lunes, 23 de enero de 2012

RESPUESTA AL SR. NOWOGROOSKI

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO 21, 26 / 1 / 2012.
RESPUESTA AL SR. NOWOGROOSKI.
El señor Yonathan Nowogrooski (en adelante, N.Y), representante del Consejo Chileno-israelí, en referencia a mi artículo “Sionismo y Mapuches” (19 / 01 / 2002) no consigue, en verdad, refutar mis asertos. Antes de entrar en materia, rechazo tajantemente el ataque personal que me hace (entre otros que no vale la pena responder), de antisemitismo, la atroz aberración que se tradujo en el pasado en luctuosos capítulos de masacres y persecuciones contra del pueblo judío. Es más, como profesor, aún conservo planes de clases que muchas veces realicé sobre el Holocausto, con capítulos como la tragedia de Anna Frank y el heroico levantamiento judío en Auschwitz contra los nazis. N.Y empieza peleando con la sombra, pues en su carta supone que mi opinión sobre Judaísmo y Sionismo se basa en “Los Protocolos de los Sabios de Sion,” documento al que no hice la menor referencia, pues sé, precisamente, que las organizaciones oficiales judías del mundo no lo reconocen como judío. Sólo me baso en hechos concretos y probados. El Sionismo original, movimiento fundado por Theodor Herzl, de carácter pacífico y patriótico, consistía en conseguir para los judíos en diáspora un territorio donde vivir, lo que se logró en 1948, al serles concedida por la ONU la región de Palestina. El novel estado, Israel, contrajo el compromiso de cohabitar pacíficamente con los pueblos que allí vivían. No obstante, el Sionismo de Herzl se desvirtuó hacia un exacerbado etnocentrismo y expansionismo, porque, primero, el compromiso de cohabitación pacífica no fue cumplido y, segundo, porque Israel se anexó territorios de países vecinos en 1967, en una guerra de agresión. Si a Y.N molesta lo que digo, le recuerdo la resolución Nº 379 de 1975, que así condena el Sionismo: “La paz y la cooperación internacionales exigen la eliminación del colonialismo y del neocolonialismo, de la ocupación extranjera, del sionismo, del apartheid y de la discriminación racial.” Entonces, la extemporánea cita que hace Y. N. de Martin L. King no sirve para probar que oponerse al Sionismo es antisemitismo, a menos que él crea que la ONU es anti-semita. Nunca he negado el derecho de los judíos a vivir en una patria propia, como me achaca gratuitamente Y.N., que él llama su tierra “ancestral.” ¿A qué tierra ancestral se refiere? ¿A lo que era Israel en el siglo X a. C, con Salomón?, ¿o en el siglo II d.C, luego de la expulsión de los judíos por los romanos? Después de casi 900 años, toda la región de Palestina es ancestral para muchos pueblos, pues al desaparecer el antiguo Israel siguió poblándose, no sólo por judíos sino por otras comunidades, que, en general, conocemos como los palestinos. El Estado de Israel, que debió respetar ese derecho, hoy ha llegado hasta el extremo no sólo de de expulsar a palestinos de lugares que eran habitados históricamente por ellos, sino a su segregación, alzando infamantes muros. También ha impedido el auxilio en alimentos y medicinas a comunidades segregadas militarmente, hecho que ha sido condenado por la comunidad internacional. Y. N. también dice que el Plan Andinia es una “patraña,” sin dar más detalles. Veamos: Una reunión de judíos aschkenazis, convocada por un importante rabino estadounidense, Gordon (el creador del referido plan), se habría realizado en Buenos Aires el 23 de marzo de 1969. No se sabe a ciencia cierta si esa reunión se hizo, porque el oficialismo judío lo niega. Sin embargo, el fondo del Plan Andinia ya se insinúa en Herzl. En su libro “Der Judenstadt” (El Estado Judío), Herzl mencionó dos posibles territorios para los judíos, Palestina y la Patagonia. Dice, “Dos países tienen que ser tomados en cuenta, Palestina y Argentina (en referencia a la Patagonia, que también es chilena).” Incluso, agrega “(los judíos) deberán cargar con las cuentas públicas del estado cuyo territorio se colonizará.” Entonces, aparece Douglas Thompkins (de innegable raigambre familiar judía) comprando cientos de miles de hectáreas en la región, y de cada 10 turistas que visitan sus tierras y la zona 7 son israelíes, y muchos con antecedentes militares. Uno de ellos, precisamente, es el causante del mayor incendio forestal en la zona. Como el tema nos afecta como nación, tenemos el derecho, a partir de hechos concretos, inferir teorías al respecto (repito, teorías); entre otras, la posible intencionalidad del delito (textualmente lo expresé así en mi artículo). Finalmente, son muchas las personas que han espetado al Ministro Hinzpeter que hizo su servicio militar en Israel. Si no es así, pues que lo niegue y lo demuestre públicamente. Como se recordará, hasta hace poco, este ministro afirmaba que los incendios fueron causados por mapuches, lo que probadamente no es efectivo. De mi parte, hasta aquí esta controversia.

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