industrial, que sería la base de la actual ZOFRI. En 1968, logró, además, que en nuestra ciudad se realizara por primera vez una Feria Latinoamericana de Manufacturas y Artesanías, y que Iquique, ¡cosa fantástica! consiguiese poco después ser la sede del Campeonato Mundial de Caza Submarina, que además nos dio un campeón mundial, Raúl Choque. Confiado nada más que en su intuición, con cada vez más desaciertos que aciertos, lo sorprendió el golpe de estado de 1973. Volvió a la alcaldía apenas restaurada la democracia. ¿Qué hizo Soria para volver y mantenerse en el poder hasta que fuera exonerado? Pues, demostrar que Iquique estaba abandonado por el poder central, y a insistir, usando su poderosa oratoria, en su política y propuestas “regionalistas” cuyo eje era la apertura de la región hacia el mundo a través de los corredores bi-oceánicos, antigua idea que ya había planteado en los años 60. Por cierto, ya no estamos en 1963, pero un discurso así, aunque no tenga mayor método ni posibilidades reales de concreción en el corto plazo, gusta y cala en la ciudadanía. Pero lo grave es que esas justas demandas, siempre fueron rubricadas por el típico discurso demagógico, por ejemplo, Iquique tiene el puerto potencialmente más importante y profundo del Pacífico, lo que es “obra de Dios;” el Este sudamericano construyó su parte de los corredores bi-oceánicos, por insistencia personal suya, etc., etc. Lo han acompañado en su exitosa carrera, sus cualidades naturales de caudillo. Es atrayente, de un carisma personal arrollador, buen orador, aunque no hable nunca de nada profundo y apele siempre más a la emocionalidad de las masas que a su capacidad de crítica y de análisis. También para muchos resulta atractivo que sea inorgánico, personalista y gobierne a su arbitrio propio, por la simple razón que la política y los políticos ya cayeron estrepitosamente en el descrédito, lo que Soria, sabe muy bien aprovechar (CONTINUARÁ). ……………………………………………………………………………………. LA VUELTA DE SORIA. PARTE FINAL. Soria, por los años 60 hasta 1973, era, sin duda, más popular que hoy. Visitaba a los pobladores en sus casas, a veces él mismo les repartía máquinas de coser y vituallas cuando era necesario. La verdad sea dicha, hacía falta eso, porque el caudillo lo hacía con las familias más pobres, cuyos descendientes hasta hoy le guardan fidelidad y afecto. Aunque fueran efectistas, esas acciones eran genuinos actos de cariño por la gente humilde que se le debe reconocer. Pero, más tarde, su innata índole personalista en el ejercicio del poder, terminarían con el antiguo e idealista joven líder. Impidiendo el surgimiento y proyección de muchos buenos seguidores suyos (entre ellos, dirigentes sociales y académicos universitarios) el nepotista Soria favoreció a su familia y parientes, empezando por sus hijos y su cónyuge. Por supuesto, las cualidades de los líderes no se heredan, y el mayor de sus hijos, elegido diputado por la Concertación y el sorismo en dos períodos, batió el récord nacional de ausencias a las sesiones de la Cámara. Soria debió salir en su defensa, aduciendo que su vástago padecía de una aguda “apnea,” (una seria enfermedad respiratoria). La pregunta lógica fue entonces, ¿por qué no renuncia si está tan enfermo? Ya viejo, y re-elegido cuando fue restaurada la democracia, el caudillo se apoderó del canal de televisión municipal, tendencia anti-democrática que su sucesora Mirta Dubost ha seguido, o bien copiando a Soria, o volviendo a los tiempos de la dictadura, cuando fue alcaldesa designada. Luego viene la designación sesgada de muchos de los administradores municipales, incluidos los directores de las escuelas, en concursos de sospechosa validez, etc., etc. En realidad, la administración Soria post-dictadura no tuvo la brillantez, la eficacia ni el dinamismo que la del otrora joven alcalde. En verdad, su obra alcaldicia es de carácter mayor, si se la considera hasta 1973, pero menor si se considera que estuvo a la cabeza del gobierno local por más de 25 años. En otras palabras, es muy posibleseis administraciones municipales que no hubiesen sido las suyas, hubiesen sido más provechosas para la ciudad. No podía ser de otro modo: las mañas del caudillo afloraron con más fuerza cuando viejo, como la general incondicionalidad a su mando que exigía de sus subalternos, por sobre la calidad profesional o, incluso, personal. La historia ha demostrado que los caudillos no dejan herederos. El espacio político de Soria, es decir, el “regionalismo sorista” lo perdió su hijo ante Mirta Dubost hace cuatro años. Luego, ya prófugo (y eso que él dice respetar los fallos de la justicia) sus bonos bajaron aun más. Su buen hijo Mauricio, en suma, no lo sustituyó, y tampoco Inés, su leal esposa. Por cierto, cuando desaparezca, por viejo o por la Parca, nadie lo hará. Otra condición del caudillo es que a menudo habla de cosas que no entiende. Soria ha explicado su súbita voltereta de 2006 hacia la derecha con su manido argumento que él es un hombre “pragmático,” y que no le interesa la política, sino sólo Iquique. Supone equivocadamente que ser pragmático es algo necesariamente bueno. Pues bien, no es así. Si se entiende que el pragmatismo es la consideración de los efectos prácticos de cualquiera acción humana, éste puede ser, obviamente, malo. Dicho de modo más simple, el pragmatismo puede aceptarse como éticamente válido sólo si el individuo “pragmático” tiene principios que exceden su persona, y escrúpulos en sus métodos; es decir, si sus intenciones son correctas y no cree que los medios justifican el fin. Los ejemplos que Soria daba sobre su “pragmatismo” en las emisiones de la televisión municipal sólo reflejaron su ignorancia en materia conceptual y política. Una vez, dijo que la izquierda y la derecha no existen, y tomó por ejemplo a China. En ese país, para empezar, todas las industrias y empresas básicas están controladas totalmente por el Estado, y todas las empresas privadas en funciones pagan al gobierno enormes impuestos y royalties; más aun, si son extranjeras, se someten rigurosamente a las leyes chinas y su crecimiento está controlado de acuerdo a la ley. En China, además, la Educación, las pensiones y la Salud son estatales y no tienen fines de lucro. En China, aunque haya expresiones de propiedad privada, lo que hay básicamente es socialismo, sistema social que la derecha execra y rechaza rotundamente; es decir, el socialismo es izquierda. Con ese argumento de “pragmatismo,” Soria se asoció a Piñera, uno de los mayores beneficiarios del régimen bajo el cual Soria fue su víctima. En la contienda electoral que se avecina, el anciano caudillo no las verá todas consigo. Ha perdido a gran parte de la izquierda local, aunque los comunistas, muy “pragmáticos” también lo apoyen, lo que, a su vez, ahuyenta a los partidarios que siempre el caudillo ha tenido en la derecha. Además, su alejamiento del poder le ha restado influencia en la comunidad, lo que tendrá necesariamente efectos electorales. Finalmente, todavía no se ha aclarado el cargo que se le vendrá pronto encima, en cuanto haber recibido (supuestamente hasta hoy) una pensión de vejez de la Caja de Empleados Municipales que él mismo tramitó, y que era incompatible con su sueldo como alcalde. Como ven, esta historia no ha terminado.

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