viernes, 18 de octubre de 2013

EL LASTRE DEL CENTRALISMO.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. DIARIO “EL LONGINO.” 23 / 08/ 2013. Si hay algo que une a más de la mitad del país es su rechazo al fuerte centralismo que día a día ahoga a las regiones. Esperemos que el clamor por más autonomía regional consiga unir definitivamente a las provincias, hasta que ellas, unidas, alcancen un nivel moderno, ecuánime y eficaz de autonomía. Chile está políticamente organizado como un país altamente centralista, condición que se cubre con el término “unitarismo.” Tenemos un gobierno central metropolitano que, muy suelto de cuerpo, se hace cargo de la total organización y administración de todo el país. Los defensores de unitarismo (en verdad, prácticamente el grueso de la clase política) aducen el ejemplo de países desarrollados democráticos como Francia e Italia, que se definen como unitarios. Sin embargo, el argumento es falaz. Precisamente por ser democráticos, lo que llamamos “centralismo” es inexistente en estos países, como lo es en todos los que consagran en sus leyes la libertad y la equidad de oportunidades para todas las regiones, como práctica política y cultural. En efecto, en Francia existe un alto grado de autonomía de las regiones, consagrado en sus leyes. En todas ellas existen las “assamblées locales”; especie de parlamentos provinciales que, en los hechos, deciden su marcha; de ahí que a Francia también se la califica como un “Estado regional”. En Italia, la situación no es diferente. Aunque posee un estado central que oficia de coordinador de la marcha general del país (de ahí que sea unitario), es, como Francia, un Estado regional, y, además, posee 5 regiones que son totalmente autónomas. En el Chile de la dictadura cívico-militar que encabezó Pinochet, se ratificó, sin reformas ni actualizaciones congruentes con la modernidad, el viejo Estado portaliano, radicalmente unitario. Es natural que haya sido así, si se toma en cuenta la impronta represiva de aquel régimen. ¿Cuál fue la concepción patriota, apenas conseguida la independencia? Pues, el Estado descentralizado, incluso, federal. Las situaciones históricas que torcieron la voluntad federalista de Carrera, están en el pasado, y la verdad es que hoy nada serio justifica el agobiante centralismo que tenemos en Chile. Es el exagerado unitarismo existente lo que conlleva la errática y anacrónica planificación de la economía nacional en desmedro evidente de la periferia, las regiones; de una Educación que no se centra en las realidades naturales y humanas de cada región; la designación de las autoridades regionales desde Santiago, y la nominación de los candidatos de todo el país al Parlamento, las más de las veces tras oscuros arreglines cocinados en las sedes centrales capitalinas de los partidos políticos, cuyos dirigentes rara vez tienen clara idea de lo que ocurre más allá del Mapocho. En verdad, muchas regiones de Chile se debaten en el más franco subdesarrollo, aunque potencialmente sean riquísimas, como la Araucanía o el extremo sur. Las cosas, empero, no podían seguir así eternamente, y, por fin, los movimientos sociales por la autonomía regional han irrumpido en todo el país, y cada vez con mayor organicidad y vigor. Tocopilla, aún siendo puerto, es la ciudad más contaminada de Chile, porque en pleno centro de la ciudad funcionan dos gigantescas centrales termoeléctricas. Allí no hay médicos broncopulmonares ni oncólogos en sus hospitales, y sus habitantes presentan el mayor índice de cáncer del país. Hoy, todo el pueblo tocopillano, muy bien organizado, está en las calles. En Arica y Coronel, la población también se ha levantado. Lo ha hecho para impedir la construcción de nuevas plantas termoeléctricas. ¿Recuerdan Freirina, y la pestilencia de aquel fatídico matadero de cerdos? La población se desbordó en las calles y hasta enfrentó a Fuerzas Especiales, hasta que por fin pudo detener la lenta muerte por envenenamiento que los amenazaba, como también la anulación de la aprobación por parte del “Comité de Ministros” del proyecto termoeléctrico Punta Alcalde de Endesa. Hoy, la mayor parte de las regiones ya se han organizado en “asambleas ciudadanas” para exigir derechos, frenar proyectos termoeléctricos, mineros, de plantaciones de monocultivos forestales exógenos, etc. Ante la ausencia de voluntad de la clase política por una legislación descentralizadora del país, ¿qué otra cosa se puede hacer sino movilizarse?

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